Ruta 0158.-por la Línea Defensiva del Cinca. Barbastro, Selgua, Castejón del Puente.
El 4 de abril de 2018 llevo un total de 15.043 kilómetros.
A principios de la Guerra Civil, una vez detenido el avance por Aragón de las columnas milicianas y dado el miedo que existía de que la retaguardia catalana pudiera ser arrollada por las tropas nacionales en una posible ofensiva debido también a la misma precariedad que resultaba el frente de Aragón, se dispuso la creación de varios puntos de resistencia situados básicamente en territorio aragonés. De hecho, en fecha tan temprana en el conflicto como el 6 de agosto de 1936, el Estado Mayor Central de Milicias dio la orden a los Servicios de Ingenieros para preparar una línea de defensa retrasada en el Cinca. La Línea del Cinca fue la principal obra defensiva que construyó el bando republicano en Aragón durante la Guerra Civil española (1936-1939), consistente en una fuerte línea de resistencia dotada de grandes fortificaciones y trincheras situadas en los márgenes del río Cinca. La línea se extendía desde las inmediaciones del Pirineo hasta Gandesa, iniciándose sus obras a finales de agosto de 1936. En enero de 1937 se encontraban construidos más de 7 kilómetros de trincheras; 13 kilómetros de caminos cubiertos; centenares de nidos de ametralladoras acompañados con los correspondientes refugios para tropas y diversos asentamientos artilleros. El sector de Monzón fue uno de los puntos fuertes de la línea, compuesto por las posiciones de Selgua, Monzón y Castejón del Puente; donde se construyeron solo en este sector 66 emplazamientos para ametralladoras, atrincheramientos para 4.000 soldados y tres emplazamientos artilleros. Sin embargo, esta línea fortificada apenas fue un obstáculo ante el rápido avance del ejército nacional en su ofensiva por Aragón en marzo de 1938, siendo destruidas buena parte de estas fortificaciones por sus propios defensores.
Los trabajos realizados por el Grupo de Búsqueda e Investigación de Espacios de la Guerra Civil (CRIEGC), con sede en Lérida, han consistido en la retirada de la maleza, retirado escombros y limpiado las trincheras, casamatas y polvorines, con la colaboración de técnicos de la Comarca del Cinca Medio. Se acabó de hacer la limpieza en noviembre de 2017.
Debido a su posición privilegiada y dentro de esta línea de fortificaciones, en el monte del Castillo de Monzón y aprovechando un asentamiento artillero ya existente de la Guerra de la Independencia, se emplazaron cuatro piezas de artillería de 105 mm. Dos de las piezas se instalaron con frente Sur para cruzar fuegos con la batería de artillería de Binaced; mientras que las otras dos lo hicieron con frente Norte para cruzar sus fuegos con la batería de artillería de Fonz. Por otro lado, en el castillo también se llegó a instalar un cañón automático antiaéreo de 20 mm para hacer frente a los bombardeos aéreos que sufrió la ciudad de Monzón durante la guerra.
La ruta de hoy comienza en la ciudad de Barbastro.
Ciudad situada en la hoya labrada por el río Vero en la zona oriental del Somontano oscense; tiene su núcleo primitivo emplazado junto al peñón de Santa Bárbara y Santo Sepulcro, un espolón de areniscas de 350 metros de altura, que el río bordea por su margen derecha, y sobre el cual se construyó el fuerte. Desde allí se extendió a las terrazas de la margen derecha del Vero, que se convierten así en un elemento conformativo de su morfología urbana.
Como ciudad somontana le da carácter, en primer lugar, el hecho de emplazarse en una zona de enlace entre dos economías: la economía silvopastoril de la montaña, al norte, y la agrícola y actualmente industrial, al sur. En segundo lugar, el hecho de haber constituido un núcleo histórico de personalidad bien definida y de un evidente valor estratégico, basado en su emplazamiento en el borde montañoso, en un punto de cruce de caminos que conducen a los valles pirenaicos.
Su población se distribuye actualmente en tres entidades: dos lugares, situados al norte de la ciudad, Burceat y Cregenzán, que fue hasta casi 1970 municipio independiente; y la propia ciudad de Barbastro, que es, por su número de habitantes, el tercer núcleo demográfico de la provincia. El municipio cuenta en 2010 con 16.846 habitantes, y es, dentro del área provincial, uno de los pocos que ha mantenido a lo largo del siglo XX un crecimiento positivo (1900, 7.033 hab.; 1950, 10.050 hab.; 1970, 12.959 hab.; 1978, 13.857 hab.; 1998, 14.462 hab.).
Como en todos los municipios del Somontano , la agricultura ha tenido y sigue teniendo un peso fuerte; se organiza por medio de pequeñas explotaciones, cuya tenencia, en la gran mayoría, la lleva el propietario en régimen familiar.
Barbastro, que fue cabeza de uno de los Corregimientos aragoneses, quedó reducido, a cabeza de partido judicial. Su plano apenas tiene modificaciones, en lo que se refiere a su extensión, hasta bien entrado el siglo actual. Quedan pocos vestigios del primitivo núcleo romano (restos de unos baños en el actual Arrabal, y de murallas en el Campo de San Juan), y en el plano actual se delimita bastante bien la ciudad musulmana (reconstruida en gran parte por Jalaf Ibn Rasid en el siglo IX) en el barrio del Entremuro, que conserva el primitivo plano de calles estrechas y tortuosas. El casco antiguo encierra, además de la catedral, buenos edificios renacentistas como el palacio episcopal y la casa de los Argensola , con aleros de madera labrada y fachadas de ladrillo.
La ciudad ha cruzado a la otra orilla del río, extendiéndose de una forma desordenada hasta que, en 1969, se controla la expansión urbana mediante un Plan General de Ordenación. El crecimiento se realiza, en su mayor parte, hacia el noreste y sureste, tomando como ejes la carretera C-138, que se dirige hacia el valle del Cinca, y la N-240, que conduce a Monzón y Lérida.
Su carácter de cabeza comarcal se ejerce por una serie de funciones heredadas históricamente pero que todavía se conservan, basadas fundamentalmente en ser sedes de una diócesis, cuyo mantenimiento ha sido uno de los puntos fuertes del interés de la ciudad, y también por el hecho de su emplazamiento. En efecto, hacia Barbastro confluyen las comunicaciones del sector oriental del Pirineo que a través del valle del Cinca y sus afluentes permiten los desplazamientos desde Boltaña , Fiscal y Broto , por el valle del Ara ; el valle de Benasque por el río Ésera , y el valle de Roda por el Isábena . Su área de influencia está pues netamente marcada por esta posición, que ha determinado la activa función comercial que hace de Barbastro centro abastecedor de los valles montañeses citados, que obtienen textiles, muebles, electrodomésticos, maquinaria, etc.
La actividad mercantil se remonta a la Edad Media, y en 1208 recibió del rey Pedro II, los derechos y protecciones precisas para su realización.
En la actualidad, tras un período de decadencia de sus ferias y mercados (sobre todo de la feria de ganados, que en el pasado atraía numerosos traficantes, incluso extrarregionales), Barbastro ha conseguido revitalizar sus ferias agrícolas y ganaderas, de la que es el máximo exponente la Feria de Maquinaria Agrícola e Industrial (FERMA), que se celebra desde 1969, y cuyas ventas ascendieron en 1997 a más de 1.000 millones de pesetas. Pirevino, Senda, Zagalandia o el Salón Internacional de Turismo Pirenaico, son otras tantas convocatorias en las que la ciudad se convierte en escaparate de los productos y bellezas de la comarca.
La función industrial se ha definido a partir de la creación del polígono industrial en 1968. Situado a 3,5 km. de la ciudad, en la carretera N-240, fue declarado área de preferente localización industrial, donde se ha ido instalando gran número de pequeñas industrias.
Barbastro fue también plaza militar, sede de un regimiento que cubría, en parte, el Pirineo Central, y cuyo acuartelamiento estaba situado en la carretera de Lérida. La presencia del elemento militar ha constituido durante mucho tiempo una nota más en el carácter de la ciudad, y que desapareció con el cierre del acuartelamiento General Ricardos en 1996 y la consiguiente extinción del Regimiento de Cazadores de Alta Montaña, Valladolid 65.
Por fin, hay que señalar su función sanitaria. La ciudad dispone de un ambulatorio con diversas especialidades, y un Hospital Comarcal, que exigen la presencia de un nutrido grupo de personal sanitario de distinta cualificación.
En el presente, Barbastro mantiene en pie sus mejores tradiciones y costumbres. Conserva todo su pintoresquismo, aunque haya nacido otra ciudad nueva en la margen izquierda del río Vero. Pero es en torno a la bella catedral gótica donde el casco urbano adquiere verdadero relieve, fundido con la historia y el arte para dar vida a un conjunto de impresionante belleza.
La Catedral de la Asunción de Barbastro es uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótico renacentista de Aragón. Construida como colegiata en el siglo XVI (1517-1533) sobre el solar de la antigua mezquita aljama, fue elevada a rango de Catedral pocos años después de su construcción. La ambiciosa construcción de principios del siglo XVI fue un proyecto ciudadano financiado por el propio Concejo Municipal. Tres arquitectos tomaron parte en su diseño: Luis de Santa Cruz, Juan de Sariñena y Juan de Segura. El resultado fue un templo de grandes dimensiones y planta de salón en el que las tres naves presentan la misma altura, dando lugar a un espacio interior diáfano, equilibrado y a la vez majestuoso con las tres naves cubiertas a la misma altura por bellas bóvedas de crucería estrellada. Aúna el estilo gótico y el renacentista y destaca el retablo mayor labrado en alabastro, de cuyo banco es autor Damián Forment, introductor del estilo renacentista escultórico en Aragón. La torre campanario se levanta donde se situaba el antiguo alminar de la mezquita mayor de Barbastro, por eso se halla exenta del conjunto catedralicio. La planta es octogonal y el muro exterior que hoy admiramos cubre uno interior perteneciente a dicho minarete.
Frente a la catedral se encuentra el magnífico, Museo Diocesano Barbastro-Monzón, fue inaugurado en 2010 y acoge una valiosa colección de arte religioso procedente de localidades adscritas a esta Diócesis, que comprende buena parte de la provincia de Huesca. A través de sus 900 metros cuadrados de espacio expositivo distribuidos en tres plantas y varias salas, se puede realizar un viaje por el último milenio de arte occidental recorriendo todos los estilos, del románico al barroco. Cuenta con una magnífica colección de lipsanotecas que nos trasladará al momento en que se consagraron muchas de estas iglesias, una gran vitrina que acoge varias tallas de la Virgen con el Niño de diferentes estilos del románico tardío al gótico y una colección de pintura gótica. Así mismo podemos disfrutar de varios ornamentos de platería y orfebrería tales como cruces procesionales de los siglos XVI al XVIII, cálices, navetas, bandejas pontificales o cetros plata.
Desde aquí me dirijo a la impresionante Plaza del Mercado. A diferencia de otras plazas españolas no acogió ningún edificio de poder. Compra, vender.. este es el papel de la Plaza del Mercado en una ciudad de plazas especializadas ya contaba con una Plaza en el ayuntamiento y otra en la catedral. La Plaza del mercado, es el espacio destinado al comercio, donde se situaban y se sitúan todavía hoy los puestos de los hortelanos con sus productos. Tiene la estructura tradicional de plaza porticada aragonesa, con la sucesión de porches de diversa factura para guarecerse de la lluvia durante los días de climatología adversa. Lugar de encuentro, sobre todo los sábados por la mañana, cuando se llena de gentes y productos de la variada huerta del río Vero.
Las casas más antiguas de esta plaza, con soportales de baja altura y un marcado aire popular, conforman un frente compacto y uniforme. Si paseamos bajo estos soportales y miramos al techo, descubrimos que en las bovedillas de yeso, entre el entramado de vigas de madera, se abren pequeñas ventanitas cuadradas: levantar una pequeña baldosa del suelo bastaba para ver quien llamaba a la puerta. Pero la plaza que veo hoy no siempre fue así. Esta manzana de casas llamada del “Almaudí”, por la proximidad del almacén de grano de la ciudad, fue demolida el 14 de marzo de 1919. Parte de los costes del derribo y posterior acondicionamiento urbanístico de los solares, que fueron destinados a vía pública corrieron de cuenta de los propietarios de las casas que ahora contemplamos a nuestra derecha, que serían los principales beneficiarios del proyecto. La fachada principal de sus casasen vez de mirar a un estrecho callejón, se abriría a la espaciosa y soleada plaza.
Dentro de esta plaza encontramos la capilla de Santa Ana, la casa Calonge y la casa natal de San José María Escrivá de Balaguer. La pequeña capilla pública de Santa Ana, en el pasado perteneció a la antigua Cofradía de Santa Ana, hoy cuidan de ella los comerciantes de la plaza del Mercado y de las calles Argensola y Romero. Junto a ella se encontraba el almudí (almacén público destinado a la compra y venta del trigo y de otros granos) lo que hacía que a menudo, el polvo saturase la iglesia. La proximidad de la vocinglera plaza del Mercado, llevó a recomendar que las varias misas diarias que en otro tiempo se celebraban, tuvieran lugar a horas tempranas para evitar el bullicio.
El nuevo espíritu que Siglo XX, trajo consigo una nueva perspectiva para este espacio. En 1932 vio la luz un proyecto que suponía una renovación total y que pudo haber dado lugar a una plaza monumental conformada por edificios de tipo historioricista. En ellos se conjugarían diferentes estilos, contrapunto que el gusto individual proporciona al conjunto planificado por la iniciativa pública.
Casa Calonge y Almacenes San Pedro, son dos edificios historicistas que conservan detalles modernistas en sus elementos decorativos. En Almacenes San Pedro la planta calle se retrae de la línea de fachada y las plantas superiores se elevan sobre columnas de orden gigante y fuste liso. Los capiteles sostienen un entablamento sin decoración.
Casa Calonge articula el primer y segundo piso a modo de mirador, decorado con modillones de apariencia vegetal y sinuosidad característica del modernismo. El último piso se desarrolla con una galería de arquillos flanqueados por columnas y columnas pareadas en alternancia de resonancias neo mudéjares. La fachada se remata en alero volado sin decoración.
En el solar donde se encontraba la casa natal de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, en 1975 se construyó el actual edificio, que terminó de definir la identidad de este espacio urbanístico. Combinando la teja, la piedra y el ladrillo con dinteles de hormigón visto abujarado, reinterpretando las formas y el canon de otros elementos tradicionales como el gran alero volado o la galería de estilizados arcos de ladrillo. Sus autores H.Dols. y S.Sols recrearon el estilo tradicional aragonés desde la perspectiva contemporánea. Hoy alberga el Centro Cultural Entrearcos.
Continúo hacia el Palacio o Casa Argensola. Casa natal de Lupercio Juan Leonardo y Bartolomé Leonardo de Argensola, escritores del Siglo de Oro español, y del General Ricardos, todos ellos hijos ilustres de la ciudad. Es una casa señorial, llamado palacio por sus apreciables dimensiones y la dignidad de su presencia, buen ejemplo de la arquitectura civil del Renacimiento aragonés. Este edificio responde al tipo palacial aragonés caracterizado por la sobriedad de las formas, la italiana horizontalidad de la fachada, potenciada por el gran alero de madera y la expresividad de la galería de arcos, con su elegantísima y rítmica sucesión de espacios abiertos y cerrados. Comparte la estructura de la fachada de Casa Latorre. Conserva el zaguán de entrada a modo de recibidor, con techos de gran altura y portones muy anchos para permitir la entrada de carruajes. Destaca sobre todo el excelente trabajo en el alero de madera, muy volado, que se presenta labrado con decoración de piñas colgantes y abundantes motivos vegetales. En su interior una monumental escalera regulaba la distribución del espacio interior. Desgraciadamente esta escalera desapareció en la reforma de 1962. El Palacio de los Hermanos Argensola es hoy en día la Casa de la Cultura de Barbastro, que acoge la Biblioteca Municipal, infantil y la Sala de Exposiciones, y la Escuela Municipal de Música y Danza.
Seguidamente me dirijo a la Iglesia de San Francisco.
En el siglo XIII se instala en Barbastro la orden franciscana. En origen se trató de una iglesia sobre todo funcional: una sola nave a la que se abrían capillas encajadas entre los contrafuertes. La nave, al carecer de columnas o pilares, permitía una visibilidad perfecta y una adecuada audición del predicador. En la actualidad apenas nada ha sobrevivido de las antiguas dependencias conventuales. Entre los siglos XVI y XVII y en dos fases sucesivas el espacio interior de la iglesia medieval se transformó. La amplia nave se cubrió con bóvedas de crucería estrellada realizadas en ladrillo. Los nervios se hicieron de yeso, las bóvedas se pulieron y como era habitual en estos templos, se pintó “de color pardo” una red para imitar juntas de sillares de piedra. La antigua capilla de los Claramunt que abre a la cabecera fue decorada a principios del siglo XVII por Rafael Pertús, pintor renacentista zaragozano. La decoración mural se completó con un bonito zócalo de azulejos probablemente salidos de los alfares de Muel (Zaragoza). Por una escalera se desciende a la cripta abovedada. Allí hay un banco corrido a lo largo de todo su perímetro dividido en quince sitiales tallados en piedra. En este banco se colocaban los cuerpos de los difuntos; los muros de la cripta servían de respaldo a los cadáveres. Cerca de la cabecera se abre una pequeña capilla cubierta con bóvedas de crucería estrellada de hermoso trazado dedicada a Ceferino Giménez Malla «el Pelé», gitano tratante de mulas beatificado en 1997 por Juan Pablo II. La escultura del beato es obra del artista Juan de Ávalos.
En esta plaza se encuentra una fuente del siglo XVI con decoración de estilo renacentista en la que se reconoce el escudo de Barbastro labrado en piedra y portado por dos ángeles que lo flanquean.
Desde la Plaza de San Francisco inicio la ruta, para lo que me veo obligado a ascender hasta, la Iglesia de San Julián, capilla del antiguo Hospital de Barbastro levantada en el siglo XVI, acoge el Centro de Interpretación del Somontano. A través de unos paneles informativos y un audiovisual podemos conocer los recursos turísticos, culturales y naturales de la comarca del Somontano. La historia y las tradiciones se entremezclan con la actualidad de una región en continuo desarrollo. Es la manera perfecta de comenzar a conocer el Somontano de Barbastro, en un marco arquitectónico incomparable. Desde aquí me dirijo al hospital comarcal, donde comienza la carretera comarcal A-1226, que se dirige a Selgua.
En el kilómetro 8,44 tomo el desvío a Selgua, por lo que parecía una carretera pero que es una pista que discurre entre viñedos. El indicador me dice que estoy a diez kilómetros de Selgua.
En el kilómetro 11,88 el camino se asfalta e inmediatamente paso por debajo de la autovía, en este punto me encuentro a 7 kilómetros de Selgua.
En el kilómetro 14,08 llego a un cruce de caminos. Por la izquierda se va a Castejón, por la derecha a Perdiguera y de frente continua a Selgua.
En el kilómetro 17,62 me desvío a la ermita de San Salvador.
En el kilómetro 18,49 llego a la ermita, donde rodeando el cabezo en que se sitúa esta, se encuentran parte de las fortificaciones de la Línea Defensiva del Cinca. La línea fortificada defensiva, más importante de Aragón.
Este edificio de origen románico, fue una cilla (gregarium) perteneciente al monasterio de Font Clara, dentro de la Orden del Cister, fundado por El Rey de Aragón Jaime I, el Conquistador en el año 1223. La ermita original sufrió severos daños durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Quedando únicamente el monumento funerario de su interior. A pesar de ser posteriormente reconstruida, durante la última Guerra Civil tanto la ermita como el monumento volvieron a sufrir daños importantes.
En actuaciones posteriores de remodelación de la ermita desaparece un óculo de ventana que había sobre el monumento, y se construye un pequeño coro elevado tapando parte de la estructura. El sepulcro que se encuentra dentro de esta ermita, fue realizado en la segunda mitad del siglo XIII. Nada se sabe sobre el personaje allí enterrado, aunque probablemente debió ser un Señor de Selgua de finales del siglo XIII, que por las vestimentas de sus plorantes tendría relación con la Orden del Cister.
Las fortificaciones de Selgua estaban divididas entre las de la carretera A-1223 y la Ermita de San Salvador.
Al norte de Selgua, en la colina de la ermita de San Salvador y dominando la dirección oeste de la carretera Berbegal-Monzón se construyó toda una serie de fortificaciones, siendo éste otro de los puntos fortificados de la Línea del Cinca en el sector de Monzón. Estas fortificaciones estaban enlazadas por trozos atrincherados con las fortificaciones de Castejón del Puente, situadas al noroeste de estas últimas, siguiendo así la fortificación de toda esta zona. Las fortificaciones en esta colina de la ermita, consistían en diferentes trincheras y hasta cuatro nidos de ametralladoras, así como un sinfín de refugios para la tropa, situados éstos últimos en la ladera noroeste de la colina. En el interior de la ermita aún son visibles las huellas del conflicto, como sería un relieve en una de sus paredes de varios fusiles utilizados por los soldados que ocuparon estas trincheras.
Las obras de la Línea del Cinca comenzaron a finales de 1936. Estaban dirigidas en un primer momento por una comisión nombrada por el mismo gobierno de la Generalitat de Cataluña, participando en los trabajos de fortificaciones desde presos y castigados a trabajos forzosos, hasta refugiados y jornaleros que querían ganar un salario. 300 hombres procedentes del Sindicato de la Construcción de Barcelona fueron destinados también a las fortificaciones de Monzón
Descendiendo hacia las fortificaciones me encuentro con un aljibe de agua, es una construcción medieval ligada a la granja cisterciense que poseía el Monasterio de Font-Clara en la ermita, entonces “cella” de San Salvador. Las escaleras que se ven servían para que en tiempos de escasez, recoger el agua de más al fondo, así como para proceder a la limpieza del mismo. También se observan unos círculos marcados al lado de la boca del aljibe, que servían para colocar los cántaros que llevaba la gente para coger el agua siendo este hecho un acto social de gran raigambre. Este aljibe sirvió para abastecer de agua a las tropas que guarnecían estas posiciones defensivas.
Desde el aljibe enseguida diviso los primeros vestigios defensivos. Esta parte de la loma se fortificó con varios elementos donde destaca una extensa trinchera que comunicaba con un nido de ametralladoras, contaba esta trinchera con dos refugios excavados en la roca y comunicados entre sí.
Las trincheras son zanjas defensivas que permitían disparar a cubierto del enemigo. El emplazamiento de las trincheras debía proporcionar un eficaz enmascaramiento en el terreno. Generalmente estaban excavadas en la tierra o protegidas con rollizos de hormigón. En 1937 los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil Española se estabilizaban en el “Frente de Aragón”, en torno a la ciudad de Huesca. Mientras el Ejército Republicano decidió fortificar las principales vías de comunicación de la retaguardia, entre ellas las del Río Cinca, con trincheras y casamatas. En estas posiciones existió un buen número de refugios, excavados en la roca, algunos incluso con cubierta reforzada, que permitía alojar a la tropa durante los ataques aéreos o artilleros, siendo estos de diferentes formas y profundidades. En total en este sector existieron refugios para albergar un total de 800 hombres, lo que hace una idea del gran número de refugios existentes en este sector.
Entre las fortificaciones con las que contó Selgua dentro del sector de Monzón de la Línea del Cinca destacan sobre todo los nidos de ametralladora. Estos solían ser construidos de cemento armado con pasillo de entrada posterior cubierto y con pequeño un pequeño refugio subterráneo entre ambos, que servían de protección a sus ocupantes. Cada nido tenía diferentes aspilleras orientadas en diferentes posiciones por donde poder disparar, ya que el tiro más efectivo era el de flanqueo o lateral y contaban normalmente con una trinchera alrededor, como las que se ven aquí, que servía de evacuación o comunicación con otras posiciones. En el sector de la Ermita de San Salvador se construyeron un total de diez nidos para ametralladoras teniendo como objetivo batir los diferentes caminos y sendas que venían de Barbastro, además de poder cruzar fuegos con las fortificaciones de las Lomas de Monzón, en Castejón el Puente. Los asentamientos de estos nidos de ametralladoras representaban el esqueleto de cualquier posición defensiva siendo estos los elementos principales. De hecho, la ametralladora era un arma muy efectiva que funcionaba por ráfagas rápidas a distancias pequeñas y medianas, equivalente a la utilización de 100 fusiles manejados por el mismo número de soldados.
Desde aquí me dirijo a Selgua, a la que llego en el kilómetro 20,53 donde hago una breve visita. Población perteneciente a Monzón. Posee un rico patrimonio tanto religioso con su iglesia parroquial y ermita de San Salvador, como civil con la fuente de origen romano del Pozo Gil, su ayuntamiento con lonja de arcos y sus casonas nobles y la arquitectura industrial del siglo XX con la Harinera.
Rápidamente, por la carretera A-1123, en dirección a Belbegar, me dirijo a visitar las cercanas posiciones defensivas del Barranco de la Clamor, muy cercanas a la actual carretera, a las que llego en el kilómetro 22,64.
Estas fortificaciones situadas al sur de Selgua, tenían como objetivo defender la carretera de Sariñena, construyéndose a ambos lados de la misma varias líneas de trincheras y nidos de ametralladoras. Cerrando el paso por la carretera, extendiéndose hasta el río Cinca. Comprendía diferentes atrincheramientos y emplazamientos para 16 ametralladoras, siendo los más importantes de este sector dos nidos de ametralladoras dobles situados a cada lado de la carretera con el objetivo de batirla ante cualquier avance de las tropas nacionales. Cada uno de ellos contaba con su respectivo refugio para sus ocupantes y con una extensa trinchera que también servía de evacuación.
Lamentablemente cuando las tropas franquistas del General Solchaga atacaron las fortificaciones de Selgua, éstas ofrecieron una débil defensa y fueron abandonadas definitivamente por las tropas republicanas, que prefirió hacerse fuerte más al norte, en concreto en Bielsa, cerca de la frontera pirenaica.
Terminada mi visita, a las posiciones de la Clamor, salgo a la carretera A-1123, para ir en dirección a Castejón del Puente.
En el kilómetro 28,20 paso por la Estación del Ferrocarril de Selgua, y una rotonda. A partir de este punto la carretera pasa a ser la A-130. Donde prosigo en dirección a Monzón.
La estación fue abierta al tráfico el 18 de septiembre de de 1861, con la apertura del tramo Zaragoza-Lérida de la línea férrea que pretendía conectar Zaragoza con Barcelona. Las obras corrieron a cargo de la Compañía del Ferrocarril de Barcelona a Zaragoza. Buscando mejorar tanto el enlace de la línea con otros trazados, así como su salud financiera la compañía decidió en 1864 unirse con la empresa que gestionaba la línea férrea que enlazaba Zaragoza con Pamplona dando lugar a la Compañía de los Ferrocarriles de Zaragoza a Pamplona y a Barcelona. Dicha fusión se mantuvo hasta que en 1878 la poderosa Norte que buscaba extender sus actividades al este de la península logró hacerse con la compañía. Norte mantuvo la gestión de la estación hasta que en 1941 se produjo la nacionalización del ferrocarril en España y todas las compañías existentes pasaron a integrarse en la recién creada RENFE. Se encuentra al oeste de Monzón. Cuenta con un amplio edificio para viajeros formado por tres cuerpos de dos plantas de altura. Es una composición sobria únicamente adornada con un sencillo frontón triangular. El recinto dispone de dos andenes, uno lateral y otro central y de seis vías numeradas. La vía 3 accede al andén lateral, mientras que la 1 y la 2 lo hacen al central. En paralelo a dichas vías se encuentran las vías 4 y 6. Finalmente la vía 5 concluye en topera y se configura como una desviación de la vía 3. Un almacén completa las instalaciones.
Desde el 31 de diciembre de 2004 Renfe Operadora explota la línea mientras que Adif es la titular de las instalaciones ferroviarias. Desde 2013 carece de servicios de media distancia aunque conserva sus funciones logísticas. Se encuentra ubicada en el punto kilométrico 122,8 de la línea férrea de ancho ibérico que une Madrid con Barcelona a 288,8 metros de altitud, entre las estaciones de Sariñena y de Monzón-Río Cinca. El kilometraje de la línea sufre un reinicio en la capital maña lo que explica ese valor tan bajo a pesar de la lejanía con Madrid.
Desde aquí la carretera continúa en descenso hasta el Soto de la Pinzana, donde me como el bocadillo. Un poco más adelante, en el kilómetro 31,90 me desvío por la N-240 hacia Barbastro.
En el kilómetro 34, paso por el Campamento Monsanto, y me puede la curiosidad.
El entorno me llama la atención por el espeso pinar, que no deja ver lo que este esconde. Y la verdad me sorprendió. Lo que vi fue una pequeña “Chernóbil”. Una pequeña ciudad abandonada, y donde el tiempo se ha paralizado. Y la naturaleza quiere recobrar su espacio. Estos edificios de muy buena factura constructiva, contaba con los servicios mínimos necesarios para que sus habitantes no tuvieran necesidad de desplazarse a la ciudad.
En el kilómetro 35 dejo la nacional por la derecha y atravesando la urbanización, Monsanto compuesta de pequeños chalés, la atravieso hasta dar en el kilómetro en el 35,82 con un camino, en el cual giro a la izquierda, continuando por él, hasta el kilómetro 36,69, en este punto me encuentro la carretera o camino asfaltado más bien, que por la izquierda viene del camino Armentera, por mi derecha continúa hacia unas graveras y de frente, el camino que se dirige a Castejón del Puente. Enseguida esta carretera asciende, hasta el kilómetro 37,51, desde donde contemplo en la lejanía Castejón del Puente.
En el kilómetro 38,32 me desvío por una pista a la derecha, señalizada por la PR-HU-200, que se dirige a las trincheras y la calzada romana Ilerda Osca.
En el kilómetro 38,64, escondo la bici entre unos arbustos, y comienzo el ascenso por la senda a las fortificaciones situadas en lo alto del cer30, denominado “Tozal de las Aguaderas”. En su cima se encuentra un conjunto de trincheras pertenecientes, a la Línea defensiva del Cinca. Este tozal era ideal Para ejercer una eficaz vigilancia dada su elevada ubicación. El nombre del tozal, proviene de las zanjas excavadas para conducir el agua de una balsa que recogía el agua de lluvia y que se utilizaba para los animales y otros usos.
Las trincheras que contemplo, se extienden a lo largo de La Sierra. Es un lugar perfecto para ejercer una eficaz vigilancia sobre la carretera y el llano, los soldados lucharon en primera línea de fuego. Las fortificaciones, fueron construidas en ladrillo, por el ejército republicano. Pese a su estudiada distribución de fosos, nidos de ametralladoras y estancias subterráneas circulares y abovedadas no sirvieron prácticamente de nada ante la ofensiva franquista. El día 30 de marzo de 1938, Castejón del Puente era ocupada sin resistencia por tropas franquistas de la 63 división, integradas en el Cuerpo del Ejército de Navarra.
Durante la contienda civil, y debido a su situación geográfica Castejón del Puente, jugó un decisivo papel estratégico durante nuestra Guerra Civil, al contar con uno de los aeródromos militares, más importantes de la contienda. En el entorno de de Castejón, aún se conserva el edificio de estancia de los pilotos, conocido por los vecinos como el control.
En la partida del Saso, se construyó un aeródromo militar. Este aeródromo se habilitó entre septiembre y octubre de 1936, y fue utilizado por una unidad de cazas soviéticos. Antes de acabar la contienda, cayó en manos del bando Franquista, siendo utilizado para repostaje de los aviones que partían del sur, durante la batalla de la “Bolsa de Bielsa”, último reducto del bando republicano en el Pirineo Aragonés.
Los modelos soviéticos que ocuparon este aeródromo fueron:
El Polikarpov 1-15, apodado Chato. Era un caza biplano monomotor. Alcanzaba una velocidad de 370 kilómetros hora. Fueron suministrados a la república 190 de estos aparatos.
El Polikarpov 1-16, apodado Mosca. Fue el primer caza con ala baja en voladizo y cabina cerrada, también monomotor, alcanzaba una velocidad de de 398 kilómetros hora. Fueron suministrados a la república 200 de estos modernos aparatos.
El Polikarpov R-Z bombardero biplano, apodado Natacha. , también monomotor, alcanzaba una velocidad de de 290 kilómetros hora. Fueron suministrados a la república 113 aparatos, a partir de 1937.
Terminada la visita desciendo en busca de la bici y prosigo hacia Castejón del Puente.
En el kilómetro 39,10 llego a Castejón del Puente.
El término municipal de Castejón del Puente se extiende a lo largo de la margen derecha del río Cinca, a caballo entre las comarcas de Cinca Medio y Somontano de Barbastro, en la que se integra. El núcleo de población se encuentra asentado en las faldas de un cerro a 382 m. de altitud. El trazado de sus calles es medieval, en su mayor parte estrechas, tortuosas y empinadas hacia la cúspide del cerro donde se encuentra la Iglesia Parroquial de la Asunción.
Castejón ha estado siempre bien comunicado, lo atestiguan no solo las huellas históricas de diversas infraestructuras que jalonan el término municipal sino su ubicación actual, junto a la carretera nacional a la altura del punto kilométrico 151. Desde la antigüedad romana, Castejón del Puente fue un importante punto de comunicación entre el Levante y la zona Cantábrica. Hoy la carretera nacional 240, Tarragona-San Sebastián, pasa por su localidad, que se sitúa a medio camino entre las ciudades de Barbastro y Monzón.
En la época romana Castejón, estaba situado, al igual que hoy, entre dos grandes municipios. Al norte estaba Barbotium que en época musulmana tuvo su sede en el actual Barbastro. Al sur quedaba un mesón en la calzada romana que corresponde al actual Monzón.
Según Manuel Benito, autor del único estudio etnográfico de Castejón, existen dos itinerarios en la calzada romana en Castejón. El primero relacionado con la tesis de Estrabón que habla de una calzada romana que articulaba la Tarraconense, dicha vía unía la capital Tarraco (Tarragona) con Oiarso ( Oyarzún junto a San Sebastián). Esa vía ha tenido continuidad en la nacional 240 Tarragona-San Sebastián. La calzada salvaba el río Cinca a través del viejo puente de Castejón. La segunda opción, más conocida, era la llamada calzada Osca-Ilerda, que recorría los territorios de Castejón, Ilche, Berbegal, Laperdiguera, Pertusa, Antillón, Pueyo de Fañanas, Alcala del Obispo, Monflorite y Santuario de Salas. El puente y el castillo vigilante de La Bella, constituyen los dos más firmes baluartes de aquella época.
Ceboller o Cebollero es como se denominaba antiguamente al municipio. El nombre parece aludir a la abundancia de cebollas que se cultivarían en sus huertas. En el medievo Ceboller fue el apellido de Castejón, que luego adoptaría definitivamente el del Puente. Con este nombre debió conocerse la villa cuyos restos rupestres se ven aun entre el santuario de la Bella y la calzada conservada al pie.
Terminada mi visita continúo viaje de regreso, y en el kilómetro 40,37 paso la autovía , por paso subterráneo hecho de inmensos tubos de chapa.
En el kilómetro 43,50desde la carretera diviso a mi derecha de la marcha, el magnífico edificio de Bodegas SOMMOS
En el kilómetro 47,90 entro en Barbastro
En el kilómetro 51,55, llego a donde tengo el coche comienzo y final de la etapa de hoy
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
http://www.griegc.com/2017/07/15/la-linea-del-cinca-las-posiciones-defensivas-de-monzon
https://es.wikipedia.org
https://barbastro.org/que-ver/monumentos/museos-y-centros-de-interpretacion
http://www.enciclopediaaragonesa.com
Grupo de investigación de espacios de la Guerra Civil.
http://www.castejondelpuente.es