Ruta 0153.-por la Ribagorza. Pantano de Barasona, Secastilla, Ubiergo, Puebla de Castro y Yacimiento de Labitolosa
Ruta 0153.-por la Ribagorza. Pantano de Barasona, Secastilla, Ubiergo, Puebla de Castro y Yacimiento de Labitolosa
Ruta 0153.- Por la Ribagorza. Pantano de Barasona, Secastilla, Ubiergo, Puebla de Castro, Ciudad Romana de Labitolosa
El 2 de septiembre llevo un total de 13.842 kilómetros. La ruta de hoy comienza junto al embarcadero del Hotel y Camping Bellavista, en las inmediaciones del Pantano de Barasona. También aquí mismo en Hotel y Camping Bellavista da comienzo un fantástico carril bici, que discurre junto a la carretera N 123a, y que por él me dirijo hacia a Graus, para tomar el desvío a Secastilla.
En el kilómetro 1,34, llego a la entrada de la urbanización Lago de Barasona.
En el kilómetro 3,94 abandono el carril bici, para seguir por la carretera HU-V-6432, hacia Secastilla. Esta carretera discurre paralela al Barranco Peralta.
En el kilómetro 6,30, paro ante unas ruinas industriales, que no consigo averiguar a qué se dedicaba, pero intuyo que era algo relacionado con tejas o ladrillos.
En el kilómetro 9,14 a la derecha de la carretera se encuentran varias esculturas industriales del vino
En el kilómetro 10,40, llego a Secastilla (capital del municipio). Secastilla es un municipio de la provincia de Huesca, en la comunidad autónoma de Aragón, España. Núcleos de población del municipio. Forman parte de él, la Aldea de Puy de Cinca , Bolturina (destruido) y Torreciudad (en él se encuentra el santuario de Torreciudad) Puy de Cinca. Asienta su caserío, sobre el pantano de El Grado. La iglesia parroquial es de origen románico. Interesante arquitectura civil. Se conserva la fabla ribagorzana activa. El vino de Secastilla, obtenido de la uva garnacha, goza de gran prestigio en la comarca. Las fiestas son el 29 de abril.
La Sierra de Torón nos adentra en sus inmensos bosques de carrascas y frondosos pinares, en los que podemos pasear e iniciar nuestras marchas de senderismo. Un aula de naturaleza y un parque de razas locales de ganado son otras de las alternativas en las que se puede participar. La necesidad de proteger y conservar el medio natural y rural ha llevado a la creación de la Fundación Pirineos, que promueve la recuperación de "vida" en la zona, y más concretamente, en la Aldea de Puy de Cinca, donde se ha construido un centro de Educación Ambiental, un Aula de la Naturaleza, y donde podemos disfrutar de un área recreativa a orillas del embalse de El Grado. Igualmente, se desarrolla una importante labor en la conservación de razas de ganado del Pirineo como el burro del Pirineo, la oveja ansotana, la gallina del Sobrarbe. La rehabilitación de las Bodegas de Casa Salinas y un nuevo albergue en esta misma casa son algunos de los retos que esta Asociación ha acometido en los últimos años. Otra de las sorpresas que nos aguardan en Secastilla es la abundante fauna que podemos encontrar. No tardaremos mucho en observar ejemplares de las aves más características del entorno de media montaña e incluso visitantes de la alta montaña, procedentes del tan cercano Pirineo. Rapaces como el alimoche, el quebrantahuesos, el buitre o el milano real son parte del paisaje habitual de Secastilla. Algo más difícil será ver mamíferos como el corzo o el jabalí, aunque sus huellas son fáciles de detectar en los montes del municipio.
Las distintas poblaciones tienen origen medieval, con castillos importantes en Puy de Cinca y el asentamiento original de Secastilla, algo menos accesible que el actual. “Socastiello” se ubicó inicialmente como su nombre indica bajo el castillo cuyos restos se aprecian en la sierra, y junto a ellos la iglesia de traza románica dedicada a San Valero. Cuando el territorio estuvo pacificado se hizo necesario reubicar la población en un lugar más cercano a las tierras de labor y con mejores accesos a las fuentes de agua. De esta época data el casco urbano del pueblo de Secastilla, cuyos numerosos portales y estrechas calles recuerdan su carácter defensivo de influencia morisca.
Su parroquial dedicada a San Pedro, fue románica en origen; pero sufrió grandes transformaciones en el XVII. Conserva del primitivo templo el cilindro absidal realizado en grandes bloques de buena piedra sillar. A la par que se rehizo el templo, elevándolo también se elevó en altura el mencionado cilindro absidal, que llama la atención por su gran altura actual. Desde el interior, no se puede rastrear nada de su primitiva estructura. Cuidadosamente restaurado y pintado, solo se puede intuir la forma semicilíndrica de su cabecera absidal recrecida.
Hubo en el cementerio viejo de Secastilla un par de arcosolios que cobijaron sepulcros de Don Rodrigo de Mur y su esposa María. Hoy trasladados y modificada su estructura, pueden contemplarse en el acceso a la basílica de la Peña en Graus.
Terminada mi visita, prosigo viaje hacia Ubiergo.
En el kilómetro 13, tomo el desvío a Ubiergo.
En el kilómetro 15,97, llego a Ubiergo.
Ubiergo es un Lugar de Secastilla, en la provincia de Huesca. Situado en el sur de las sierras exteriores pirenaicas, en el interfluvio Cinca-Ésera, en las proximidades del embalse de El Grado, a 612 metros. de altitud. Su población en 1998, era de 163 habitantes.; en 1978, 271 habitantes.; en 1950, 558 habitantes.; en 1900, 835 habitantes. Comprende las entidades de población de Bolturina y Ubiergo. 14 habitantes en 2005. Su iglesia parroquial tiene un campanal del Siglo XVI. Terminada mi visita a Ubiergo, continúo hacia la Puebla de Castro.
En el kilómetro 16,7, paso por el desvío al Tozal del Gordo y Torreciudad.
En el kilómetro 18,67, llego a la Puebla de Castro.
La Puebla de Castro es una Villa de la provincia de Huesca, Situada al sur de las sierras exteriores pirenaicas en el interfluvio Ésera-Cinca a 649 metros de altitud. Su población: en 1998, 306 habitantes.; en 1978, 345 habitantes.; en 1950, 527 habitantes.; en 1900, 838 habitantes. Me llama la atención el edificio de la antigua almazara de aceite. La Puebla de castro ubicada en el Prepirineo oscense, al sur de las Sierras Exteriores de la cordillera, goza de un clima atemperado de tipo mediterráneo y su orografía carece de accidentes acusados. Todo ello ha colaborado en que la producción olivarera haya sido abundante desde tiempo remoto, posiblemente desde época romana, cuando floreció el cercano asentamiento de labitolosa. La tradición aceitera basaba su producción en la fuerza animal en un principio o en la energía hidráulica más tarde. Sin embargo, el progreso trajo la electricidad, y con ella se transformaron los procesos de su elaboración. De ello es una muestra la almazara que contemplo, del año 1925 aproximadamente.
La Puebla de Castro, antigua plaza amurallada, ocupa la cima de una colina. En la plaza Mayor se levanta su magnífica iglesia parroquial, de estilo gótico, en su transición al Renacimiento. En algunas casas, como en la de Rumeu, se conservan pinturas murales de los siglos XVI y XVIII. La Puebla de Castro, surgida al final de la Edad media, hunde sus raíces en la vieja población de Castro, vigilante sobre el congosto de Olvena. Los restos del castillo del siglo XI y su majestuoso templo románico del XII son las únicas huellas de una brillante historia ligada a la Real Casa de Castro de Aragón.
El Rey de Aragón, Jaime I el Conquistador (1208-1276), que había incorporado el lugar al reino aragonés, lo donó, junto a Estadilla, a su hijo bastardo Fernán o Ferrán Sánchez como premio a su colaboración en la toma de Valencia. Nacía así la Baronía de Castro. Noble independiente, belicoso y aventurero, este Señor de la Guerra podría protagonizar cualquier relato de caballerías. En 1269, embarcó con su padre rumbo a Tierra Santa para luchar contra los turcos, recalando en Acre con parte de la armada. Asu regreso hizo escala en Sicilia, donde el Rey Carlos de Anjou le agasajó y nombró caballero. Sus gestas y ese reconocimiento, aumentaron los celos de su hermanastro el Infante Don Pedro, para quien fue una autentica obsesión. Lo intentó asesinar en Burriana (Castellón), de donde se salvó gracias a su esposa Aldonza Ximenez de Urrea. Tras este fracaso, el infante lo acusó ante el rey de traición y de intento de magnicidio mediante el uso de venenos y prácticas de hechicería. El de Castro, enfadado y desasistido por su padre, se puso al frente de una confederación de nobles descontentos, no tanto con el rey como con el infante. No era la primera vez y Jaime ordenó acabar con los levantiscos. Las tropas de Don Pedro atacaron el castillo de Castro, mientras Fernán renunciaba a sus vínculos de vasallaje con el monarca. De camino a Antillón (Hueca), logró evitar una celada preparada por gentes del infante, y huyó al castillo de Pomar a orillas del Cinca. La situación era insostenible y urdió un plan de fuga. Mientras uno de sus vasallos vestido con sus ropas, fingía la huida, él intentaba escapar disfrazado de pastor. La estratagema no funcionó y el barón fue capturado al no poder vadear el rio. Don Pedro actuó rápidamente y lo mandó ahogar en las aguas del Cinca. Todas sus villas y castillos se rindieron y algunos de los suyos sufrieron el exilio. Sin embargo, su hijo Felipe Fernández consiguió recuperar la Baronía en tiempos de Alfonso III y sus descendientes volvieron a llevar el nombre de Castro a las más altas instancias de la Corona de Aragón.
Paseando por su casco urbano me topo con “Las puertas de la Puebla”. Eran varios los cubiertos o portales que atravesaban el recinto defensivo, configurado por la alineación de viviendas, y permitían el acceso al interior del caserío. Se han conservado tres de ellos, el de Gros, el de La Olivera, y el Portal Bajo, mientras que han desaparecido otros como el de Julepe, con casa del mismo nombre, situado junto a la iglesia. Los dos primeros son los que han sufrido menos alteraciones, incluso todavía quedan los goznes donde se instalaban los portalones de madera que los cerraban. En ellos abren portadas en arco de piedra con escudo de sendas casas del siglo XVI, la de Belloc con fecha de 1581, en el de Gros, y la Olivera, en el que lleva su nombre.
Don Lorenzo Belloc Carrera (Estadilla, 1809. La Puebla de Castro 1887) fue un médico cirujano que, asumiendo el grado de capitán de caballería, se puso al frente de un grupo de voluntarios, a quienes uniformó y armó, formando una milicia urbana, llamada más tarde Nacional. De esta forma y siendo comandante de puesto de la cercana localidad de Naval, combatió a las tropas Carlistas instaladas en Torres del Obispo y Benabarre, donde consiguieron hacer importantes prisioneros. Su arrojo en la contienda le valió ser condecorado con la Cruz de Isabel la Católica, la Cruz de Caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica y la Cruz de San Fernando de primera clase, títulos que le concedió en 1842 el entonces regente General Espartero. Años más tarde y ya retirado del ejercito, volvió a ser laureado como Caballero de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, gracias a los servicios prestados en Barbastro durante la epidemia de cólera del año 1855. Una fecha que, curiosamente coincide con la vuelta de Espartero al gobierno de la nación, entre 1854 y 1856.tal vez debido a la influencia de este vecino y de otros como él, se fueron sumando a la calle general Valdés, existente al menos desde 1813, la dedicada al General Lacy, considerado un mártir liberal, la del Duque de la Victoria y la de Prim, artífice de la revolución de 1868.
El cubierto “la Olivera” presenta una configuración similar al “Cubierto Gros”, adentrándose en el casco urbano de la Puebla a través de arcos y techumbres planas con vigas de madera. Ambos, además, cobijan la portada de una casa ornada con un escudo del Siglo XVI, en este caso el de la propia Casa Olivera. Este apellido corresponde a un linaje infanzón que en el Siglo XVII está documentada en las localidades oscenses de Samitier y Hoz, sin embargo, nada tiene que ver con el blasón ajedrezado que vemos, de plata y sinople (negro) en seis órdenes, según la terminología heráldica. Estas fueron las armas de los Almazor otra familia de la baja nobleza rural que en el Siglo XVI estaba instalada en la Puebla de Castro. Por la situación de la casa se deduce que sus fundadores ocuparon un lugar relevante en la sociedad de su tiempo, si bien el apellido se ha perdido y nadie lo recuerda, ´solo este exudo rememora a estos pioneros de la Puebla de Castro.
Un escudo de armas en la fachada, un tipo de edificación solariega o el nombre que designa a una casa nos ayuda a rastrear interesantes historias. En la Puebla de castro, ejemplo de todo ello, nos ilustran acerca del asentamiento de vástagos de familias infanzonas que llegaron en busca de un lugar donde prosperar haciendo uso, al mismo tiempo de los privilegios que su rango otorgaba. Los Almazor sólo han dejado la huella de una piedra de su escudo, pero blasones, nombres de casas y descendientes mantienen viva la memoria de otros linajes. Casa Nasarre en la plaza, remite a infanzones oriundos de la villa oscense de Sesa, desde donde se extendieron por buena parte de la provincia. Junto a la plaza Casa Juan Antonio luce las armas de los Lacasa, familia que tuvo su primitivo solar en la población ribagorzana de Torre de Obato. La vivienda pertenece hoy a miembros de los Mur, al igual que el gran caserón conocido como Casa Andrés de la Calle Mayor, que es otro linaje ribagorzano originario de Muro de Roda. Casa desaparecida fue la de los Gúdel, mesnaderos turolenses en el Siglo XIII, que se establecieron siglos más tarde en las cercanas poblaciones de El Grado y Fonz y, después en la Puebla. Los Laplana están documentados aquí desde el siglo XVI, con la llegada de uno de ellos procedente de Casa Peralta, próxima a la Puebla. En realidad, esta rama y las de Barbastro y Zaragoza se remontan a un antepasado procedente de Biescas que ayudó a Pedro I en el sitio de Huesca, allá por el año 1096, y se afincó en Puy de Cinca, tras la donación real de posesiones del lugar.
Los Rami llegaron de Castro, los Oncino de Barahona y, entre otros muchos apellidos más o menos vinculados a estas tierras también están los Bardají, que toman el nombre, de la val ribagorzana. Esta fue una familia notable en el Reino de Aragón, conocida desde el siglo XI y con descendientes que ostentaron diversos señoríos y baronías, llegando a ocupar uno de ellos el cargo de Justicia hacia el año 1423.
Las fiestas mayores tienen lugar el 16 de agosto, en honor de San Roque. Las de San Román se celebran el 28 de noviembre. El segundo domingo de Pascua Granada se va en romería a la ermita. Hay dos ermitas más, la de San Roque y la de Santa María, esta última conocida popularmente como de la Virgen de Fuera. Continúa la tradición de las fiestas de Santa Águeda, el 5 de febrero, donde las mujeres organizan y mandan. En la procesión del Viernes Santo es también tradición que sólo salgan «pasos» vivientes en los desfiles procesionales. En las inmediaciones de La Puebla de Castro se sitúa un importante yacimiento de época romana, y allá me dirijo, cuando me doy cuenta que he perdido la funda de la cámara, por lo que me veo obligado a volver de nuevo a Ubiergo, donde afortunadamente la encontré. Y regreso de nuevo hacia la Puebla de Castro con 24,88 kilómetros.
En el kilómetro 26,68 , encuentro la pista a Labitolosa. Por el camino me encuentro con balizas rotas, lo que me reafirma en el desprecio que ciertos agricultores tienen hacia estas señales.
En el kilómetro 27,44 llego a la Ciudad Romana de Labitolosa.
Lo primero que me encuentro son los restos de “La Curia”
En esta comarca aragonesa, asistió a la organización de su terr4itorio en la Terra Ripacurcensis y La Terra Labetolosana. Estas circunscripciones debieron coincidir aproximadamente con la Alta y la Baja Ribagorza respectivamente, y las conocemos porque todavía se mantenían en época visigoda. En esta evolución cultural, fueron decisivos el trazado de viales más o menos importantes, que recorrían los principales valles y algunos cauces adyacentes, y el desarrollo de diferentes poblaciones entre las que destacó la ciudad de Labitolosa.
Las fuentes de época Hispano Romana nada dicen de esta importante ciudad altoaragonesa, cuyos restos cercanos a La Puebla de Castro se conocían desde antiguo. El asentamiento ocupa una superficie de casi doce hectáreas y se extiende por la cara sur del Cerro Calvario, la suave ladera que desciende fértil hacia el valle del río Ésera. En realidad, conocemos su nombre por un documento de época altomedieval, del siglo VI. Para entonces solo quedaba su recuerdo, ya que estuvo habitada entre finales del siglo I o principios del II hasta finales del siglo III, cuando fue abandonada por causas desconocidas. En 1991 un equipo hispano francés de arqueólogos, pertenecientes a las Universidades de Zaragoza y Burdeos, comenzó a desempolvar su pasado esplendor. De esta forma salió a la luz el edificio de la Curia gobernante, conocido como templo del Genio, y dos conjuntos termales.
La Curia es el edificio público donde se reúne el Senado en Roma o, en este caso, los decuriones o miembros del consejo gobernante de una ciudad. En Labitolosa, el interior de esta construcción rectangular poseía pedestales destinados a sostener estatuas. Las inscripciones de sus frentes han aportado una valiosísima información acerca de cargos, instituciones y habitantes de la ciudad. La inscripción dedicada al Genio del municipio, que sería un protector similar a los patrones de nuestros pueblos y ciudades, le ha dado el nombre de templo de Genio.
Gracias a los restos epigráficos, a todas aquellas inscripciones descubiertas, conocemos numerosos nombres propios de labitolosanos. Algunos de ellos anteponen nombres latinos a sus antiguos apelativos indígenas, lo que demuestra su paulatina romanización. El personaje más importante fue Marco Clodio Flaco, un caballero romano, tribuno de los soldados de la legión IV Flavia y ante todo, magistrado, sacerdote y gran benefactor de su ciudad. Suponemos que Cornelia Neilla fue su mujer y que Clodia y Cornelio Philemon fueron, respectivamente, esclavos liberados de ambos. Algunos vecinos suyos fueron Cayo Gratio Senilis, Lucio Emilio Ataeso, Sexto Junio Silvino, o Mummio Valente, quien levantó un monumento a su hijo Mummio Preso.
A continuación, desciendo a “las Termas”. En ellas se han reconocido las salas de agua fría (friguidarium”), templada (tepidarium) y caliente (cella soliaris). Como en el caso anterior, (el praefurnium) u horno servía para calentar el aire que circulaba por el hypocaustum. Los conductos y cámaras de este sistema de calefacción se disponían bajo las estancias calientes, cuyas solerías apoyaban en una red de pequeños pilares que, en esta ocasión, son de ladrillo y arenisca alternativamente.
Terminada mi visita continúo ruta, iniciando el descenso hacia el Pantano de Barasona.
En el kilómetro 28,88 paso por los bungalós del Camping Lago de Barasona.
En el kilómetro 29,36, conecto de nuevo con el carril bici.
En el kilómetro 31,20, estoy de nuevo en el coche, a orillas del pantano, y junto al Camping hotel Bellavista, principio y final de la ruta de hoy.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martin.
Fuentes propias y:
https://es.wikipedia.org/wiki/Secastilla
http://www.enciclopediaaragonesa.com
www.castillodeloarre.org/HU-Ribagorza/990373-Secastilla.htm