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Ruta 098.
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Ruta 098
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El 5 de Enero de 2013 salgo de Hostal de Ipiés con un total de 7896 kilómetros
Hostal de Ipiés es una bonita localidad oscense ubicada en la margen izquierda del Río Gállego. Cuenta con un tradicional núcleo de viviendas entre las que destaca la "Casa Pepín", prototipo de casa humilde, y sobre todo, la construcción conocida como "El Hostal", "Casa Carretero" o "Mesón de Cabañeras". Esta mantiene toda la pureza de su primitiva construcción decimonónica, sobresalen algunos elementos como una ventana ricamente ornamentada, la chimenea rematada con una bola de granito, una peculiar buhardilla y una placa que nos indica la fecha en el que el edificio vio la luz. Lo que hoy se utiliza como cuadra y gallinero cuenta con un interesante portón decorado con numerosas cruces incisas. En los alrededores nos encontramos con bordas diseminadas, algunas de ellas muestran una elaborada decoración conociendo su cronología gracias a unas placas que las identifican. En hostal de Ipiés me encuentro a 706 metros de altitud, a la altura del puente que cruza el Río Gállego.
En el kilómetro 1’12, cruzo el paso a nivel sin barreras de la Estación de Orna de Gállego y comienza la ascensión hacia Arto, por la carretera HU-
Poco antes de llegar a Arto, veo a mi derecha las ruinas de lo que fue Baranguá.
En el kilómetro 2´7, paso por la localidad de Arto, donde ya la visité el 27 de septiembre de 2005, y los datos de esta población, los expongo en “la ruta 93 por el Serrablo”.
En el kilómetro 8,33 paro en la Ermita de San Vicente, situada en la margen de la carretera y enfrente de la Pardina de Campares, encontrándome aquí a 889 metros de altitud.
En el kilómetro 9´41, llego al desvío a Ara al que llego con 10´76 kilómetros
Ara es la localidad más poblada de la Val de Abena, situada a 938 metros de altitud, en un paraje agrícola que contrasta con lo agreste de la Peña Oroel y de los demás montes que la rodean.
Formó municipio independiente hasta su incorporación a Navasa (1941), luego a Guasa (1964) y a Jaca (1966). El Fogaje (censo) que Fernando el Católico ordenó en 1495 le daba 16 fuegos. En 1857 tenía 279 habitantes y 248 en 1900. Contaba con 61 en 2003.
Durante los siglos X y XI fue un enclave de la línea fortificada frente a los musulmanes, importancia estratégica que perdió al avanzar hacia el sur las fronteras del reino. Posesión del rey de Aragón, durante el siglo XI estuvo en manos de tenentes cuyos nombres, desde el año 1036, se conocen. El rey Sancho Ramírez y su hermano el obispo García donaron a la catedral de Jaca los derechos de su iglesia en 1086. Fue trascendental la fundación en 1242 del Monasterio de la Gloria por voluntada de Augerio de Olorón, noble bearnés señor de la Val de Abena, que donó para ello Ara y las demás villas del valle al monasterio cisterciense de La Oliva (Navarra). Abandonado por los monjes en 1460, pasó al Hospital de Santa Cristina de Somport y de éste, a comienzos del siglo XVII, a los dominicos de Jaca. La Iglesia parroquial de los Santos Reyes, se asienta sobre un pequeño promontorio, adosada a una imponente torre fortificada del siglo XI. Sobre sus restos se levantó la torre campanario de la nueva iglesia edificada en 1575. De una sola nave con capillas laterales entre contrafuertes y cabecera recta, la iglesia de Ara guarda en su interior una sorpresa: un exuberante conjunto decorativo que, aunque de factura popular, ha fusionado todas las artes, las pinturas murales, los relieves de yeso policromado y los retablos dorados de madera, para crear “un espacio de maravilla” cuyo objetivo es sorprender y conmover al fiel. Esta redecoración barroca data de 1739, como consta en la portada, aunque el retablo mayor, obra notable de Francisco de Ubalde, es de fecha más tardía (1784-
El núcleo urbano de Ara se organiza en torno a la Plaza Mayor, donde está ubicada la iglesia, con las calles Oroel y Santa Orosia como vías principales. Sus edificios, muchos del siglo XVIII, conforman un conjunto de arquitectura popular bien conservado en el que predomina la piedra, los tejados de losa con chimeneas troncónicas y espantabrujas de remate y las puertas y ventanas enmarcadas en piedra. Algunas casas llevan el nombre de la familia o propietario: Graciela, Benito, ramón, Ciprián, Basilio, Orosia, Agustina, Marieta, Martina, Juandón y Pablo; otras conservan el recuerdo de antiguos oficios artesanales: Cestero, Pelaire, Tendero, Carpintero, Piquero.
Ara guarda otro tesoro, el “viejo molino de los monjes”, de magnífico cubo. Es uno de los molinos harineros más antiguos y mejor conservados de todo Aragón, que todavía podría moler si llegara agua a su rodete de hierro.
Las fiestas de Ara se celebran el 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. Ha resurgido además la costumbre de acudir en romería al santuario de La Virgen de La Cueva de Peña Oroel un domingo de mayo o junio.
Terminada mi visita en Ara, me dirijo a Binué, y en el kilómetro 12,68 me desvío a Binué al que llego con 14´48 kilómetros.
Encaramada sobre un altozano, a 914 metros de altitud, se sitúa esta pequeña localidad del valle de Abena, en la vertiente oriental de la Peña Oroel, con magnífica vista de los campos de cultivo. Agricultura y ganadería han constituido históricamente sus medios básicos de vida, como lo han sido para las demás poblaciones de la Val de Abena (Abena, Ara, Artaso, Binué y las partidas de Ayés y Lasiella), con las que comparte un pasado común. Formó municipio independiente con Ibort, Rapún y Abena hasta finales del s8iglo XIX éste último le sustituyera como cabeza del término. En 1943 se incorporó al ayuntamiento de Navasa, con éste al de Guasa en 1964, y en 1966 Guasa se distribuye entre Sabiñánigo y Jaca. El Fogaje (censo) de 1495 que ordeno Fernando el Católico le otorgaba 6 fuegos. En 1900 tenía 76 habitantes. En 2003 contaba con siete.
Son muy escasos los datos documentados sobre la historia de Binué. Aparece mencionado en el año 1080 como lugar del dominio del rey de Aragón y el primer tenente conocido es Eneco Sánchez, señor de Binué (“Vinuí”), en el año 1083.
La Iglesia parroquial de San Pedro es una modesta construcción edificada a partir de 1587 sobre otro anterior románico (siglo XII). De ésta se salvó su torre, magnífico ejemplo de irradiación del “románico jaqués”, apreciable en la buena cantería de su fábrica y en los bellos ventanales geminados del primitivo cuerpo de campanas. El templo es una sencilla nave rectangular que fue reformada en época barroca, momento al que corresponde su cubierta con bóveda de cañón con lunetos. Tiene coro alto a los pies, atrio de acceso y tejado de losas de pronunciada pendiente. Insertas entre el pavimento, varias sepulturas, algunas decoradas con singulares grabado0s, y que pertenecieron a gentes de la localidad, como revelan sus apellidos. Del conjunto de retablos barrocos que Adornan la iglesia, destaca el retablo mayor, una estimable obra de los jaqueses José y Juan Tornés realizada hacia 1720, con la imagen sedente de San Pedro representado como papa (iconografía poco habitual). Corona el retablo la imagen de María Magdalena, santa que fue venerada en otro tiempo en la ermita de su nombre, hoy arruinada. De la ermita de la Santa Cruz, situada junto al cementerio se conserva un Calvario.
La iglesia de Binué atesora una buena colección de lienzos del siglo XVII, de gran formato y temática religiosa. Su oscurecimiento por el paso del tiempo no ha podido ocultar su indudable interés.
El reducido caserío de Binué se organiza en torno a la iglesia parroquial, cuya torre constituye la principal referencia visual de la localidad. De fuerte sabor popular es el conjunto que forma la iglesia con el antiguo pozo, todavía en uso y la plaza adyacente, a lo que se suma el atractivo de la amplia panorámica del valle que se obtiene desde su emplazamiento privilegiado, en un extremo del altozano sobre el que se asienta su población. La plaza esta generada por la disposición de tres viviendas que reflejan los usos tradicionales de la arquitectura de esta zona. La construcción en piedra, los tejados de losas, las puertas adoveladas y los motivos decorativos de tradición gótica en puertas y ventanas abundan en sus casas. Algunos de sus nombres son: Gil, Juan Miguel, Salvador, Avellanas, Jarne o Pueyo.
Binué celebra su fiesta mayor el 8 de septiembre en honor de la natividad de la Virgen. El 22 de julio se solía ir en romería a la ermita de la Magdalena.
Desde Binué prosigo viaje hacia Navasa, la carretera sigue en ascenso, apareciendo el erizón cubriendo las laderas.
Con 18,36 llego al desvío a Peña Oroel y termina el ascenso, a partir de aquí la carretera inicia el descenso hacia Navasa. El recorrido por Peña Oroel, lo dejo para otra ocasión.
Llego a Navasa con 19´60 kilómetros, esta bonita localidad, hacía pocos días que la visité, y los datos de la misma los expongo en la Ruta 097, que realicé el 17 de Diciembre de 2012. Aún así, no está de más una descripción de este bonito lugar.
Navasa se encuentra en la cabecera de la Val estrecha, enclavada a 987 metros de altitud en una pequeña “nava” o llanura rodeada por el paisaje boscoso del monte de Santa Eulalia y de la Sierra Buyán, en la vertiente septentrional de la Peña Oroel. A sus pies, los campos de cultivo se extienden en suave pendiente hacia el norte, hasta los capitiellos, formación geológica que la separa de la Val Ancha y de la antigua estación de ferrocarril.
Formó municipio independiente hasta su incorporación al de Guasa en 1964. Dos años más tarde pasó al ayuntamiento de Jaca. El Fogaje (censo) ordenado por Fernando el Católico en 1495 le daba 12 fuegos. En 1821 tenía 121 habitantes y 137 en 1900. Durante el siglo XX fue perdiendo población. En 1991 vivían en Navasa 23 personas. En 2003 estaban censados 30 habitantes.
Figura mencionado en documentos referidos a San Juan de la Peña desde el año 1.068. En 1109, Fortún Sánchez de Yárnoz y la infanta Ermesinda vendieron al monasterio de Leire propiedades que incluían un palacio y la mitad de Navasa. En 1559, el ataque sobre Biescas de Martín Abarca de Gavín provocó la extensión del conflicto por el Valle de Tena y Jaca. Su hermano Juan de Abarca quemó la casa abadía de Navasa y Pedro Sanz de Latrás el palacio.
El templo parroquial de la Asunción, antes de Santa Eulalia, es un edificio del siglo XII, de buena cantería, que muestra la influencia del “románico jaqués”. Consta de una sola nave rectangular, corto tramo de presbiterio abovedado en cañón, y ábside semicircular con bóveda de horno y ventana abocinada. Adosada al muro norte, se levanta una esbelta torre campanario de cuatro cuerpos, recrecida en el siglo XVI pero en la que se precian ventanales geminados y molduras de ajedrezado románicos. La portada es de triple arquivolta, con crismón en el tímpano (monograma de Cristo, león y hombre a la izquierda, jabalí con un ave a la derecha), a imitación de la portada occidental de la Catedral de Jaca. Románicos son también otro crismón, varios capiteles (quizá de un antiguo claustro) y las magníficas pinturas murales de las cabeceras conservadas en el Museo Diocesano de Jaca. La sacristía es del siglo XVI y probablemente la bóveda de cañón con arcos fajones de la nave. El retablo mayor (desmontado) fue obra de Juan Tornés, hacia 1741. Se conserva la pila bautismal. Del siglo XVI es la ermita de Santa Eulalia, con bello empedrado de cantos rodados que dibujan grandes flores.
El núcleo urbano se extiende a lo largo del eje que constituye la carretera (calles Oroel y Jacetania), con la Plaza mayor como claro centro organizador. Aquí se sitúa la iglesia parroquial cuya elevada torre es la imagen más característica de la población. Notable muestra de la arquitectura tradicional de la zona son los pasadizos en arco (calle Arcos), así como la construcción en piedra y los tejados en losas. Muchas casas tienen sus muros revocados según uso antiguo, y en algunos, aún se ven ventanas adinteladas de los siglos XVII y XVIII. Otros elementos de interés son los pozos (hay uno junto a la iglesia), o la herrería y el pajar recientemente restaurado.
La fiesta mayor se celebra el 10 de diciembre en honor a Santa Eulalia, patrona de la localidad, y se va en romería a su ermita el último domingo de agosto. La fiesta pequeña tiene lugar el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen. Navasa participa en la romería de la Virgen de Cueva, en mayo (en Peña Oroel), en las de Santa Orosia en Yebra de Basa (domingo de la Trinidad) y Jaca (25 de Junio), y en la de San Indalecio en San Juan de la Peña (un domingo de la primera quincena de junio)
En el kilómetro 21´36, enlazo con la carretera que recorre en toda su longitud “La Val Estrecha”. En este punto estoy a 927 metros de altitud. Decido proseguir por la derecha hacia Sabiñánigo Alto y allí decidiré, que ruta tomar para ir a Hostal de Ipiés.
El Barranco que discurre por la val, va cambiando de nombre conforme se va acercando al Río Gállego, así cerca de Navasa y Sasal, se llama Barranco Abate, y entre Sasal y su desembocadura Barranco Fondanito.
En el kilómetro 24´35, paso por Jarlata. Los datos de esta localidad los expongo en la ruta 097.
En el kilómetro 27´47, paso por Sasal. Los datos de esta localidad los expongo en la ruta 097.
En el kilómetro 30´22, paso por Sabiñánigo Alto. Los datos de esta localidad los expongo en la ruta 097.
Aquí decidí proseguir hacia la desembocadura del Barranco Fondanito, para enlazar con la Cañada Real del Valle, que discurre paralela al rio Gállego y las vías del canfranero, en dirección sur, hacia Hostal de Ipiés.
En el kilómetro 32, paso por debajo del tren, y giro a la derecha, cruzo el vado del desagüe del barranco tomando la Cañada real del Valle, señalizada como PR-
En el kilómetro 33´46, paso por la depuradora de Sabiñánigo.
En el kilómetro 33´85 dejo a mi izquierda un puente sobre el río a mi izquierda, yo sigo en dirección sur a hacia Ipiés.
En el kilómetro 34´20 tomo el desvío a Rapún, que atraviesa un paso a nivel sin barrera del “Canfranero”, la pista está asfaltada y en la sombra está con hielo, lo que me preocupa cuando baje.
Con 35´95 llego a Rapún, donde me recibe un perro solitario. Apenas media docena de casas y dos corrales conforman el caserío, sin embargo, hay una bonita fuente de reciente construcción en lo que parece ser la plaza.
El paisaje que encontramos en la actualidad es el resultado de numerosos y complejos procesos. Por ello a veces es un poco difícil llegar a imaginar este mismo paisaje pero hace cientos de millones de años, cuando la topografía, el medio físico (fluvial, lacustre o marino) o la climatología reinante eran totalmente diferentes.
La estructura geológica es la responsable de la aparición de zonas de mayor o menor resistencia a la erosión. En un clima seco, como el Prepirineo, estas zonas son aprovechadas por los agentes erosivos para ejercer su acción sobre ellas. En esta zona los estratos de conglomerados y areniscas, al ser más duros que el resto de los materiales, se conservan mejor y más individualizados, por ello la red fluvial, ríos y barrancos se instalan en aquellas zonas menos resistentes. Este valle es un ejemplo de relieve monoclinal (es decir, una única inclinación), en el que existen valles principales rectilíneos (barranco de Abena o el Barranco de las Faxazas) que siguen la dirección de los estratos (son los llamados valles subsecuentes), y asimétricos debido a que una de sus laderas coincide con la de las capas duras del sustrato. Los relieves producidos sobre series monoclinales son conocidos como relieves de cuestas o bien hogbacks si la inclinación de las capas es muy acusada (este es el caso de las Rallas de Rapún)
Las Rallas de Rapún, son estratos que en geología moderna reciben el nombre de Hogbacks en el habla cotidiana de esta zona se denominan Rallas. Y aquí en Rapún, sus habitantes reconocen cada una de ellas con un nombre diferente
La primera noticia de la existencia de Rapún se tiene en 1.051, Arrapun, en referencia al principal hacendado de este lugar, llamado García Jimenones. Su casco urbano se alineaba a lo largo de una calle única, al resguardo de los vientos del Norte, por estar asentado tras un estrato rocoso vertical: la Ralla del Lugar. El paso de los años fue arruinando las pocas casas que existían en Rapún. Casa Nueba fue la última en quedar deshabitada en 1964 aunque, en la actualidad, se ha rehabilitado y está ocupada por una familia. La Iglesia de San Félix de Rapún es un edificio románico del siglo XII, de una sola nave y ábside semicircular. En el exterior, el ábside presenta tejaroz sostenido por canecillos simples y cordón a manera de imposta.
Siguiendo las “rallas” desciendo a la Iglesia de San Félix que se encuentra alejado del caserío. Increíblemente, empujo la puerta como tantas veces ¡y esta se abre!
La primera noticia documental “Arrapún”, en grafía medieval, es del mes de diciembre de 1051 y se refiere a un señor del lugar, llamado García Jimenones, que debía ser el principal hacendado en esta población. Al proceder en 1076 a la delimitación del recién creado obispado de jaca, el obispo infante García, hermano del rey Sancho Ramírez de Aragón, fijó el extremo sur oriental de la nueva diócesis “en el puente de Rapún” ad pontem de Arrapune.
Esta iglesia dedicada a san Félix, era simple anexa de San Acisclo de Sabiñánigo, tenía un altar, dedicado a San Félix y un códice litúrgico. El templo ha sufrido, remodelaciones que han alterado notablemente su fábrica primitiva. Sin embargo, puede apreciarse que era un edificio de una sola nave, terminada en ábside semicircular, según el modelo del románico rural del siglo XII. En el exterior, el ábside presenta tejadoz sostenido por canecillos simples y cordón a manera de imposta.
El ábside está edificado en sillarejo. Posee moldura tórica a pocas hiladas bajo las ménsulas que sustentan el alero. Es el único adorno del mismo. Parece como si hubiesen iniciado con dicha moldura el apeo de un friso de baquetones, pero no lo llevaron a cabo. No he visto ningún otro ábside con este tipo de adorno suelto, por lo que pienso que era otra su intención, quizás la apuntada.
Centra el ábside un ventanal aspillerado, de derrame interior. Al interior es la cabecera la que guarda la zona mejor conservada del templo original. Se compone de presbiterio atrofiado, cubierto con medio cañón y por delante cilindro absidial que lo hace por medio de cuarto de esfera. Se centra por ventanal derramado al interior. Una imposta biselada recorre cilindro y presbiterio.
En los muros laterales de la nave se abrieron vanos para dar acceso a la torre añadida así como a la sacristía, situada al sur. Cubre la nave con moderna bóveda enfoscada, imitando forma de medio cañón muy rebajado.
Al fondo de la nave, hay coro alto de madera, con elaborada decoración del madero que la sustenta. Decoración casi tan lograda como la que desde el mismo advertimos en el piso mismo. Por medio de pequeñas piedras planas se han realizado una serie de dibujos geométricos que dan sensación de pétrea alfombra extendida en el templo. Esta iglesia fue restaurada en 1981 por Amigos del Serrablo.
Una vez disfrutado de Rapún inicio el regreso a la pista que discurre paralela al canfranero y al río Gállego.
En el kilómetro 40 paso por el embalse de Jabarrella. A partir de aquí la carretera inicia un suave ascenso entre los pinos, que va tomando dirección hacia Oeste, alejándome de Hostal de Ipiés, por lo que en el kilómetro 41,47 decido dar la vuelta hasta la presa del embalse de Jabarrella, donde una vez cruzada esta , salgo a la Carretera Nacional 330 y muy a mi pesar me dirijo por ella hasta Hostal de Ipiés al que regreso con un recorrido parcial de 47´49 kilómetros.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
Colección Rutas CAI -
Colección Rutas CAI -