MIS RUTAS EN BICI |SERAFIN MARTIN29/01/2020 |   martingraciaserafin@gmail.com

 

Ruta 0179.- Las Ventas de Santa Lucía, Perarrúa, El despoblado de el Món de Perrarrúa , fortaleza de Perarrúa, Besians, Santaliestra.

 

 

 

 

Ruta 0179.- Las Ventas de Santa Lucía, Perarrúa, El despoblado de el Món de Perrarrúa , fortaleza de Perarrúa, Besians, Santaliestra.

El día 14 de octubre de 2019, llevo un total de 1028 kilómetros.

Ribagorza Año Mil. Hace ahora unos mil años, Ribagorza vivió un momento histórico transcendental. El territorio pugnaba  por salir de la bruma altomedieval y asentar su independencia política frente a musulmanes y estados cristianos vecinos. Pero el asesinato del último y joven conde Guillermo en el Valle de Arán, allá por el año 1016 truncó esas aspiraciones. El viejo condado, nacido al amparo de un depuesto conde tolosano en el año 872, sucumbió así ante el nuevo mapa político fraguado en tierras pirenaicas. Ribagorza fue incorporada a los dominios del rey pamplonés Sancho III el Mayor hacia 1019 y, más tarde, a los de Ramiro I rey de Aragón en torno a 1044. Para entonar su particular canto del cisne y renacer dentro del reno de Aragón, el antiguo condado se vistió de gala con la mejor arquitectura de la época.

La ruta de hoy la inicio en las Ventas de Santa Lucía, partiendo por la carretera A-139, hacia Santa Liestra.

En el kilómetro, 4,60, me desvío por la izquierda a Perarrúa. Me recibe a la entrada su magnífico puente.

La contemplación serena del Puente de Perarrúa es una fuente de sensaciones. El río Ésera y el puente medieval son viejos conocidos que., con el tiempo, se han fundido en una sola imagen. En ocasiones, se vuelven a desafiar, uno con violentas crecidas y el otro haciendo ostentación de su fuerza y robustez. Una vez más. Esta imagen se mantiene desde el siglo XII, época en que se construyó  el puente. Su gran arco central cimenta sus pilares en afloramientos rocosos salvando el lecho principal del rio. Los pilares están defendidos por tajamares triangulares que a modo de quilla, reciben el impacto erosivo del agua, preservando así la estructura del puente. En los laterales, dos arcos menores completan la estructura del puente, de perfil alomado con pendiente hacia ambos tramos de la calzada.

Aguas arriba de Perarrúa del Ésera reduce su pendiente y dibuja un valle abierto con trazado sinuoso y discretos meandros que facilitan la deposición de sedimentos- estos materiales reposan sobre estratos rocosos moldeados por la continua acción de las aguas. Al llegar a Perarrúa el valle se estrecha y el río se acopla a la resistencia del terreno, en un tramo donde se han construido los dos puentes de la localidad. Entre ambos se localiza la Gorga de Perarrúa.

Esta poza natural apreciada por los bañistas tiene su origen en el afloramiento de rocas de gran resistencia que canalizan la corriente. El perpetuo paso de las aguas ha ido desgastando la roca y el cauce ha quedado delimitado por paredes de estratos rocosos. La orilla izquierda se encuentra tapizada por una playa de gravas depositadas en épocas de aguas altas.

En el kilómetro 5, una vez disfrutado del puente y las márgenes del Río Ésera, entro en el pueblo por ésta maravilla medieval.

Perarrúa (Perarruga en aragonés ribagorzano) ​ es un municipio de la provincia de Huesca, en la comunidad autónoma de Aragón,. Pertenece a la comarca de la Ribagorza y al partido judicial de Barbastro. Está situado en el valle del río Ésera, en la cuenca del río Cinca. Cinco siglos separan al casco urbano moderno de Perarrúa del antiguo, en relación con la época del castillo y de los edificios que sirvieron de base al actual núcleo de población.

Perarrúa es el resultado de varios poblamientos anteriores. Ya en el siglo VI, el testamento del diácono Vicente menciona la localidad de Petraroveidea  en esta zona. Petra Roba, Petra Rubea, Petra Roja o Perarrúa son nombres asociados al núcleo medieval de San Martín, cuyos restos, incluidos los de su iglesia románica (Siglo XII), habitan el monte por cuya ladera discurre la pista que sube hasta El Mon. Este último nació a la sombra del castillo y actualmente está deshabitado. Sus gentes , junto a las del también despoblado Arués, formaron la parroquia de San Clemente. El avance cristiano permitió bajar a las fértiles tierras del valle. Así surgió Ribera, que conserva su primitiva parroquial románica (Siglo XII) reconvertida en ermita del cementerio. Hoy en día, es un barrio de la Perarrúa que fue creciendo a orillas del Ésera y aglutinando todo este pasado. Quizás toda esta historia sea mucho más vieja y se remonte, al menos, hasta una misteriosa acumulación de túmulos oculta  en el monte, que los lugareños conocen como el cementerio celta.

En el siglo XII las fronteras del reino de Aragón quedaban ya muy al Sur. Para entonces, Perarrúa había dejado de situarse en la línea de frontera entre cristianos y musulmanes y se podía acometer una obra de envergadura con seguridad y recursos mejorando las comunicaciones en suelo aragonés consolidado. Perarrúa y el castillo del Mon estuvo bajo la autoridad de varios tenentes a lo largo de ese siglo. Para 1110 ejercía este poder Raimundo Amat, López Iñiguez entre 1126 y 1129, Iñigo Jimenones de 1130 a 1134, Miguel de Rada de 1134 a 1136 y Gaufredo Pegri en 1137. En el resto del siglo se desconocen los nombres de los que ejercieron como señores de Perarrúa. La iniciativa de construir el puente bien pudo corresponder a algunos de estos nobles, o quizás se contó con un impulso real si se estimo lo suficientemente estratégico. En los pueblos que no tenían esa suerte, los concejos debían costear este tipo de obras públicas por si mismos mediante un impuesto a los vecinos, la llamada sisa. Al finalizarse la construcción el concejo alquilaba la gestión del puente a un particular que se ocupaba de su mantenimiento y de cobrar un peaje, el portazgo, a aquellos transeúntes que no eran del pueblo. A lo largo de la Edad Media, las tierras de Sobrarbe y Ribagorza tuvieron uno de sus puntos neurálgicos en Graus. Desde allí partían caminos hacia el Norte por caminos por el Valle del Cinca hasta el paso pirenaico de  Bielsa, por el Río Isábena hasta alcanzar la entrada del Valle de Arán y, remontando el Río Ésera, se llegaba al puerto de Benasque. En este tramo eran importantes ciertos puentes, como el de Perarrúa, que con su amplia calzada permitía el paso de carros de mercancías y carruajes.

Desde Perarrúa diviso el imponente conjunto defensivo de El Mon, al estar situado en un aéreo emplazamiento rocoso que domina el Valle del Ésera.

 

Después de pasear por Perarrúa decido, ir al Mon de Perarrúa, la pista está en bastantes buenas condiciones, en su mayoría asfaltada, pero en pequeños tramos con curvas  encementada  toscamente, que en este día era peligrosa porque la bici resbalaba. Conforme voy subiendo siempre veo ante mí la impresionante imagen de los restos de la  fortaleza. Pero la visita a está la dejo para después de la visita al despoblado.

En el kilómetro. 8,62, aparecen las primeras construcciones de Mon de Perarrúa. . Este despoblado de unas once casas están construidas sin ningún orden ni concierto, y bastantes dispersas unas de otras. Aunque yo no la vi debido a la premura  por el mal tiempo, junto a Casa San Cerní, se encuentran las ruinas de la ermita de San Isidro, pequeño oratorio, construido a mediados del siglo XVIII.  El origen del Mon de Perarrúa parece que es romano, aunque los primeros textos datan de mediados del siglo VI.

En el kilómetro 9,40, entro a visitar lo que fueron las escuelas, o lo que queda de ella. Es difícil imaginar en su actual estado, que hubiera niños atentos a las explicaciones de un maestro o maestra  y niños corriendo o riendo por estas ruinas.  El pueblo está abandonado y desde hace más de 40 años. Los recursos de este pueblo fueron más bien escasos en general, los cultivos principales fueron el trigo y el centeno y frutales de secano como almendros y olivos principalmente, también hubo actividad de colmenas para la obtención de miel y cera. Las fiestas grandes eran para san Clemente, el día 23 de Noviembre, y las pequeñas para San Isidro, el día 15 de Mayo. En el año 1900 tenía 68 habitantes, en  1910,86 habitantes, en  1920,72 habitantes, en  1930,75 habitantes, en  1940,77 habitantes, en  1950,71 habitantes, en  1960,43 habitantes, en 1970,1 habitantes.

En el kilómetro, 9,58, llego a Casa Molí, la única casa rehabilitada y habitada todo el año. Paco su propietario  andaba cerca por el huerto y tuve el placer de charlar con él. Paco  nació aquí y estuvo por esos mundos más de 40 años, y ahora ha decido regresar aquí, cosa que le alabo el gusto. Una vez he fotografiado las ruinas del resto de las casas inicio el descenso.

En el kilómetro. 10,38, me desvío por la izquierda a la fortaleza de San Clemente. Para llegar a ella hay una pista de tierra en muy buen estado.

En el kilómetro, 10,75, llego a la fortaleza. Tal vez el precedente del Castillo de Perarrúa sea el mismo Castro Pelato que, según las fuentes medievales vigilaba el Valle del Ésera junto al de Fantova ya en época de la Ribagorza independiente. Algunas piedras de gran tamaño de la muralla y la base de la torre podrían pertenecer a ese antiguo bastión. La fortaleza que ha llegado a nuestros días es algo más reciente y su construcción parece estar relacionada con la estancia del rey Sancho III el mayor de Pamplona y su esposa Doña Mayor en “Petrarueba”, en alguna fecha que oscila entre los años 1016 y 1018. Entonces el monarca navarro iniciaba la anexión del viejo condado reclamando los derechos sucesorios de su mujer tras el asesinato del último conde, su Tío Guillermo Isámez. Sancho Garcés  III el mayor (1004 al 1035) fue rey de Pamplona. Heredó el reino, incluidas las tierras del antiguo Condado de Aragón, de su padre García Sánchez II el Temblón, siendo niño. Casó con Doña Mayor, hija del Conde sancho García de Castilla y, por tanto entroncada con la dinastía condal ribagorzana. Su política expansionista y los derechos sucesorios de su esposa le llevaron a sumar un buen número de territorios. Recuperó antiguas plazas fuertes del occidente aragonés y amplió sus conquistas hacia el este, incorporando los antiguos condados  de Sobrarbe y Ribagorza, en donde Perarrúa se convirtió en una baza fundamental. Otro tanto hizo con el condado de Castilla. Una red de fortalezas a pocas horas de distancia unas de otras y comunicadas visualmente, acompañó a esta expansión. También impulsó la llegada de la Orden benedictina. A su muerte el reino de Pamplona correspondió a su hijo García, el de Castilla a Fernando y el de Sobrarbe, y Ribagorza a Gonzalo y Aragón sin potestad real, fue para Ramiro.

La fortaleza ocupa una plataforma rocosa asomada al valle y solo accesible por el oeste. Un foso y un torreón circular u oval, perfectamente integrado en la muralla, protegían esta parte más vulnerable. La entrada original al recinto debió ser la misma que se utilizaba hasta tiempos recientes, a la que conduce un caminito que se trazó bajo  la protección de los muros. Junto a la cabecera de la iglesia de San Clemente, construida en el siglo XVI, también son visibles un par de aljibes. El tipo de aparejo utilizado, bastante desigual, y las irregularidades observadas en el alzado y la planta de las torre indican que sus constructores fueron albañiles locales, posiblemente aprendices de los maestros lombardos llegados hacia tiempo. Esta torre consta de basamento macizo; piso de acceso, del que solo queda un estrecho vano dirigido al oeste que presenta un pronunciado derrame interno, potenciando la entrada de la luz sin perder capacidad defensiva. Todos los pisos eran de madera y se apoyaban en el retranqueo de los muros i en mechinales; seguidamente un primer piso de defensa, del que quedan dos vanos de medio punto y abovedados que daban acceso a los cadalsos, que eran los balcones de madera preparados para una defensa vertical. También hay un hueco rectangular abierto en arco de medio punto que es el retrete, un servicio que sólo aparecía en las torres más preparadas para soportar asedios prolongados. Encima de éste, se encuentra el segundo piso defensivo, que conserva un vano similar a los del piso inferior. Daba paso a un cadalso que se combinaba con los inferiores para lograr una perfecta defensa vertical. Y por último coronando la torre, la falsa, Como en otros casos, se puede suponer que el último piso fue una falsa con vanos cuadrados y cubierta de madera.

Después de haber disfrutado de este magnífico conjunto fortificado, inicio el descenso a Perarrúa.

En el kilómetro, 13,85, estoy de nuevo en Perarrúa, desde donde continúo, por camino asfaltado que discurre por la margen derecha del Río Ésera, hacia Besians,  la PR-HU-44.

En el kilómetro, 15,70, este camino conecta con el que se dirige al cercano cementerio de Besians.

En el kilómetro. 15,90, llego a Besians.

Besians  es un pueblo de la Ribagorza situado a 3 km de Perarrúa, a cuyo término municipal pertenece, en la provincia de Huesca. En 1991 tenía 79 habitantes. Besians (que pertenecía a Santa Liestra), y Caballera, junto con otros núcleos poblacionales, aunque éste último paso a pertenecer a Santa Liestra y San Quílez en el s. XIX.

 Besians (Besssiens, de origen latino VICINUS, aldea o reunión de casas) fue el primer poblado cristiano de la zona (alrededor del s. X). Besians presenta dos ubicaciones, la primitiva, de origen medieval, con la iglesia de San Juan (s. XII), actualmente abandonada, y el casco moderno, en la ribera del Ésera.

Chabier Tomás Arias en su libro sobre el aragonés viejosobrarbés registra en Besians los artículos a, as, de forma similar a La Fueva, aunque se hable ribagorzano.

En la pastorada de Besians se puede leer un pasado perfecto sintético en lo cielo ie fizo un gran prodigio. No obstante es problemático relacionar el habla de las pastoradas ribagorzanas con el ribagorzano del pasado reciente porque, en opinión de algunos autores, algunos trozos imitan el habla de La Fueva o el Sobrarbe, considerada más rústica que el ribagorzano. La iglesia de San Juan Evangelista de Besians, es  una iglesia del siglo XII en estilo románico, considerada como una de las joyas del arte románico en la Ribagorza.

De Besians me dirijo a visitar el Puente románico.

En el kilómetro 16,59, llego al puente románico.

En la Edad Media  el diseño y construcción de los puentes bebía todavía de la tradición romana. El puente de Besians, construido en el siglo XII,  muestra su línea poderosa con un gran ojo central y tres ojos menores, dos de ellos en la margen izquierda. El haber desafiado con éxito los embates del rio a lo largo de nueve siglos le confiere un sabor añejo bajo el que se trasluce el orgullo del veterano. Mucho le queda a su compañero, el puente de hormigón del siglo XX, para alcanzar esa grandeza. El puente es de línea quebrada, ya que no corta perpendicularmente el lecho del rio. Esto se debe a la búsqueda del sustrato rocoso como cimiento de los pilares centrales que sostienen el arco principal con el que se salva el rio. En la creencia de que el arco medio de medio punto podía resultar arriesgado para sustentar este tipo de obras, estos se construyeron más altos y estrechos con el fin de que la carga se distribuyera en un sentido vertical. En Besians casi se llega a un cierto apuntamiento gótico para salvar el lecho principal. Como resultado lógico de este arco central tan alto, los arcos laterales son de mucha menor altura creándose un perfil alomado muy característico. De este modo la calzada del puente tiene una fuerte pendiente a ambos lados. Los pilares van protegidos por tajamares triangulares, más pronunciados aguas arriba que, a modo de quilla, cortan el agua en las crecidas aliviando su impacto sobre el puente. Los tajamares se prolongan hasta lo alto del puente por lo que la calzada amplia su anchura en planta sobre ellos.

La mayoría de los puentes antiguos solían tener un número impar de arcos. Esto se debía a que siempre se trataba de evitar levantar un pilar en el centro del río, donde la profundidad es mayor, la corriente es más rápida (y por tanto, la erosión del agua) y hay más peligro de sufrir impactos por árboles u otros elementos arrastrados. El puente de Besians, aunque posee cuatro ojos, se atiene a la norma de evitar el centro del río para la cimentación y su número par es más bien fruto de la irregularidad de la obra debido al trazado quebrado que sigue. El puente hubo de ser construido al gusto del terreno, buscando dos afloramientos rocosos para cimentar los pilares centrales. Al quedar el saliente de roca más atrasado en la margen izquierda, obligó a la asimetría en toda la obra.  Su material de construcción es exclusivamente la piedra, aunque en aquella época también se hacían puentes de madera y puentes mixtos, con pilares de piedra y pasarela de madera. En el puente de Besians los mejores sillares se colocaron en los pilares. Los arcos se trazaron con dovelas  muy estrechas y alargadas, quizás para moldear  mejor las líneas un tanto irregulares de todos ellos, más difíciles de trazar con dovelas más anchas. La parte más alta del puente se completó con sillarejo y mampostería, con algunas piedras de muy pequeño tamaño.

En el kilómetro 17, conecto con la carretera A-139. Prosiguiendo ruta hacia por ella en dirección  Santaliestra, a pesar de los chubascazos.

En el kilómetro.  19,60, llego a Santaliestra.

Lo que actualmente se conoce como pueblo de Santaliestra y San Quílez, ocupa una franja de terreno junto al río Ésera que va desde La Antianza, aguas abajo del mayor núcleo habitado, hasta Las Mosqueras, aguas arriba del mismo.
Incluidos en esta delimitación, se encuentran los pueblos, aldeas y casas de Caballera, Casa de Olinias, en la margen derecha del río, y La Corona, Castelbllan y La Pllana, en la margen izquierda.

El Municipio cuenta según censo del 2005, con 114 habitantes, en los cuales aún perdura el habla aragonesa en su dialecto ribagorzano. El gentilicio es "Santaliestranos".

El nombre de Santaliestra y San Quílez se deriva de los dos núcleos poblacionales que se asentaron en las proximidades de dos ermitas dedicadas a los santos citados, siendo Santaliestra el situado más al norte (La Pllana) y compuesto por siete casas que forman en la actualidad uno de los parajes más pintorescos de la población al cual se accedía por un estrecho puente fácilmente defendible y por el que discurre en la actualidad un acequia de riego y San Quílez tuvo su origen en la ermita del mismo nombre siendo en su inicio su nombre “La Cuadra de San Quílez” situado más al sur, siendo este el principal núcleo poblacional del municipio.

El pueblo en si está compuesto de tres de barrios de viviendas (San Quílez, Hotel con los Chalets y la Pllana). El grupo principal (San Quílez) se alinea en torno a la calle Benasque que sale de una plaza (placeta Blasco) y acaba en la Iglesia Parroquial. Tiene algunos edificios de interés, como la casa Blasco, con puertas de arco de medio punto y notables dinteles con inscripciones, en una de ellas se puede leer el apellido Blasco, escudo de armas, un paso bajo arco y elementos de arquitectura tradicional de esta zona componen un curioso rincón. En este núcleo encontramos el Ayuntamiento (Salón Social, Servicio Médico, Secretaria y Archivo Municipal) y el futuro Albergue (en construcción).

En el kilómetro, 20,55, estoy en la Iglesia de Santaliestra, con advocación a la Ascensión de Nuestra Señora, construida  entre los siglos XIII y XIV que conserva una gran torre de planta cuadrada del siglo XVI y que fue restaurada en el XVIII. Posee una nave con ábside plano, con interesantes ménsulas

Muy cerca de la Iglesia y junto a la carretera A-139 que lleva a Benasque está el Hotel Ésera y unas cuantos chalets. 
Desde  la iglesia continúo por un camino asfaltado situado a los pies de su torre y que discurre por la margen izquierda del río. Este camino me lleva a un  puente. Se trata de un antiguo acueducto relacionado con la acequia de Santa Liestra, una antigua obra hidráulica que actuó como puente, formando parte del camino hacia Benasque. Actualmente presenta un excelente estado de conservación, tras una reciente restauración. Este puente me lleva a un pequeño conjunto de casas junto a la carretera y con una calle pintoresca flanqueada por una acequia descubierta, un arco, y jardines formando un rincón formado por un arco y Casa Coma.  
Desde aquí salgo a la carretera para proseguir ruta en dirección a la ermita de La Piedad, pero es tal la cantidad de lluvia que cae, que desisto.

En el kilómetro 21,82, me doy la vuelta.

En el kilómetro., 32,70, estoy de regreso  en Las ventas de Santa Lucía.

Las fotografías aparecen por orden de ruta.

Serafín Martín.

Fuentes propias y:

Ribagorza Año Mil.

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