Ruta 0166.- Estadilla, Estada, Ólvena

 

 

Ruta 0166.- Estadilla, Estada, Ólvena.

El día 1 de diciembre de 2018 llevo un total de 16.052 kilómetros.

Entre la Sierra y la ribera, en el extremo oriental del Somontano, Estadilla es un lugar cercano a muchas partes.

Su nombre, derivado del latín Stata (parada), hace referencia a sus remotos orígenes romanos. En los primeros siglos de nuestra era, surgió un asentamiento junto a una calzada secundaria de las muchas que ponían en comunicación el valle del Ebro con el Pirineo.

Hoy es una clara encrucijada hacia multitud de destinos, pero también es un excelente lugar para disfrutar de una naturaleza amable y a la vez agreste, y para descubrir una cultura ancestral y todavía viva, palpable al escuchar a sus habitantes hablar en una lengua propia: el Baixo Ribagorzano.

El paisaje estadillano abunda en bellos contrastes que se descubren al recorrer sus alrededores: al oeste las riberas del Cinca y las fértiles tierras llanas salpicadas de frutales, almendros, olivos, campos de cereal y viñedos; al norte, las ricas huertas regadas por el manantial de la fuente; al este, las abruptas formaciones serranas de la Carrodilla, donde simas y cuevas, ponen de manifiesto el fenómeno kárstico.

La presencia de rocas calizas en la Sierra de la Carrodilla ha favorecido procesos erosivos mediante los que el agua, al filtrarse a través de la roca la ha ido modelando, tanto en superficie (Barrancos de Chardiz, la Chunquera, Santacum y de las Covas) como en el interior, creando una red subterránea de simas (las Gralleras), cuevas (cuevas del Aigua, la Bruja, Alonsé, La Val, de la Sierra de Periz) y surgencias por las que el agua regresa de nuevo la superficie (Mentirosa).

Alzándose a 1108 metros. de altitud, con sus faldas pobladas de encinas y quejigos, el pico Buñero es una magnífica atalaya desde la que se regala la vista con la contemplación de los valles del Cinca y el Ésera, las cumbres pirenaicas de Ribagorza y Sobrarbe, la sierra de Guara y el Somontano.

Carrascas, robles, sabinas y gran variedad de plantas aromáticas y rupícolas visten sus laderas en las que abunda la apreciada trufa.

Surcando el cielo se pueden observar aviones roqueros, alimoches, buitres leonados e incluso quebrantahuesos y en el Barranco de Chardiz se puede contemplar un excepcional espectáculo de mariposas.

Estadilla tiene su origen en la Statella medieval, una fortaleza defensiva con valor estratégico para control de la margen izquierda del río Cinca. A finales del siglo XI fue conquistada por las tropas aragonesas y desde entonces y hasta el siglo XIII sería villa de realengo. Sin embargo, a partir de 1260 su historia iría de la mano de la poderosa Baronía de Castro, linaje emparentado con la nobleza catalana y la realeza aragonesa.

Su casco urbano creció replegado a la sombra del viejo castillo, del que apenas se conservan restos. La Plaza Mayor, porticada, acoge el Ayuntamiento, edificio renacentista que responde al modelo de palacio aragonés del siglo XVI, al igual que otras casas hidalgas de la Villa (Casa Marro, Casa Sangenis, Casa del Barón...)

Para visitar su casco urbano, entro por el Portal del Sol.

En el pasado se conocía a este Portal del Sol como de Santa María. Fue la puerta principal de acceso al recinto fortificado de la villa medieval y se construyó en el siglo XV. La localidad creció en torno a la antigua fortaleza y estuvo protegida por una de las murallas más importantes del Alto Aragón.Al burgo medieval se accedía por cuatro puertas abiertas a los puntos cardinales y flanqueadas por torreones y el Portal del Sol fue la principal. La puerta consta de un arco de medio punto y toda ella es obra de sillar y sillarejo. En la parte superior aparecen dos escudos: de los Castro de Aragón y los Pinós de Cataluña evidencia inequívoca de esponsales concertados al amparo de alianzas políticas y territoriales.

 A fin de proteger el burgo medieval que fue creciendo a la sombra del castillo ligado a la Baronía de Castro, se construyó la muralla, que con el tiempo sería uno de esos edificios sobre los que se construiría la grandeza de la villa «por el mucho lustre y ornato que se sigue de estar las fortalezas y murallas enteras, y con almenas»

Sus puertas fueron un elemento urbano de primer orden por ser el acceso a un espacio acotado por unos muros que, cualquiera que fuera su finalidad (defensiva, fiscal o representativa), establecían un fuera y un dentro con un único elemento permeable que era la puerta.

Durante algunos periodos de calma y tranquilidad, las puertas de las murallas perdieron su función defensiva original, para asumir otros cometidos: entrada y salida de gentes y mercancías, los portales actuaban como referencias físicas para el ejercicio del control y de la fiscalidad.

Estadilla contó con 4 puertas abiertas a los puntos cardinales y flanqueadas por torreones: el Portal de la Fuente (situado junto a la Plaza Mayor), el Portal del Romeo, el del Llenado y el del Sol, el único conservado.

Los escudosde los Castro y los Pinós que ostenta éste último, con su mensaje de poder, lo cargan de simbolismo. Francisco de Villalpando escribía que al poner las armas de los fundadores en los edificios «parece que cada piedra está diziendo y representando la persona, la majestad y autoridad del fundador

Desde el punto de vista del urbanismo, las murallas condicionaron el desarrollo de la villa durante siglos, dando lugar a un trazado compacto, de calles estrechas, callizos y pasos en alto. Sin embargo, cuando el perímetro amurallado quedó obsoleto, la villa comenzó su expansión desarrollándose los arrabales, cuya extensión desdibujó la imagen urbana que habían configurado las murallas.

La Puerta del Sol también era conocida en el pasado como Portal de Santa María, por la proximidad de la iglesia de Santa María de la Balsa. Orientada al sur (de ahí su nombre) era frecuentada por los vecinos que disfrutaban allí del carasol. Por contar con el entorno más accesible, con el tiempo se transformaría en la amplia plaza que conocemos en torno a la que las nuevas construcciones conformarían los arrabales.

El Portal del Sol, que hoy constituye un referente urbanístico de valor histórico y paisajístico, evoca en nuestra imaginación aquel tiempo tumultuoso en que era necesario protegerse, donde resonaban los rumores de la batalla, el enfrentamiento y el asedio.

Desde la Puerta del Sol llego a La Plaza Mayor.

Las postrimerías del siglo XIX y los inicios del XX, representan otro momento que dejó su impronta en el tejido urbano de Estadilla, concretamente, en el entorno de la Plaza Mayor. Coincidiendo con un momento de lento crecimiento de las nuevas clases medias, integradas por profesionales liberales, pequeños propietarios o comerciantes, se construyeron una serie de edificios de aire burgués y marcadamente urbano. No son especialmente destacables desde el punto de vista histórico o artístico, pero sí sumamente diferenciadores, y radicalmente distintos de la tradicional casa rural, de sobria fachada y puerta en arco, que coexiste en el heterogéneo ámbito de la plaza.

En esta plaza se encuentra su ayuntamiento.

El siglo XVI fue una época de expansión demográfica y económica para Aragón en general y para muchas de sus ciudades y villas. Estadilla, pese a las epidemias, al bandolerismo y las revueltas en Ribagorza, participó de esta bonanza que queda patente en la renovación del casco urbano con la construcción de edificios emblemáticos bien representativos del poder y la prosperidad de sus dueños.

Hacia 1570se construyó el Ayuntamiento, edificio que representa la legitimidad, el poder y el orgullo del gobierno municipal por regir la vida pública ciudadana amparándose en la legalidad de los Fueros del Reino. La fábrica, además de ser sede desde la que dirigir los destinos del municipio, tenía la importantísima función de fortalecer su imagen pública ante ciudadanos y extranjeros, ante los poderes eclesiásticos y sobre todo ante los poderes nobiliarios, con los que estará en permanente conflicto.

El hecho de que el blasón que ostenta su fachada principal sea el de los Castro, pone de relieve las dificultades del emergente poder concejil para intentar equipararse con el que hasta entonces ostentó en exclusiva la nobleza.

El edificio se levantó en la nueva Plaza Mayor, creada con motivo de la ampliación urbana llevada a cabo en esta centuria, lo que denota un trascendental cambio social: los ciudadanos dejan de estar a merced de la nobleza, a la sombra de su castillo, para contar con un espacio cívico desde el que comprobar cómo se desenvuelve el gobierno ciudadano.

Pero la fábrica no se erigió en un lugar al azar, sino en la cabecera de la plaza, con la carga simbólica que conlleva al constituirse en el elemento ordenador del nuevo espacio urbano. No era necesario añadir elemento alguno para significar la importancia del poder concejil; su presencia allí era suficientemente elocuente.

Su modelo constructivo fue el del Ayuntamiento de Barbastro, erigido entre 1515 y 1518, aunque muy transformado en la actualidad.

Contaba con una lonjaque habría de cubrir una doble función, asamblearia y mercantil, con salones de sesiones en la planta principal dotados de grandes ventanas desde las que las autoridades podían dirigirse a los ciudadanos, zonas de servicios, escribanías y archivos. Éstas últimas se abrían al exterior mediante ventanas sencillas, sin más ornamentaciones.

En la fachada, construida en ladrillo como era corriente en esta zona geográfica, predominan la sobriedad y la horizontalidad, y su composición es armoniosa, proporcionada, simétrica y rítmica. Deja traslucir su distribución espacial interna. Dividida en tres plantas, la primera alberga la lonja, abierta por medio de dos grandes arcos rebajados. En ella se sitúan la puerta de acceso, y una ventana protegida con por reja de hierro. Una línea de impostas la separa de la segunda planta en la que se abrían las ventanas del salón de sesiones (transformadas en balcones en el siglo XVIII.) La planta noble se separa de la tercera mediante otra imposta en la que se inscribe una sucesión ininterrumpida de arcos de medio punto de doble rosca sustentados por pilares y rematada por el alero. Esta galería tenía la función de ennoblecer y embellecer un elemento puramente estructural: la cámara aislante entre el edificio y la cubierta. Con el transcurso del siglo XVI, la galería de arcos se llegaría a convertir en una constante estilística para toda la arquitectura civil aragonesa del quinientos.

Un sencillo alero, compuesto por ménsulas soportando una madera en saledizo, cierra la fachada y la preserva de la lluvia.

Sencillez en la composición, racionalidad estructural y funcionalidad, articulación en tres cuerpos horizontales, rotundidad volumétrica, sobriedad decorativa con excepción de las piedras armeras... Todos estos elementos responden al mismo lenguaje que el resto de la arquitectura civil aragonesa del quinientos que perdurará hasta bien entrado el siglo XVIII.

En estos mismos momentos en los que se construye la casa consistorial, los ricos-hombres se afanaban por hacer ostentación de su status social a través de la construcción de magníficas casas solariegas, auténticos palacios ciudadanos que dan muestra del poder y el dinero de sus dueños, nobles y comerciantes.

Un buen ejemplo es Casa Marro, cuya fachada repite el modelo de la arquitectura civil del quinientos y en la que destaca un magnífico alero de madera labrada con guirnaldas vegetales, roleos y piñas pinjantes, que recuerdan a las del Palacio de los Argensola en Barbastro.

 

Desde la Plaza Mayor me dirijo al Portal de la Fuente,antiguamente en este entorno actualmente rehabilitado, estaba ubicado el matadero, que ahora aparece convertido en un espacio de ocio y esparcimiento para los vecinos, donde hay un mirador desde el que se pueden contemplar unas maravillosas vistas del Somontano. Desde aquí continúo por el Camino de las Fuentes.

En el kilómetro paro ante la fuente monumental de los doce caños.

En la zona de los huertos se encuentra la Fuente del Lavadero. Es el principal manantial de los que existen en aquella zona, pues su caudal supera los 60 litros de agua por segundo. Durante todo el año mana a una temperatura de 15-16 º C.

El agua, que llega a cielo abierto a través de un túnel excavado en la roca de unos 35 metros, riega los huertos del entorno y por una acequia semisubterránea denominada del Regalo, llega a regar también campos de olivos, frutales y viñedos.

Esta obra contiene todos los elementos que definen el modelo de fuente construido en el Somontano desde el Siglo XVI, como el arco de medio punto que cobija los caños; la pila a la que vierten el agua, el abrevadero y el lavadero. El agua sobrante regaba los huertos cercanos. El escudo de la Villa, que nos habla de quien financió la obra, aunque el cantero que lo talló se equivocó. Pero aun así hay algunas diferencias en esta fuente, como los capiteles con rosetas, hojas de acanto, volutas…Por lo que parece su autor conocía las modas que se imponían en los círculos cultos.

Esta fuente, datada a través de una inscripción epigráfica en 1735, es la más monumental de cuantas se construyeron en el Somontano. Además de pilastras molduradas, capiteles con rosetas, carnosas hojas de acanto y volutas, presenta 12 cabezas de león a través de cuyas bocas vierten los caños. Todo ello denota un buen conocimiento por parte del autor del lenguaje clasicista.

Por su magnífica decoración y estructura, no responde al concepto de fuente tradicional, sino a un modelo culto, que desempeñó en las ciudades y pueblos un papel ornamental y simbólico, representando dignamente el orgullo de toda una sociedad y de las autoridades municipales, que como celebra el escudo que las preside, habían traído la bondad de las aguas y la prosperidad de sus habitantes.Aquí se encuentra también el inicio de la ruta de los huertos, que están próximos a la Fuente. En ella aparece la fecha de 1735, pero su uso seguramente se remonta a mucho atrás. Se nutre de una mina de agua, con la que se riegan las huertas cercanas y a través de la acequia del Regalo, campos de cultivo alejados. Las minas de agua son un método ancestral y universal para captar el líquido en lugares donde escasea a nivel superficial. Mediante un túnel se alcanza la veta de agua, sacándola al exterior por una galería con una ligera pendiente.Esta fuente junto con la de San Francisco en Barbastro, son las más monumentales del Somontano.

 

 

 

En el kilómetro   1,70, conecto con la carretera A-133, donde por la derecha me dirijo a Estada.

En el kilómetro 2,42, paro a ver el puente romano sobre el Barranco de la Sierra.

En el kilómetro 3,51 llego a Estada.

La villa de Estada se encuentra en el valle del Cinca, junto al canal de Aragón y Cataluña. Su nombre procede del latín “Stata” y hace referencia a una de las paradas que jalonaban un camino municipal romano. El origen de la población está en la Villa Stata romana, un importante asentamiento agrícola fortificado de época tardo romana (siglo VI). Los mosaicos pertenecientes a las salas nobles de la villa se custodian en el Museo Provincial de Zaragoza. Fue conquistada a los musulmanes en el 1087 por Pedro I que la fortificó. LaIglesia parroquial está dedicada a San Pedro y es obra del siglo XVIII (1740-1747) En su construcción se utilizaron diferentes aparejos, algunos procedentes de la iglesia románica a la que sustituyó. El vano y la portada de piedra abiertos en el muro de los pies, con sus curvas y contra curvas, expresan el nuevo lenguaje barroco. La torre campanario, decorada con aplicaciones cerámicas y formas curvas y geométricas a base de ladrillo aplantillado, ofrece un singular aire neo mudéjar.El Embalse de “El Ciego” donde el río se remansa, constituye un interesante humedal ocupado por anátidas, garzas, cormoranes y gaviotas invernantes.

En el kilómetro5, conecto con la carretera N-123, a la altura del Canal de Arias.

En el kilómetro 8,10 paro en el área de descanso donde se encuentra los cinco caballos del escultor Julio Tapia, están realizadas en acero corten de entre tres y cinco metros de alzada.

En el kilómetro, 8,44, paso el primer túnel

En el kilómetro 8,59. me desvío a la izquierda, hacia Olvena, e inmediatamente cruzo el puente sobre el río Ésera desde donde contemplo El Puente del Diablo, situado a un lado y debajo del moderno.

Con sus numerosos ríos y su población dispersa en pequeños núcleos, el Somontano ha estado tradicionalmente cruzado por multitud de caminos que debían salvar congostos como el de Olvena.En la época medieval, la construcción de un puente era un lujo por lo costoso. Sólo se acometía cuando se tenían cubiertas otras necesidades más importantes (como los edificios religiosos o las defensas), en ríos muy caudalosos o en puntos de fuertes desniveles.Solo los reyes, los ricos y poderosos podían asumir los gastos de su construcción. Por eso, lo más frecuente era que se financiase con limosnas que se pedían en las principales ciudades y villas del reino a cambio de indulgencias y de legados de testamentos, (aunque estas aportaciones eran marginales por su escasa cuantía).La magnitud de estas obras y su perdurabilidad más allá de las generaciones de los hombres atribuyeron a los puentes un carácter mágico y sobrenatural. Por eso y también por su atrevimiento técnico, es frecuente que las leyendas, como aquí, pongan al mismo diablo como artífice.

Se cuenta que una bella muchacha de Olvena, harta de tener que vadear el río como todos sus vecinos para llegar al pueblo, ofreció su alma al diablo a cambio de que éste construyera un puente, con la única condición de que el demonio lo tenía que hacer a lo largo de una sola noche. Satanás aceptó el trato y quedaron en que, si él edificaba el puente antes de que cantara el gallo, la muchacha le entregaría su alma.

Pese a que las artimañas del diablo hicieron que el puente se alzara en tan solo una noche, poco antes del amanecer la chica puso un candil delante del gallo, que creyendo que era de día, cantó. El diablo dejó la obra inconclusa (a falta de la última piedra), perdió su apuesta y tuvo que huir a los infiernos sin conseguir su propósito.Esta leyenda nos la pueden contar en muchos otros lugares de Aragón casi con el mismo argumento, pero cambiando el escenario, sin embargo, es éste uno de los lugares donde es más fácil evocarla.

Los puentes medievales son estrechos porque entonces los caminos no eran más que sendas. Sólo se empezarían a hacer más anchos cuando se difundió el uso del carro. Suelen asentarse sobre la roca, que les proporciona buenos apoyos para los cimientos. Por eso su construcción es más compleja y requirió más esfuerzo que la de los puentes más modernos, que a menudo se alzan sobre el lecho del río. Por su mejor fábrica y acabado, su durabilidad es mayor y han resistido mejor las súbitas e intensas crecidas de nuestros ríos.

Como los de la Sierra o el del Diablo, los puentes medievales suelen tener un solo arco pero de considerable luz y altura, lo que les proporciona una hermosa y esbelta silueta.El puente del diablo consta de un gran ojo central de medio punto, apeado en la roca viva, en la que se ha labrado asiento en ambas orillas. En los laterales, sendos ojos pequeños, sirven de aliviadero.

En el kilómetro 8,67, atravieso un túnel escavado a pico y sin revestimiento de ningún tipo. Desde este punto la carretera inicia un ascenso en principio asumible, pero al poco hay tramos de cuesta penosos.

 En el kilómetro 10,77, corono la subida, y diviso Ólvena, y contemplo el congosto a mis pies.

En el kilómetro11,38, llego a Ólvena.

Por su situación geográfica, Olvena se encuentra a caballo entre dos comarcas altoaragonesas de fuerte personalidad. El paisaje de su término municipal, plagado de olivos, almendros y campos de cereal, define al Somontano de Barbastro, aunque también aparece en la zona más meridional de la Ribagorza. Otra característica que comparte con ambas comarcas es su arquitectura popular, los materiales, las casas y especialmente, el trazado de sus calles, son una buena muestra del aspecto original de los pueblos de estas comarcas hasta hace pocos años. A mediados del SigloXIX, el término de Ólvena no sólo destacaba por las cosechas de cereales, olivas y almendras sino también por la producción de seda, y gracias a su cercanía a dos importantes ríos, por la pesca de truchas, barbos y anguilas.

El nombre de Ólvena parece proceder del nombre romano de persona Ulvus o Ulvius, aunque la primera noticia que tenemos de esta población se remonta a la Edad Media, en ésta época tiene su origen un pequeño castillo o torreón cuya función era salvaguardar y vigilar el estratégico paso del Congosto. A partir de este puesto militar, las viviendas del pueblo se fueron estableciendo a su resguardo en la cercana ladera.

De aquella época se conservan, así mismo los restos de la antigua ermita del Santo Cristo, que debió de servir de capilla al antiguo castillo. Esta ermita se construyó en el siglo XII y contaba originalmente con un ábside semicircular, de estilo románico, que perdió en una reforma efectuada durante el siglo XVII. Situada a muy poca distancia de la confluencia entre los ríos pirenaicos Cinca y Ésera, esta población ocupa un lugar privilegiado ya que su término municipal incluye una importante superficie de huertas cercanas al río Cinca, así como una gran porción del Congosto formado por el río Ésera.

Hasta hace pocos años, esta garganta solo era atravesada por algunas estrechas sendas que, aunque no llegaban a recorrerlo en su totalidad contaban con la presencia de dos puentes de origen medieval llamados del Diablo y de La Sierra.

Cuenta la leyenda que el Puente del Diablo recibe este nombre porque una moza de Ólvena pactó su construcción con el demonio de tal manera que, si éste era capaz de acabarlo antes de que cantara el gallo, recibiría a cambio el alma de la doncella. El Diablo iba a poner la última piedra cuando aún no había amanecido, pero, al verlo, la moza se acercó con una luz a un gallo para que cantara antes de hora, y el diablo resultó burlado.

Subiendo al cementerio hay un magnífico mirador desde el que veo el Pirineo, y el Congosto. Después de disfrutar de Ólvena y sus paisajes inicio el regreso.

En el kilómetro 15,33, después de un maravilloso descenso desde Ólvena, llego de nuevo a la carretera nacional 123.

En el kilómetro 15,57, me desvío por la izquierda para proseguir por el camino de servicio del canal del Canal de Aragón.

En el kilómetro 17, llego a una presa que me impide continuar, por lo que me veo obligado a retroceder, pero en el kilómetro 17,22, veo a mi izquierda un camino malo, pero al fin y al cabo camino, que desciende a la carretera.

En el kilómetro 17,36, estoy de nuevo en la CN 123, de nuevo.

En el kilómetro 18,92, me desvío a Estada, y Estadilla.

En el kilómetro 22,79, llego a Estadilla, principio y final de esta ruta.

Las fotografías aparecen por orden de ruta.

Serafín Martín.

Fuentes propias y:

http://turismosomontano.es/es/que-ver-que-hacer/pueblos/estadilla