MIS RUTAS EN BICI |SERAFIN MARTIN02/06/2021 |   martingraciaserafin@gmail.com

Ruta 0123.-Erla, Ejea, Pantano de San Bartolomé, Farasdués, Camino del Canal de Bardenas, Erla.

 

 


Ruta 0123.-Erla, Ejea, Pantano de San Bartolomé, Farasdués, Camino del Canal de Bardenas, Erla.


El 6 de Septiembre de 2014 llevo un total de 10.208 kilómetros.  
La comarca de las Cinco Villas es extensa y goza de diferentes microclimas según las localidades se encuentren en sus estepas, sus bosques o sus ríos. En general, y como buena parte del territorio aragonés, tiene un clima continental de temperaturas extremas. Las heladas en invierno son muy habituales, así como las máximas en verano.
La Ruta de hoy comienza en la localidad Cincovillesa de Erla. La localidad de Erla pertenece a la Comarca de las Cinco Villas y está situada a 60 Km. de Zaragoza y 425 metros de altitud.
Su término tiene una superficie de 19 kilómetros cuadrados y cuenta con una población aproximada de 400 habitantes, a los que se conoce con el gentilicio de Erlano.
La villa de Erla se encuentra situada en pleno corazón de las Cinco y se alza sobre un cerro en el margen derecho del río Arba de Biel.
La iglesia de Santa María de planta románica, aunque con el ábside poligonal tiene elementos del gótico primitivo.
La torre del señorío de Erla es una de las más notables que existen en la provincia.
Dentro del término municipal y de propiedad privada se encuentran el castillo de Santia y el castillo de Paúles. Del castillo de la Corona sólo perduran dos torreones rectangulares de argamasa.
De Erla salgo por la Calle de las Cruces, atravesando la A-125  por un puente, en dirección al Pantano de Paúles, que se sitúa a la izquierda de mi marcha, y a unos 200 metros más adelante, giro a la izquierda, atravieso el Río Arba de Biél,  por  una pista recta, en buen estado, escoltado por grandes plátanos, en dirección a la Finca de Las Paúles, llegando a este lugar con 4,22 kilómetros.
El castillo de Paúles,  llegó a tener más de cien personas viviendo entre sus casas construidas al efecto ,y que llegó a contar con su propia iglesia  y cementerio lo que nos hace imaginar el poder económico del dueño de esta finca, que cuenta con una Casa Palacio parecida a los Pazos Gallegos. El año 1950, se despobló todo el conjunto de viviendas, también  se eliminaría la vaquería y con ella, el pajar que solo podía ser un “cado de ratas”, frente al castillo.
El castillo ya existía en 1092, pues su iglesia figura entre las entregadas a San Juan de la Peña. Fue reconstruido por la familia Ena en la mitad del siglo XIX. La torre parece remontarse al siglo XV.
El castillo, de origen medieval, fue reconstruido en el siglo XIX. Conserva de la época anterior la sala, formada por una nave cubierta por vigas de madera que descansan sobre arcos apuntados. Hay en ella dos saeteras antiguas. La torre, está situada en el extremo nordeste del conjunto, de planta cuadrada, en su base original. El remate, como el del cuerpo principal del edificio es almenado y se desarrolla sobre una galería de arcos de medio punto en el tercer piso y grandes huecos protegidos por rejas en el segundo. El resultado es de una desbordante imaginación y combina invariantes de distintas épocas con un criterio compositivo común.
La capilla del castillo, está adosada al flanco sur del castillo, formada por un volumen de planta rectangular con cubierta a dos aguas y muros de mampostería. La fachada es de sillería, con portada adintelada, flanqueada por estípites de volutas y coronada por una arquitrabe que se remata con escudo. Sobre él se dispone un óculo de iluminación del interior, una sencilla cornisa y un campanil. El interior es de una sola nave con bóveda encamonada de cañón seguido, marcada por dos arcos fajones que apoya sobre entablamento y pilastras que no reciben pero se corresponden con los arcos.
Ante la Iglesia y su castillo, se encuentra una cruz o crucero  casi arrinconada entre viejos edificios. Esta sencilla cruz, realizada como un pilar de  piedras picadas, terminando en punta y con una cruz de hierro sobre ella,  pudo ser algo muy diferente a una Cruz de Término o Crucero, ya que escrito ha quedado, que por “Su aspecto austero hace pensar en su posible condición de Rollo”.
El rollo representaba la categoría administrativa del lugar -sólo se levantaba en las villas- indicando el régimen al que estaba sometido: señorío real, concejil, eclesiástico o monástico. Además marcaba el límite territorial y, en ciertos casos, era un monumento conmemorativo de la concesión del villazgo.
Arquitectónicamente tiene basamento, fuste, cierto número de salientes a modo de gárgolas y un remate. En muchas ocasiones se coronó con cruces de hierro.
En el rollo y la picota subyace una diferencia conceptual, como se ha dicho, que resulta fácil de distinguir: el rollo sólo se levantaba en las villas, mientras que la picota se erigía en todos los lugares.
Estos monumentos se solían ubicar, teniendo en cuenta su función ejemplarizante, a las entradas de las villas o lugares y, generalmente, en la vía de acceso más concurrida. ¿A quién se ponía en el rollo/picota? A mercaderes que usaban pesos y medidas no legales, cortesanas, jurados corrompidos, falsificadores, conspiradores, injuriosos, etc.
Sigo la pista hacia la zona llamada de la  Varluenga donde en el kilómetro  6,10,.paro a fotografiar una gran alberca, que son almacenes de agua para riego por aspersión pero que han creado el clima propicio para que aniden aves acuáticas, os aconsejo que os quedéis a observar con prismáticos la fauna de dichos humedales artificiales.
En el kilómetro 10,60 paro a fotografiar una bandada de buitres posados en un muladar.
Unos pocos kilómetros después, llego a las inmediaciones del  Parque los Boalares se encuentra a unos dos kilómetros al este de Ejea de los Caballeros, ocupa dos cerros y sus alrededores. Su flora y fauna se enclavan en el tránsito hacia la estepa semi-desértica. Tiene 225 hectáreas de vegetación, en su mayor parte pinos y monte bajo (romero y tomillo). Este espacio, concebido como parque recreativo, ofrece al visitante las siguientes prestaciones: itinerarios de orientación en la naturaleza, circuito señalizado de footing, hogares para barbacoas, fuentes de agua potable, zonas con bancos para descansar, senderismo y bicicleta de montaña.
En el kilómetro  19,70 llego a la estanca del Gancho. La estanca del Gancho de Ejea de los Caballeros se encuentra próxima al núcleo urbano de La Llana. Es un humedal impresionante y en ella se puede practicar la pesca de perca, carpa y madrilla. Es también una zona de cría de anátidas, donde si la suerte acompaña, se observan negras fochas y ánades reales, los más abundantes, junto al pato cuchara. En ocasiones, la garza real se camufla entre el carrizo.
A continuación llego al barrio ejeano de Lallana. Desde el Barrio de Lallana desciendo al casco urbano de Ejea de los Caballeros . Son Fiestas y muchas calles están cortadas. La localidad de Ejea de los Caballeros pertenece a la Comarca de las Cinco Villas y está situada a 68 Km. de Zaragoza y 346 metros de altitud. Su término tiene una superficie de 609.9 kilómetros cuadrados y cuenta con una población aproximada de 17180 habitantes, a los que se conoce con el gentilicio de ejeano. Comprende las entidades de población de Ejea de los Caballeros, Bardenas, El Bayo, Farasdués, Pinsoro, Rivas, El Sabinar, Santa Anastasia y Valareña.
Ejea de los Caballeros, tercera población de la provincia de Zaragoza, en número de habitantes, da la bienvenida al viajero con su torre almenada de la iglesia fortaleza, el paseante descubre palacios renacentistas, las calles Mediavilla o Herrerías, los barrios del Cuco o la Corona, de ambiente tradicional. Su larga historia hace que tenga un importante patrimonio.
Me dirijo primero a  la Iglesia de Santa María de la Oliva ,patrona de Ejea. La iglesia de Nuestra Señora de la Oliva, construcción barroco popular del siglo XVIII, está situada en los extramuros de la villa histórica de Ejea de los Caballeros, y fue ermita desde el siglo XIII. La actual fisonomía se concretó en el último tercio del siglo XVIII. En su interior se halla la imagen de la Virgen de la Oliva, patrona de Ejea de los Caballeros, y el retablo de la Virgen del Rosario del siglo XVII que se encontraba en la desaparecida iglesia del Hospital del Mercado.
También son importantes los dos lienzos que José Luzán, el maestro de Goya, pintó en el año 1781, una Inmaculada y un San Antonio de Padua, y otras pinturas de posible influencia goyesca en sus pechinas.
Existen numerosos retablos e imágenes de las antiguas ermitas que rodeaban Ejea y que se recogieron en el seno de la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva.
Esta iglesia alberga también dos cuadros, obra de Fra Eustaquio, en torno a los cuales los estudiosos de la historia de la villa han especulado notablemente. La batalla de Luchán y la traída de la imagen de la Virgen de la Oliva de 1804, que cuelgan en la actualidad a ambos lados del presbiterio, nos muestran una Ejea de los Caballeros medieval y amurallada, a la que se accedía por la puerta de Zaragoza, junto a la Iglesia de San Salvador.
A continuación me dirijo a la parte alta donde se encuentra La Iglesia de Santa María de la Corona, de estilo románico del siglo XII, está ubicada en el barrio de la Corona, lugar más elevado de Ejea de los Caballeros. Es de nave única cubierta por bóveda de cañón apuntado, ábside semicircular y un coro de grandes dimensiones. Las almenas exteriores denuncian su antigua condición de iglesia fortificada.
El templo fue consagrado, en el año 1174, por el obispo de Zaragoza, Pedro de Tarroja. Se trata de una iglesia de estilo románico del Cister, con unas influencias artísticas procedentes del monasterio de San Juan de la Peña.
Respecto al exterior, la iglesia resalta por su configuración almenada fuertemente defensiva. De las dos portadas, sólo la sur permanece en estado original. Es una síntesis de la sencillez del primer románico, porque tiene las arquivoltas y las columnas adosadas decoradas con elementos geométricos y ornamentos florales. El crismón se halla solitario en tímpano. En este mismo lado sur existe un hueco en el muro que recuerda la situación de un sarcófago funerario, que en el arco lleva grabado el escudo de armas primigenio de la villa. La torre-campanario de ladrillo no es original y fue construida, junto a la fachada oeste, entre los años 1649 y 1650.
Construida en piedra sillar de arenisca, guarda en su interior muestras de arte mueble románico, mudéjar (púlpito y barandilla del coro), gótico (dos retablos del siglo XV), barroco (su altar mayor) y ejemplos de escultura y pintura de los siglos XVI, XVII y XVIII.
El retablo mayor es de estilo barroco muy abigarrado, y recoge las imágenes de Santa María de la Corona del siglo XIII y otras coetáneas del propio retablo: San Juan Bautista, el primer patrón de Ejea, San José y San Joaquín. En todo lo alto está uno de los dos escudos de la villa.
Destacan también dos retablos góticos del siglo XV, el de Santa Tecla y los Santos Médicos, y el de la Coronación de la Virgen. En el techo de la capilla de la Coronación hay una pintura mural del siglo XIV, donde está representado un Árbol de Jetsé.
Si observamos encima del púlpito, vemos incrustado en el muro un calvario renacentista perteneciente al siglo XVI y caracterizado por un efectismo tremendista.
La capilla del ayuntamiento acoge el escudo original de la villa y una talla muy estimable de Cristo crucificado, de principios del siglo XVII.
Podemos comprobar la profusión de muestras del barroco en los retablos de las capillas de San José, del Pilar, de San Blas y el de la de Santa Ana, que además, tiene una pintura mural del siglo XVIII.
Desciendo a la parte llamada del Muro donde se encuentra la Iglesia de El Salvador. La iglesia de San Salvador, de estilo románico gótico del siglo XIII, está situada en la plaza de la Magdalena de Ejea de los Caballeros, presidiendo la zona baja del casco histórico, en un punto estratégico que en otro tiempo daba entrada al recinto amurallado. La torre gótica almenada y los garitones defensivos confieren al conjunto eclesial esa estampa de baluarte militar de la Edad Media. Fue consagrada por el obispo de Zaragoza Jimeno de Luna, en 1222.
La iglesia de San Salvador tiene dos portadas historiadas, decoradas con magníficos relieves del maestro de Agüero o maestro de San Juan de la Peña. La portada oeste se llama de penitentes y recoge un perfecto crismón sostenido por dos ángeles en el tímpano, además de deliciosos capiteles decorados. La norte es la portada principal y contiene en el recorrido de las arquivoltas una evolución de la vida de Jesucristo. En el tímpano está representada la Ultima Cena y una escena de un flautista y una bailarina. Ambas portadas demuestran la calidad artística y la maestría del escultor.
Si la visión exterior constituye una maravilla, el interior nos reserva una joya, el retablo mayor de estilo gótico internacional del siglo XV, comenzó a pintarlo Blasco de Grañén, en el año 1438, y lo culminó Martín de Soria, en 1476. La imagen titular y la mazonería fueron hechas por Domingo y Mateo de Sariñena.
Este retablo es el mejor de este estilo en Aragón y uno de los mejores de España, por su perfección en la técnica del temple sobre la tabla, por ser uno de los primeros intentos de investigación en España de búsqueda de la profundidad a través de la perspectiva; por reflejar las influencias de la miniatura de los Países Bajos; y por ser un libro abierto al siglo XV, ofreciendo una valiosísima información sobre la forma de vestir, de comer, de trabajar, de la fisonomía de los edificios y de la identidad de Aragón como Reino.
La iglesia también tiene ejemplos de arte renacentista, como el coro y el baptisterio, retablos góticos y barrocos y una sillería del siglo XVII. Muy interesante es la capilla de San Mateo Apóstol, donde encontramos un retablo del siglo XVI y unas esculturas de santos en escayola de la misma época, y la ampliación que, con motivo del Voto a la Virgen que hicieron los ejeanos en 1773 para librarles de una epidemia, dio lugar a la capilla de la Purísima Concepción. El Cristo de Ardiles, la sillería del coro y el órgano completan un conjunto que fue declarado monumento histórico artístico en 1931.
No puedo resistir la tentación de pasar a visitar el Cuartel de la Guardía Cívil donde viví muchos años y la casa situada en la calle del Justicia Mayor de Aragón, y  que se llamaba por entonces Fermín Cabestre y cuyos dueños  eran unas bellísimas personas y de los cuales guardo unos gratos y cariñosos recuerdos.
Dentro del patrimonio que conserva Ejea de los Caballeros encontramos los restos de la muralla medieval y las Casas Palacio, caserones aragoneses de los siglos XVI al XVIII.
Ejea de los Caballeros se compone, además de por su conjunto urbano de ocho pedanías o barrios que acaban de completar una oferta turística variada. Estos ocho núcleos son: Bardenas, Rivas, Pinsoro, El Bayo, Farasdués, Sabinar, Santa Anastasia y Valareña.
Antes de seguir hacia Rivas, paro en el Parque de Bañera. El Parque de Bañera de Ejea de los Caballeros se encuentra sitúado junto a la ribera del río Arba de Luesia.
Lo más importante del parque es la Fuente Bañera, lugar donde hubo unos baños en época romana. Aprovechando un manantial existe una fuente de caños, que es una de las fuentes aragonesas más antiguas.
Al amparo de la fuente surgió el acogedor parque, el primero que tuvo Ejea, que en su entrada tiene una escultura en hierro, en homenaje a la mujer que en épocas pasadas, tenía que buscar el agua con su cántaro a la fuente.
El ambiente agradable, la cercanía del río, el abundante arbolado y los bancos incitan a la relajación al aire libre.
En el kilómetro 30,10 cruzo el  Río Arba de Luesia, entrando inmediatamente en Rivas pequeño núcleo medieval que pertenece al municipio de Ejea de los Caballeros, al que ha estado vinculado desde el siglo XIII. Rivas es el barrio rural más antiguo de Ejea y entre sus monumentos encontramos la Iglesia de San Miguel, construida en el siglo XIII. Distintos avatares frenaron su construcción, que se acabó a finales del siglo XVIII. En su interior se guardan las imágenes de los dos patrones de Rivas, San Victorián y la Virgen de los Ángeles, además de otras como San Miguel, San Antonio y la Dolorosa.
En el kilómetro  35,22, me desvió al Pantano de San Bartolomé.
En el kilómetro  37,94 llego al Pantano de San Bartolomé. El pantano de San Bartolomé de Ejea de los Caballeros es un pantano de grandes proporciones, que carece de vegetación arbórea en sus orillas, a excepción de algunas repoblaciones de pinos y cipreses.
En la orilla norte abunda la vegetación palustre (plantas que viven medio sumergidas, típicas de zonas pantanosas y encharcadas), y en concreto, el carrizo, que cobra importancia como refugio de aves acuáticas. Es lugar de descanso e invernada para un buen número de ellas, como el ánade real, pato cuchara, porrón o moñudo.
Sus aguas ofrecen al visitante la posibilidad de practicar la pesca (carpa, perca americana y lucio), deportes náuticos de motor, windsurf, vela, remo y natación. Cuenta con un embarcadero, bar y merendero. Existen pequeñas playas que ofrecen la posibilidad del baño solar.
Después de un baño y comer las viandas con un par de cervezas, en el bar restaurante del pantano,  parto hacia Farasdués. Pasando de nuevo por el muro de la presa, hacia el Corral de Faustino, conectando en el kilómetro 43,06, con el Canal de Bardenas, desde donde me dirijo a Farasdués, al que llego en el kilómetro 44,31.
En Farasdués, hay hallazgos arqueológicos de hachas pulimentadas, cerámica, utensilios, etc., y aras taurobólicas de los siglos IV y V, hecho que demuestra la antigüedad de este municipio. También podemos visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza con importantes retablos de entre los siglos XVI al XVIII. La Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza, obra renacentista de mitad del siglo XVI, está situada en Farasdués, pequeño núcleo medieval que pertenece al municipio de Ejea de los Caballeros.
Es un edificio de piedra de sillería, muy severo y de grandes proporciones, con pórtico cubierto con bóveda de crucería estrellada, portada renacentista en arco de medio punto, encuadrado entre dos columnas corintias que sostienen un entablamento coronado con un cuerpo cerrado por frontón.
Tiene torre a los pies, al lado de la epístola, de planta cuadrada, de gran altura y de tres cuerpos separados por una imposta. Los dos bajos iguales y el tercero separado del anterior por un entablamento con triglifos y metopas, esrestas decoradas con rosetas, matadas las aristas, adornando con pináculos y rematando en capitel piramidal.
El interior del templo tiene planta rectangular, con ábside poligonal y crucero. Se cubre con bóveda de crucería estrellada, de tres tramos y el ábside; y del mismo modo las capillas del crucero. Los nervios de las bóvedas apean en ménsulas troncónicas invertidas y lisas. Tiene coro en los pies de entramado de madera, sostenido por menús y arco rebajado de molturación gótica.
Tiene un retablo de finales del siglo XV, en donde se representa a Santa Ana, la Virgen y el Niño. También nos encontramos con un retablo barroco con la imagen de la patrona de Farasdués, Nuestra Señora de la Esperanza. Existen otros retablos no menos interesantes del siglo XVI al XVIII, como el Retablo Mayor, el Retablo de la Virgen del Pilar, el Retablo de la Virgen de los Dolores y el Retablo de Santa Lucia. Otras imágenes que podremos contemplar son las de Santa Bárbara y San Antonio.
En esta iglesia fue bautizado Antonio Ebassun, Martincho, torero que fue inmortalizado por Francisco de Goya en numerosos aguafuertes.
Terminada mi visita parto en busca del camino del Canal de las Bardenas, por donde quiero regresar a Erla.Para ello tomo una pista que se dirige por la zona llamada Rincón del Alpargatero, hacia el Alto de los Cabreros. La verdad es que la pista se las trae, sobre todo el último tramo, porque la rueda trasera no traccionaba debido a la cantidad de piedra suelta, y  la pendiente.
Pero por fín en el kilómetro  48,58 después de una subida muy dificultosa conecto con el camino del Canal de Bardenas. Iniciando entonces el camino un largo descenso, hasta la vaguada del Barranco de Valdebanocha, por donde aparece de nuevo el Canal de Bardenas, por un viaducto que salva la vaguada del barranco. En este punto llevo 51,71 kilómetros.
En el kilómetro 53,39 el canal desaparece por un túnel.
En el kilómetro 56,44 de nuevo el canal es tragado por la montaña a través de un túnel.
En el kilómetro  70,67, tomo un camino asfaltado que conecta con la A-125, que me lleva hasta Erla con un recorrido parcial de 71,92 kilómetros.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
Principales referencias consultadas: Páginas del Ayuntamiento y de la Comarca, Zaragoza Turismo (DPZ), Red Aragón, Gran Enciclopedia Aragonesa y Wikipedia.
http://www.sipca.es
http://www.cincovillas.com/frente-al-palacio-de-paules-una-cruz-casi-olvidada/ Artículo de José Ramón Gaspar Frente al palacio de Paules…Una cruz casi olvidada.