Ruta 0149.- Por la Ribagorza. Benabarre, Tolva, Viacamp, Puente Montañana, Montañana.
Ruta 0149.- Por la Ribagorza. Benabarre, Tolva, Viacamp, Puente Montañana, Montañana.
Ruta 0149.- Por la Ribagorza. Benabarre, Tolva, Viacamp, Puente Montañana, Montañana.
El 26 de Abril de 2017 llevo un total de 13.154 kilómetros.
La ruta de hoy comienza en la localidad de Benabarre. Es un día meteorológicamente raro. Me hace dudar mucho, respecto al tiempo que me hará, si lloverá o no. Pero al final me arriesgo.
Benabarre es una de las villas más importantes de la Ribagorza, de cuyo Condado fue capital. Está situada entre las cuencas del Noguera Ribagorzana y Ésera, es un importante nudo de comunicaciones, entre la carretera que va de Lérida al Valle de Arán y la que enlaza con Graus. Su origen se remonta a la Alta Edad Media, ligado a un primer castillo musulmán que se levantaría contra el avance de los condes cristianos. Su situación estratégica y su emplazamiento sobre un cerro fácilmente defendible, con cortados casi verticales sobre el Barranco de San Medardo, lo convirtieron en un punto de interés militar.
En los estudios previos de comarcalización, la actual comarca ribagorzana se dividía en dos: la occidental y la oriental, siendo Benabarre la capital de esta última.
Villa aragonesa de la provincia. de Huesca, de La Comarca de Ribagorza Oriental. Se sitúa en el Prepirineo oriental, en una pequeña depresión sinclinal entre los ríos Ésera y Cajigar, a 782 metros de altitud, y que comprende los núcleos de población de:
Aler .Término agregado a Benabarre antes de 1930. Situado a 669 metros de altitud y en la cuenca del Río Ésera. [12] Al noroeste del lugar se encuentra la ermita de Nuestra Señora de las Ventosas
Antenza . Situado en la margen izquierda del Río Cajigar. Pertenece a Benabarre desde 1974. El castillo del pueblo fue el origen de la Baronia de Antenza.
Caladrones . Está situado en una colina en la margen izquierda del Río Guart. Del antiguo Castillo de Caladrones sólo queda la torre. En 1974, el término municipal de Caladrones junto con sus pueblos: Caladrones, Ciscar y Antenza, se anexó al de Benabarre
Castilló del Pla. Situado al pie de la Sierra de la Corrodella, a 762 metros de altitud. Antiguamente formaba parte del municipio de Pilzán.
Ciscar. Situado a 591 metros de altitud en la margen derecha del Río Cajigar
Estaña . Está situado a 716 metros de altitud en la sierra que separa el Río Guart y las aguas de la Sosa (Río Cinca
Pilzán. A 905 metros de altitud sobre el nivel del mar. Hasta 1972 fue un municipio independiente. Las entidades de población que comprendía el término eran: Estaña, Castilló del Pla, los despoblados de Penavera y Cabestany y la quadra d'Andolfa.
Purroy de la Solana. Situado encima del barranc del Molí. Término independiente hasta 1974. El municipio comprendía la ermita de Nuestra Señora del Pla.
Benabarre contaba en 1978 con 1.434 habitantes. Habiendo descendido a 1.166 en 1998 y a 942 en 2008. La población menor de 15 años supera el 13%, mientras que la mayor de 65 años se aproxima al 30% ofreciendo la estructura demográfica unos índices de reemplazamiento social negativos (0,98, es decir, inferiores a la unidad). La agricultura es fundamentalmente de secano, predominando el cereal junto a la vid , olivo y almendro . Proporciona materia prima para una industria alimenticia (aceite), y se caracteriza por la pequeña explotación. El regadío apenas está representado. La cabaña ganadera es importante (ovinos, 20.000; 2.600 vacunos y más de 32.000 porcinos entre reproductoras y cebo). El turismo estival está cobrando fuerza en los últimos años. Gentilicio: Barnabenses; benabarrense.
La población se agrupa pintorescamente en torno al cerro sobre el que se levanta el castillo palacio de los condes de Ribagorza , la antigua fortaleza de Ibn Awar, que fue conquistada por Ramiro I el año 1058. Posteriormente, el lugar sufrió múltiples transformaciones, hasta que fue desmantelado por orden de Felipe II , como consecuencia de la rebelión y asedio que los ribagorzanos llevaron a cabo contra el conde Martín .
Pero lo primero me dirijo precisamente a su magnífico castillo. Tengo la suerte que a las diez abre la oficina de turismo y que la encargada previo pago de la entrada (Muy barata por cierto, para lo que veré dentro) nos abre la fortalaleza para visitarla libremente. Lo que para mí es una gozada. A lo largo de la historia, el primitivo castillo ha sufrido varias destrucciones y otras tantas modificaciones.
Según el estudio de los restos arqueológicos de la entrada al castillo de Benabarre nos ha permitido constatar que no siempre se accedía al mismo tal y como lo haré yo, en el día de hoy. El actual acceso se debe asociar a la existencia del fuerte fusilero (Siglo XIX), sin olvidar que la autentica puerta está en el interior del mismo, debiéndose realizar un quiebro parta acceder a ella.
Durante la etapa de la fortaleza moderna (Siglos XVII y XVIII) la entrada propiamente dicha se ubicaba donde la actual, y estaba protegida tanto por un muro situado unos metros por delante frente al actual vano como por, al menos, dos piezas de artillería de pequeño calibre, suficientes para batir a los atacantes que consiguiesen acceder a la rampa.
Para acceder al fuerte fusilero propiamente dicho, desde el exterior, primero se ha de transitar por un camino siempre vigilado y después, se ha de franquear una puerta medio de medio codo. Este tipo de solución está inspirada en las entradas de los castillos andalusíes. Estas por lo general solían desarrollar un codo completo. Esta entrada a su vez, se hallaba en un cubo situado a espaldas del visitante. Para realizar este `paso, previamente, debió ser transformada una puerta medieval. Esta última presentaba un arco de medio punto.
La torre románica junto con la bóveda son dos de los elementos verticales que contribuyen a remarcar el sentido ascensional que tenían estos edificios. Simbolismo que se acentúa durante el estilo gótico, la costumbre de levantar torres se remonta a la etapa Carolingia, por la influencia Bizantina, siendo en el románico cuando se generaliza la costumbre de edificar campanarios. Éstos constituyen un punto de unión entre la tierra y el cielo; aunque cuando son dos , flanqueando la portada principal también puede evocar la entrada al “Jerusalén celestial”
El coro. A lo largo de los Siglos XV y XVI, se construyó en el interior de la iglesia un coro en alto, ubicado a los pies del templo gótico. Este a su vez, se apoyaba sobre un espectacular arco escarzado. Muy posiblemente se accedía al mismo mediante unas escaleras adosadas al muro occidental. En dicho coro se alojó Martín de Gurrea, duque de Villahermosa y Conde de Ribagorza, durante la revuelta antiseñorial acaecida durante el último cuarto del siglo XVI, protagonizada por sus vasallos contra él. Levantamiento que acabaría provocando la intervención real, en gran medida a causa de su proximidad a la frontera del reino
La Nave Románica. La construcción de la iglesia gótica presenta la peculiaridad de integrar, mediante un hábil ejercicio de adaptación, las fábricas anteriores. Como se puede comprobar, no solo observando la diferencia del tamaño de los sillares y la manera en que estos han sido tallados, sino también cuando se repara en la existencia de diversos tipos de marcas de cantería en los muros del templo gótico. Esta práctica de asimilar construcciones anteriores también nos legó evidencias de algo tan poco habitual como es la altura interior de una de las naves laterales del templo románico.
Órgano Siglo XVI a XVIII. Con posterioridad se procedió a instalar, a la altura del coro de la iglesia y en sentido perpendicular al mismo, un coro anejo en el muro del mediodía. Parte del mismo fue vaciado, en su día, para alojar la caja de un órgano. Como nota curiosa cabe observar que en la base de la ventana se ha dispuesto un pequeño espacio para colocar una pequeña luminaria.
Edificio anejo. A lo largo de la segunda mitad del siglo XII se incorporan nuevas edificaciones en torno a la iglesia románica. Estas estancias tenían una planta rectangular. Es muy posible que estas alojasen a la comunidad de religiosos que bajo la regla de San Agustín atendían el culto. La ampliación debió verse bastante afectada por la edificación posterior del templo gótico. No obstante hay que destacar un hecho curioso, como es que el nuevo templo integrara algunos elementos descontextualizados, como este arco apuntado.
En el interior de lo que queda del templo, me llama la atención el “Carnario”. Hay unos escalones donde se depositaba el cadáver, envuelto en el sudario. Una de las mayores preocupaciones de las gentes del medioevo era la salvación de sus almas. Para ello era fundamental que hubiese alguien que velase porque eso sucediese.. Dicha preocupación se garantizaba mediante la celebración de misas por la memoria de los difuntos, muy especialmente durante sus aniversarios y fechas señaladas. Para que dicha voluntad se cumpliese debían de garantizarse por sus parientes directos, mediante el abono, bien en especie o en metálico, de ciertas cantidades a modo de “donativos” a las comunidades religiosas. Esta práctica alcanzó tales dimensiones que hubo incluso disputas entre los distintos templos por “ganarse” el favor de dichas voluntades.
La Iglesia Gótica. Este edificio, comenzado a construir en la segunda mitad del siglo XIV, doblo en tamaño tanto en planta como en altura al anterior, reforzando de esta forma una tendencia ascensional y longitudinal. Poseía una planta basilical a modo de “camino”, más ancha y diáfana que su precedente románica. Flanqueada po5r una serie de capillas situadas entre los contrafuertes y unidas a una cabecera poligonal. Esta disposición del espacio respondía, en parte, a la necesidad de disponer de su8ficientes altares para atender al creciente culto de los santos.
El Pabellón militar. Por orden del general De Latre, durante la III guerra carlista (1872 a 1876) se adaptó0 el espacio existente en el último tramo de los pies de la antigua iglesia gótica. Las obras consistieron en instalar dos pisos, aprovechando la altura de la nave. En la planta baja, los hu8ecos de las capillas se reutilizaron en unos casos para ubicar calabozos, en otros para crear un acceso al piso superior. En la entreplanta se instaló un retrete volado. Los dos pisos superiores es donde se ubicaron una serie de literas. Al parecer el destacamento debía constar de al menos 50 hombres, entre tropa y oficiales. El arco que soportaba el coro fue reutilizado desplazándolo un piso más arriba.
El Baluarte. Dentro del sistema de fortificación moderna destaca un elemento tanto por su singularidad, dado que puede adoptar formas triangulares como pentagonales, como por su funcionalidad, pues habitualmente se ubican ahí las troneras, los vanos por donde asomaban las piezas de artillería. En el caso de la fortaleza de Benabarre, se sabe que al menos hubo dos cañones de doce libras. También suelen presentar pequeños espacios, especialmente diseñados como polvorines.
La portada. El traspaso del exterior al interior por ejemplo de una puerta suponía, en la Edad Media, venir de un espacio sagrado a otro consagrado. Dicho tránsito se realizaba bajo la protección de los cuatro evangelistas. Éstos también se asocian con los “pilares de la iglesia” generalmente coaligados con los cuatro baquetones, a la altura de los capiteles las figuras se transforman en hojas de acanto , que se relacionan tanto , por las espinas como por su crecimiento, con Jesucristo.al triunfar en “terrenos” poco propicios.
La Torre dongón. Tras la toma de Benabarre por Ramiro I en torno al año 1062, su sucesor Sancho Ramírez mandó edificar un castillo, al percatarse del alto valor estratégico del lugar. Constaría de dos elementos básicos, una torre y un recinto que, construidos en una posición elevada, le permitiría cumplir con su cometido principal; el de vigilar el territorio. Su función es defensiva en una frontera que no se estabilizó hasta finales del primer tercio del siglo XII. Es muy posible que la torre de ese castillo fuese de planta rectangular, cuyos lados más largos se estima que midieran algo más de 18 metros por poco más de 11 metros de ancho y una altura que, según las estimaciones, debía superar los 20 metros y constaría al menos de tres.
El Triple ábside. Las excavaciones arqueológicas han exhumado parte de los restos de una iglesia, de estilo románico, cuyo origen data de fines del siglo XI. Construcción que fue parcialmente destruida al ser reemplazada por un templo gótico. Las excavaciones confirman la existencia de un ábside central flanqueado por al menos un absidiolo. Disposición que contrastará con la propia de la etapa gótica. Sabemos que en este edificio estaba dedicado a la Ascensión de la Virgen y atendido por una comunidad de ocho religiosos bajo la “canónica” de San Agustín.
La Torre gótica. La edificación de una nueva iglesia gótica sobre el antiguo templo románico supuso una ampliación de las dimensiones volumétricas. No deja de ser curioso el proceso de reutilización parcial de todo aquello que todavía puede ser útil. Así en el caso de la torre, no sólo se ensancha sino que también recrece. Esta circunstancia puede observarse cuando nos percatamos tanto de la variación del módulo de los sillares como de la implantación de las marcas de cantería.
El Baluarte. Dentro del sistema de fortificación moderna destaca un elemento tanto por su singularidad, dado que puede adoptar formas triangulares como pentagonales, como por su funcionalidad, pues habitualmente se ubican ahí las troneras, los vanos por donde asomaban las piezas de artillería. En el caso de la fortaleza de Benabarre, se sabe que al menos hubo dos cañones de doce libras. También suelen presentar pequeños espacios, especialmente diseñados como polvorines.
La portada. El traspaso del exterior al interior por ejemplo de una puerta suponía, en la Edad Media, venir de un espacio sagrado a otro consagrado. Dicho tránsito se realizaba bajo la protección de los cuatro evangelistas. Éstos también se asocian con los “pilares de la iglesia” generalmente coaligados con los cuatro baquetones, a la altura de los capiteles las figuras se transforman en hojas de acanto, que se relacionan tanto, por las espinas como por su crecimiento, con Jesucristo, al triunfar en “terrenos” poco propicios.
Las calles, casi todas en cuesta, constituyen el mayor atractivo de la población, que cuenta con excelentes caserones que dan pintoresquismo y prestancia a la Plaza Mayor. La calle mayor es una de las principales de Benabarre medieval. Se ubicaba entre la Plaza Mayor, donde se supone que se realizaban las ferias y mercados y la Plaza de la Iglesia. Durante los siglos XV y XVII se prolongó hasta los aledaños del antiguo convento de San Agustín, marcando los límites del crecimiento urbano de Benabarre.
En el museo parroquial se encuentran valiosas obras, la mayoría de ellas pertenecientes a los siglos XI, XIV y XVI. No se conserva ni una sola firmada por el gran pintor del siglo XV, natural de la villa, Pedro García de Benabarre.
Terminada mi visita a esta preciosa localidad parto hacia Tolva por la carretera N- 123, que se dirige a Viella.
En el kilómetro 7,76 atravieso el Río Seco
En el kilómetro 945, llego a Tolva. Una localidad con un casco urbano muy cuidado y calles que invitan a pasear.
La historia de Tolva se pierde en la leyenda. Durante mucho tiempo se quiso identificar con Ictosa, nombre de una población desconocida que aparece en documentos de dudosa autenticidad. Estas versiones afirman que aquí hubo en tiempos visigóticos una sede episcopal donde se refugió el obispo de Lérida huyendo de la invasión musulmana antes de fijar su sede en Roda de Isábena a mediados del siglo X. a este dato se aferraron los obispos de Roda alegando derechos de propiedad sobre la iglesia de Tolva y el patrimonio de Falces, por lo que distinguieron la iglesia de tolva con honores y privilegios especiales. Los reyes, convencidos de tal creencia, también se volcaron en generosidades. Sancho Ramírez y Pedro I le hicieron sustanciosas donaciones. El obispo de Roda Pedro Guillermo, fue a Tolva el 1 de marzo de 1130 para consagrar una iglesia en honor de Santa María, con asistencia del capítulo de Roda en pleno y parece ser que también del mismo rey Alfonso.
La iglesia parroquial de Nuestra Señora del Puy, parece ser que se comenzó a construir a finales del Siglo XI no siendo consagrada hasta el año 1130, bajo la advocación de Santa maría. Treinta años más tarde pasará a depender de la antigua catedral de San Vicente de Roda. Originariamente el templo era de estilo románico. Pero se sabe que a principios del siglo XV el edificio estaba rehaciendo. De hecho el campanal, recientemente restaurado, no fue terminado hasta el siglo XVI. Por ese tiempo poseía además un cementerio “in circuito”.
Hacia 1445, la comunidad religiosa que atendía esta iglesia se componía de siete racioneros y dos beneficiados (san Salvador y Santa Águeda).
Doscientos años más tarde aumentaba el número de beneficiados y cambiaba su intitulación (Santiago, Santa Anastasia y San Juan).
El altar mayor siempre estuvo dedicado a Santa María del Puy; en 1615 poseía además los del Rosario, San Antonio de Padua, San Juan Bautista y el Crucifijo; a mediados del siglo XVIII se sumó el de San Francisco Javier. Por esas fechas debió sufrir una importante remodelación, tanto en su interior como en el exterior, a juzgar por el tímpano partido de la fachada, de estilo neoclásico.
Por último destacar que la actual portada románica, que ostenta, fue trasladada desde la antigua iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor.
Continúo por la peligrosa carretera N-123 hacia Viacamp.
En el kilómetro 16,26, llego a Viacamp, que cuenta con una oficina de información moderna y atendida por una amabilísima, y simpática guía informativa. También hay un hotel restaurante, moderno y con todos los servicios. Desde Viacamp parte la pista que se dirige Montfalcó y las pasarelas del Montsec
Yo decido subir a su castillo. Bajo este se agrupa el núcleo de Viacamp que está integrado por media docena de casas aisladas situadas en la parte alta de la ladera del cerro. . En un recodo de la subida al castillo, paro a contemplar el santuario de la Virgen de Obac, Una obra también románica del siglo XII, muy transformado en su interior pero con una sencilla aunque bella portada. que como en el caso de la iglesia, muestra sus orígenes en la portada en arco de medio punto, adornada con aristas en bedel y trasdós grabado con puntas de diamante. Entren las abundantes reformas posteriores destaca la cabecera de ábside poligonal. Esta ermita es objeto de una romería en el mes de septiembre, pues se dice que la Virgen se apareció en una zarza en este lugar.
En la plataforma rocosa que forma la cima de dicho cerro podemos observar los restos del castillo, sobre todo de su torre medieval, gran ejemplo de la arquitectura militar del siglo XI. Próxima a la torre se levanta la iglesia parroquial de San Esteban, prácticamente en ruinas, la cual sólo conserva de su arquitectura original la fachada dovelada de los siglos XIII y XIV.
La torre de Viacamp formaba parte fundamental del desaparecido castillo, que también incluía la muralla, de la que apenas se conservan restos y la antigua iglesia parroquial, datada en el Siglo XI. El templo bajo la advocación de San Miguel y más tarde de San Esteban, todavía conserva la portada románica de su factura original, a pesar de las reformas posteriores y el actual aspecto ruinoso.
Pero la seña de identidad de Viacamp es su gran torre cilíndrica asentada en el cerro y que domina todo el entorno, a cuyos pies se cobija la población. Esta atalaya se construyó en el siglo XI para defender el territorio frente a los musulmanes. Por ello responde a la estructura característica de las torres vigía.
Cuenta con cuatro plantas y acceso en altura, para facilitar su defensa. La planta baja servía de almacén y carece de vanos, pues se encuentra a nivel de suelo.
En el primero se halla el mencionado acceso en altura, y también una letrina, construida en el interior del grueso muro, cuyo desagüe es visible desde el exterior.
La segunda planta presenta tres vanos aspillerados, es decir amplios al interior y estrechos al exterior para dificultar la entrada de proyectiles.
En la planta superior se abren siete vanos de medio punto dovelados desde los que se accedía a cadalsos de madera. También cuenta con una pequeña capilla oratorio.
En el kilómetro 23,78, paso por el desvío a Chiriveta.
En el kilómetro 25,73 llego a Puente Montañana.
Pocas localidades presentan un acceso tan original como Puente de Montañana;: un puente colgante, de madera, de uso peatonal (que actualmente estaba derruido, para ser sustituido por uno nuevo, que salva el cauce del Río Noguera Ribagorzana y conduce al casco urbano. Sentir como oscilaba mientras lo cruzaba, no lo pude sentir, porque como digo lo estaban construyendo de nuevo, por lo que esa experiencia me la perdí. Por su casco urbano contemplo sus construcciones tradicionales, con soportales y puertas doveladas, calles sinuosas bajo arcos y pasadizos o rincones encantadores nos sorprenden al doblar cualquier esquina. Insertada en este urbanismo pétreo se halla la iglesia parroquial del Espíritu Santo, o de San Armengol (Siglo XVII). Con sencilla portada plateresca y elegante campanario.Una de sus calles, la de Tremp, está entre dos provincias, la de la margen izquierda que pertenece a Huesca y la de la margen derecha, los números pares, que pertenece a Lérida.
Terminada mi visita prosigo ruta.
En el kilómetro 26,99, me desvío a Montañana.
En el kilómetro 28, 34 llego a Montañana.
Desde 1834 fue cabecera de municipio pero la despoblación general que sufrió el medio rural en la década de 1950 y 60 obligó a trasladar el ayuntamiento a Puente Montañana e, irremediablemente, comenzó una decadencia que ha estado a punto de dejar en el olvido este magnífico reducto medieval, declarado Conjunto Histórico Artístico en 1974, que hoy ve como sus calles y casas vuelven poco a poco a la vida.
Montañana administró su propio municipio desde el año 1830 hasta 1956, cuando pasó a depender de Puente de Montañana. El edificio del ayuntamiento, como todavía se le conoce, se construyó en torno al siglo XIX frente a una placeta que asoma al barranco de San Miguel. En su fachada llaman la atención algunos sillares decorados (dos capiteles bajo el balcón, dos en esquina con sendas cabezas esculpidas y una ménsula que muestra un ángel). Son piezas procedentes de la desaparecida ermita de San Miguel, que en 1930 se desmanteló para construir la escuela de la localidad, que hasta entonces era el propio Ayuntamiento, la cual permaneció abierta hasta 1971.
Junto al ayuntamiento se ubica la capilla de San Juan Bautista donde se celebró culto mientras las iglesias se encontraban inhabilitadas.
Deambular por Montañana nos traslada al medioevo, cuando Montañana fue tierra de frontera y parte de una larga línea defensiva, en la que las torres y murallas que veis cobraron sentido. Pero además la fisonomía del núcleo, encerrado por los barrancos de san Juan y San miguel, ha contribuido a que hoy conserve esos aires medievales, cuya atmósfera envuelve cada casa y rincón del lugar.
Los primeros datos que se tienen de Montañana se remontan al año 987 y nos llegan a través del cartulario del Monasterio de Alaón, en el que aparece como Castrum de Montagnana, de filiación cristiana.
Un Castrum era un pequeño territorio que poseía un castillo y cuya población debía colaborar en la defensa y mantenimiento de la fortaleza y sus moradores. Sus habitantes compartieron este espacio con órdenes militares y religiosas (Hospitalarios y Templarios) y también sufrieron incursiones musulmanas en 1017 de la mano de Abdelmalik.
Un paseo por las calles de Montañana nos transporta rápidamente al siglo XI. Podemos imaginar un ataque por sorpresa de las tropas musulmanas asentadas en las cercanas poblaciones de Lascuerre o Castigaleu, que obligaría a las gentes a abandonar precipitadamente las tierras de labor en busca de refugio que ofrecía el recinto amurallado y la propia fortaleza, asentada en lo alto del pueblo, cerrada por un enorme portón.
Pocas veces podía penetrar el enemigo en la población., los vigías de las torres avisaban con tiempo suficiente y lo más habitual eran los asedios y la quema de tierras, casas y enseres que quedaban fuera de la zona de murallas.
Por ello una muralla rodeaba esta población, y desde sus torres defensivas se podía avistar al enemigo con la suficiente antelación, para protegerse convenientemente. Los restos de las torres más antiguas, de principios del siglo XI, se sitúan junto a la iglesia de Santa María de Baldós y al otro lado del barranco de San Juan, respectivamente. Hay una tercera torre de planta cuadrada y posterior construcción (Siglo XVI) junto a la puerta que cerraba el conjunto amurallado.
Uno de los emblemas de Montañana es su magnífico puente construido en el siglo XVI, probablemente en el mismo lugar que uno anterior. Su perfil alomado de tradición medieval sobre sus dos ojos abiertos mediante arcos apuntados, salva el barranco de san Juan y parece transportarnos al pasado, como si de una máquina de tiempo se tratara. Al otro lado del barranco se levantan edificaciones singulares como el palacio de los Condes y la Casa Pasadizo bajo la que nos adentraremos en el núcleo más antiguo de la localidad.
Desde el puente gótico de doble arcada que cruza las aguas del barranco de San Juan, y que une los dos barrios de Montañana, se aprecian las formas arquitectónicas típicas del lugar: casas estrechas de piedra, de varias alturas adaptadas al terreno, con soportales, rampas, porches , rampas y misteriosos pasadizos entre ellas. En definitiva, una apariencia laberíntica de gran atractivo y valor histórico.
Desde el puente y hasta la zona amurallada discurre la Calle Mayor, en la que se hallan los inmuebles más emblemáticos de Montañana. Dos detalles llaman la atención recorriendo esta calle. Uno es su parte baja, ya que lo que fue un torreón se convirtió en un enorme lagar. Y en su parte alta, encontramos dos inmuebles rehabilitados, cada uno a un lado de la calle Mayor, pero unidos por una balconada aérea sobre la estrecha vía.
El monumento más destacado de Montañana es la Iglesia de Nuestra Señora de Baldós, templo originado en el Románico del Siglo XII, principios del siglo XIII, pero que en su devenir adquirió formas propias de su larga historia, como las pinturas murales góticas, su campanario del siglo XV o decoraciones barrocas. La visita a la iglesia requiere detenimiento, pero sobre todo merecen una pausa atenta los capiteles de su portada, para así poder descubrir lo que nos relatan sus tallas inspiradas en episodios bíblicos.
Esta iglesia se levantó sobre los restos de la primitiva iglesia de San Martín. Su planta adopta forma de cruz latina con una sola nave rematada en un ábside plano.
En la nave crucero se alza la torre campanario gótica de planta cuadrada y cuatro cuerpos separados, los tres visibles al exterior, por hiladas voladizas de sillar adornadas con arcos trilobulados en forma apuntada. El campanario alberga cuatro campanas y en la más grande figura una curiosa inscripción: María me llamo de buen parecer buena en echura mejor tañer que a los nublados ago temer. Francisco de llano me fecit año 1617”.
Cuatro vanos, tres de doble derrame y uno con arquivoltas sobre la portada, proporcionan iluminación al templo. La puerta se abre bajo un arco abocinado con seis arquivoltas de baquetones de medio punto y trasdós dentado con puntas de diamante.
Lo más llamativo de esta iglesia es su portada principal, el magnífico tímpano y los capiteles historiados con escenas de los pecados capitales y sus efectos en los hombres (A la izquierda) y la salvación a través de Cristo resucitado (derecha).
En el interior, la austeridad del templo se atenúa por la presencia de la decoración pictórica. A destacar las pinturas murales descubiertas durante la restauración bajo el coro, valiosa muestra del gótico lineal (Siglo XIV). Muestran diferentes escenas en especial la vida de un obispo y representaciones de de Dios (Crucifixión, Agnus Dei y Cristo rodeado del Tetramorfos). Hoy la iglesia acoge un espectáculo multimedia sobre el arte románico en la Ribagorza.
Según la leyenda en esta iglesia se veneró una imagen de la Virgen que fue destruida durante la Guerra Civil. Se cuenta que un pastor con un brazo baldado tuvo una aparición de la Virgen en un lugar denominado Mas de Felip. Esta tras sanarle el brazo le pidió a cambio que el cura y los jurados de Montañana llevaran una imagen suya a la iglesia de esta población. Así se hizo. La instalaron en una capilla lateral que no debió gustarle y ella sola se trasladó al altar principal hasta ese momento ocupado por San Ponce Mártir, patrón de la localidad.
En torno al siglo XVI, se construyó la abadia fortificada, residencia del clero y de los Grandes Maestres de la Órdenes militares que tuvieron su asentamiento en Montañana. Se trataba de un conjunto de dependencias con dos alturas y cubierta de losas de piedra. A finales del siglo XX el deterioro de la construcción era tal que su recuperación fue inviable. Por ello, se decidió demoler la abadía y consolidarla como ruina, respetando el mayor número de estructuras posibles. Así entre los restos conservados destacan un horno de pan y diversos arcos de medio punto de la fachada principal en los que se pueden ver piezas decoradas con escudos e inscripciones.
En cualquier panorámica de Montañana destaca el volumen de la recuperada Torre de la Cárcel, nombre que alude a los tiempos en que sirvió de prisión. Este torreón es el mejor conservado del conjunto. Pero hay otros como los vestigios de la Torre de la Mora, la más antigua del lugar, o la torre de las Eras.
Un tanto separada del núcleo se halla la ermita de San Juan, muy destacable por su valor histórico y artístico al ser un edificio con todas las características típicas del Románico. Pero por otro lado, la ermita bien merece nombrarse al tratarse del edificio con el que se comenzó la recuperación de Montañana, ya que en 1998 fue el primero en el que se intervino, al encontrarse en un estado de conservación lamentable. Esta ermita románica se estructura en una única nave longitudinal rematada con ábside semicircular orientado al este. Posee dos portadas, una en el muro sur y la principal a los pies, bajo espadaña de tres ojos aparece engalanada con cuatro arquivoltas de medio punto, trasdós resaltado y capiteles historiados con la vida de San Juan bautista y escenas del nacimiento y adoración de Cristo. Su interior conserva unas interesantes pinturas.
En el kilómetro 28,42, una vez disfrutado de este pueblo medieval, inicio el regreso.
En el kilómetro 54,65 esto de nuevo en Benabarre.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/
Fundación Montañana Medieval.