Ruta 0155 por el Bajo Aragón. - Castelserás, Torrecilla de Alcañiz, La Codoñera, Torrevelilla, Calanda, Castelserás.
Ruta 0155 por el Bajo Aragón. - Castelserás, Torrecilla de Alcañiz, La Codoñera, Torrevelilla, Calanda, Castelserás.
Ruta 0155 por el Bajo Aragón. - Castelserás, Torrecilla de Alcañiz, La Codoñera, Torrevelilla, Calanda, Castelserás.
El 29 de octubre de 2017 llevo un total de 14.200 kilómetros.
El Bajo Aragón se encuentra a medio camino entre las provincias de Zaragoza, Teruel, Tarragona y Castellón. Su estratégica situación ha hecho de esta comarca una zona de paso, de comunicación entre el valle del Ebro y el litoral mediterráneo, que ha modelado el carácter de sus gentes, abierto y acogedor, fruto del cual los viajeros disfrutan de las costumbres y tradiciones arraigadas. La más famosa, la Semana Santa, con sus procesiones, la representación del Drama de la Cruz, la Rompida de la Hora, cuyo telón de fondo lo compone el retumbar de Tambores y Bombos. Tres son los pueblos de la comarca que pertenecen a la ruta del Tambor y el Bombo: Alcañiz, Alcorisa y Calanda.
La ruta de hoy comienza y termina en la localidad bajo aragonesa de Castelserás. Castelserás, pertenece la comarca del Bajo Aragón. La villa se sitúa en un altozano a la margen derecha del río Guadalope, próximo a su confluencia con el río Mezquín.
Su topónimo procede seguramente del antiguo asentamiento ibero Castrum-Zerás, o Castro del León. En su término municipal se encuentran los restos arqueológicos más antiguos del Bajo Aragón, pertenecientes al Paleolítico Medio o Musteriense. Asimismo, se pueden rastrear diferentes conjuntos pertenecientes a diversas épocas, sobre todo en torno a los márgenes del río Guadalope.
Castelserás perteneció a los territorios donados por Alfonso II a la Orden de Calatrava tras la reconquista cristiana. El núcleo poblacional que hoy conocemos se crea hacia 1278 en las dehesas y alquerías que la orden poseía entre Alcañiz y Calanda. Hasta 1402 mantendrá su independencia, pero a partir de este momento pasa a depender del Alcañiz, iniciándose una dilatada pugna por su autonomía, que obtendrá judicialmente en 1750.
La calle Mayor delimita el antiguo núcleo medieval. Sobre sus tejados se alza la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Natividad. Templo barroco de la segunda mitad del siglo XVIII, en la línea estilística de otros templos de la zona muy influidos por la basílica del Pilar de Zaragoza. Presenta tres naves a la misma altura a modo de “plata salón”, cubiertas con bóveda de cañón con lunetos y bóvedas de arista, soportes dobles o “pilaristas” y esbelta torre a los pies. La iglesia fue quemada por las huestes del sargento Cabrera durante la primera guerra Carlista, y posteriormente rehabilitada.
En la plaza de España, donde el 19 de enero de cada año se hace una gran hoguera en honor a San Sebastián, se encuentra la Casa Consistorial de la villa, precedida por su lonja original del siglo XVI. En el interior se conserva una obra del pintor Francisco Marín Bagüés, quien veraneaba en Castelserás, y que representa el escudo del municipio sostenido por su sobrina Leopoldina.
Si continuamos explorando las calles de Castelserás, pronto descubrimos la antigua Casa de la Encomienda. Utilizada en origen como almacén de los tributos de la orden, hoy alberga el Centro de Interpretación de los botánicos Loscos y Pardo Sastrón, cuya visita se completa con el paseo botánico que discurre junto a la ribera del Guadalope.
También llamará nuestra atención la “Casa Grande” o también llamada “El Castillo”, situada junto al río. Se trata de una construcción de sillería, realizada en los siglos XVI o XVII, con una gran arcada de medio punto como acceso, tres alturas y galería de arquillos aragoneses, rematada en alero.
Y para salvar el río, Castelserás conserva un magnífico puente, de posible origen romano, sobre el que se sitúan tres pequeñas capillas barrocas dedicadas a San Pascual, la Virgen del Pilar y la Virgen de Guadalupe. A su vez, no podemos olvidarnos de visitar el conjunto hidráulico de la fuente-lavadero, o la Casa Cascajares.
Fuera de la población se localizan la ermita del Calvario, cuyo origen se sitúa
en el siglo XVI aunque la construcción que se conserva data del siglo XIX, y más
alejada la ermita de Santa Bárbara, sencilla construcción neoclásica con pórtico
a los pies, realizada en el primer tercio del siglo XIX.
Salgo de Castelserás con 2 kilómetros recorridos, dirigiéndome hacia Torrecilla de Alcañiz.
En el kilómetro 2,65 tomo el desvío a Torrecilla de Alcañiz, al que me dirijo por la carretera A-1410.
En el kilómetro 3,99, paso el rio Mezquín que tan apenas se ve el cauce, invadido por la maleza.
En el kilómetro 8, llego a Torrecilla de Alcañiz.
Bienvenidos a Torrecilla de Alcañiz, municipio perteneciente a la comarca del Bajo Aragón. La villa se sitúa en la margen derecha del río Mezquín, y la separan de Alcañiz 12 kilómetros.
Las cuevas sepulcrales encontradas en las partidas de La Cortada II y Balsa Nueva, pertenecientes a la Edad del Bronce, y los restos hallados de época ibera, constituyen los testimonios más antiguos de la presencia de pobladores en la zona, previos al asentamiento que hoy conocemos. En el siglo XII se culmina la reconquista cristiana de la zona del Bajo Aragón, de mano de Alfonso II, quien otorga el control del territorio a las órdenes militares. Torrecilla de Alcañiz forma parte de las localidades que integran la encomienda de Alcañiz, administrada por la Orden de Calatrava. Esta dependencia a Alcañiz se extenderá hasta la Concordia de 1646, por la cual se completaba la independencia de los barrios del Alfoz. A partir del siglo XVIII se integra en el corregimiento de Alcañiz, hasta la división provincial en 1833. En origen, el núcleo medieval de la villa se encontraba protegido por una muralla de la que no se han conservado restos. Del casco urbano de Torrecilla cabe destacar dos interesantes monumentos, su iglesia parroquial y la casa consistorial, además de ejemplos de la arquitectura popular. También son destacables la diferentes obras relacionadas con el aprovechamiento del agua, como la fuente, la presa, la acequia o la balsa.
La iglesia parroquial dedicada San Miguel Arcángel , se realiza en dos etapas constructivas. La primera se sitúa a finales del siglo XVI y a ella se deben los rasgos renacentistas de la cabecera o las cubiertas estrelladas, y la segunda etapa data del siglo XVII en la que, ya adscrita al barroco, se concluye su construcción. De esta fase destaca ante todo la bella torre que se sitúa a los pies, de tipología mixta, definida por un cuerpo inferior de planta cuadrada realizado en piedra, al igual que el resto del templo, e integrado en la fachada, al que se superponen tres cuerpos ochavados realizados en ladrillo.
Saliendo de la plaza de la Iglesia, y tomando la calle de San Roque, llegamos a la plaza de España, donde se sitúa la magnífica Casa Consistorial. Construida a finales del siglo XVI en estilo renacentista, presenta planta rectangular y tres alturas. Edificada en cantería, la lonja a tres frentes nos da la bienvenida a través de sus cuatro arcos de medio punto rebajados sobre pilares. Los vanos del piso superior presentan una interesante variedad en las molduras de sus dinteles, a excepción del gran ventanal de la fachada lateral, que se encuentra flanqueado por dos columnas y rematado por frontón. La última altura del edificio se define a través de la típica galería de arquillos, abiertos en el muro, y coronada por doble alero de madera. A pocos kilómetros de Torrecilla se encuentra la ermita de Santa Bárbara, llevada a cabo en el siglo XVI y restaurada en el siglo XX. De sencillos muros de piedra enlucidos, presenta una sencilla portada en arco de medio punto y espadaña. Levantada sobre un cerro con magníficas vistas de la zona, se convierte en lugar de romería y reunión de los torrecillanos el lunes de Pascua. A las afueras de la localidad, se encuentra en altura el Calvario, con su característico viacrucis. José Pardo Sastrón, famoso botánico y farmacéutico nacido en Torrecilla, plantó diversas especies arbóreas que en la actualidad pueden identificarse a través de paneles informativos.
En el kilómetro 9,36 salgo de Torrecilla por la A-2407.
En el kilómetro 12,20 llego a la Codoñera.
Localidad del Bajo Aragón, situada en el valle del río Mezquín, Su topónimo procede del término en “Chapurriau”, “codoñe”, o membrillo debido a la abundancia de este frutal en la época de la repoblación que se realizó tras la reconquista cristiana del territorio.
Los restos más antiguos
encontrados se remontan al Eneolítico, hacia el 3000 a.C y se ha rastreado la
existencia de un interesante poblado ibero en el cabezo de Santa Bárbara. Los
primeros testimonios escritos referidos al asentamiento actual aparecen en 1.225
como aldea dependiente de Alcañiz y su pertenencia a la Encomienda Mayor a la
Orden Calatrava. La Codoñera, dependiente del Alfoz de Alcañiz, forma parte de
la donación territorial que Alfonso II hace a la orden de Calatrava tras la
reconquista cristiana, en el siglo XII. Esta situación provoca una larga
pugna por su independencia hasta 1624, cuando la población obtiene por una
Concordia cierta autonomía municipal.
El 21 de mayo de 1776, Carlos III le concede el Título de Villa, al tener 200
vecinos útiles y la separa de la jurisdicción de Alcañiz. Otro momento histórico
destacable se produce el 12 de octubre de 1833, cuando se produce en la Codoñera
el temprano pronunciamiento carlista de Manuel Carnicer, a los pocos días de la
muerte de Fernando VII.
Su casco urbano atesora interesantes ejemplos arquitectónicos que plasman el devenir de la villa. Destaca entre ellos la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora.
Se comienza a edificar en el siglo XIII (año1280) y su construcción se dilata en diferentes etapas cronológicas. Finalmente, su aspecto se circunscribe fundamentalmente a la más importante reforma correspondiente a 1716, al estilo barroco, con columnas salomónicas en su portada, bóvedas de cañón con lunetos y gran torre campanario. De su origen gótico conserva rasgos como la cabecera poligonal y las capillas cubiertas con bóvedas de crucería estrellada; en una de estas han aparecido frescos del siglo XVII. La torre, de gusto mudéjar, alterna cantería en su primer cuerpo y ladrillo, en los siguientes
Junto a la iglesia se encuentra el edificio renacentista que alberga la Casa Consistorial (1576-1579). En origen se construyó como casa de la Cofradía de Santa María y San Valero, que ostentó el poder local hasta la autonomía de la Codoñera en el siglo XVII. Construida a “lo romano”, en ella se plasma el gusto clasicista con el uso de la piedra sillar, el arco de medio punto como entrada y la galería típicamente aragonesa de siete arquillos de medio punto, y sostenidos por columnas con base, fuste liso y capitel dórico, que se desarrolla bajo alero de madera volado.
En la Casa Consistorial, sobre la clave del arco de entrada, se encuentra el escudo de la Codoñera y lleva un árbol. Este árbol es un membrillero. En “Chapurriau” el membrillo se dice “codoñé”, membrillero, de ahí el nombre de la Codoñera. Desde 1225 cuando los repobladores llegaron al territorio y encontraron estos árboles silvestres. Hoy día como menciono anteriormente, forma parte del escudo desde 1776, cuando se concedió el título a esta villa.
Terminada mi visita salgo de la Codoñera con 13,22 kilómetros
En el kilómetro 15,50 tomo el desvío a Torrevelilla por la A-1409.
En el kilómetro 20 llego a Torrevelilla.
Probablemente su topónimo alude a la existencia de una torre defensiva o agrícola en la zona, perteneciente a la familia Velilla, alrededor de la cual surge posteriormente la aldea.
Como el resto de poblaciones del Bajo Aragón, Torrevelilla pasó a formar parte de la Encomienda de Alcañiz, tras la reconquista cristiana y donación de estos territorios a la Orden de Calatrava por parte de Alfonso II en el siglo XII. Dependerá directamente de Castelserás, de quien no logra independizarse hasta el siglo XVIII gracias al título de villa que le otorga Carlos III a la localidad. Posteriormente pertenece al corregimiento de Alcañiz, hasta la división provincial de 1833.
Las guerras hicieron sufrir mucho a Torrevelilla, sobre todo la guerra civil, tras la que quedó en ruinas el 80 por ciento de su casco urbano. Fue reconstruido en su mayoría en los años 50, lo que sin duda transformó su conjunto urbano.
De entre los edificios de la población destacan la iglesia parroquial y la casa consistorial. El templo parroquial está dedicado a Santa Quiteria y fue construido por Regiones Devastadas en 1953. Levantada en ladrillo, se trata de una iglesia de estilo neomudéjar en la que destacan su gran torre, que combina un primer cuerpo de planta cuadrada sobre el que se elevan otros tres ochavados, y los pórticos situados a los pies y en el lado de la epístola.
Por su parte la casa consistorial se encuentra en la actual plaza de España, antigua plaza Mayor. El origen del edificio se remonta al siglo XVII y aunque sufre posteriores reformas, se conserva la definición arquitectónica original, parte del paramento y su trinquete. Presenta tres alturas, lonja inferior con arcadas y galería de arquillos superior cobijada por volado alero. El escudo de piedra arenisca que preside el balcón principal pertenece a la primera etapa constructiva. Ha sido declarado monumento local en 2004.
Si paseamos por Torrevelilla podemos ver todavía muestras de su arquitectura
popular, de edificios encalados y rejerías en sus balcones. En una de estas
construcciones, muy próxima al ayuntamiento, encontramos la capilla-hornacina
dedicada a San Roque. Otros edificios destacados son la Casa Ruiz y la Casa de
Conrado Vallés.
Completan el patrimonio religioso de la villa la ermita de San Joaquín, de estilo barroco, en la que sobresale su cúpula decorada con esculturas de los cuatro evangelistas, así como la cruz de término del siglo XVI localizada en sus proximidades. También destacan el Calvario, reconstruido en los años 60 y las capillas de San Antonio y de la Virgen del Carmen.
Entre su patrimonio etnográfico se encuentran sus dos lavaderos, el de “Los apestados” y el de la “Fuente de abajo”, los molinos de aceite que salpican la zona, como el Molí Nou, “la Torreta”, la antigua tejería o el tradicional horno de pan. Y finalmente podemos visitar el Museo situado en la casa del siglo XIX de Doña Peregrina Vallés, donde podremos disfrutar de su decoración modernista e historicista y de la colección de etnología "Antonio Gracia Briz", promovido por la Asociación Cultural CB Torrevelilla.
Saliendo de Torrevelilla me encuentro con la Fuente de Abajo y sus magníficos lavaderos.
En el kilómetro 21,76 me desvío a Calanda por la A-2406. Una solitaria carretera que discurre por un magnífico paisaje montañoso, que me hace sentir el hombre más afortunado del mundo, por disfrutar de estos maravillosos paisajes. En el kilómetro 32,55 cruzo el rio Guadalope.
En el kilómetro 33, conecto con la carretera A-226 donde por la derecha me dirijo a Calanda.
En el kilómetro 34,75, llego a Calanda.
Localidad del Bajo Aragón, situada en la confluencia de los ríos Guadalope y Guadalopillo. Su topónimo parece proceder del primitivo asentamiento celtibérico denominado “Kolenda”. A su nombre acompañan los títulos de Antiquísima, Muy Leal, Fiel y Fidelísima.
Existen restos arqueológicos desde el paleolítico, lo que
demuestra un poblamiento muy temprano. La cultura ibera también estuvo presente,
en los poblados de Cerro Castiel y Campo Consejo. Pero los restos más
importantes se localizan en la partida de Albalate, donde se situó una lujosa
villa romana y de la que se ha conservado un bello mosaico que se expone en el
Museo Arqueológico de Teruel.
En su etapa árabe el núcleo poblacional se organizaba en torno a un desaparecido castillo. En
esta etapa se sitúa el origen de la tradición cerámica y el sistema de regadíos
de la zona. A estos pertenecería probablemente el acueducto
de “Los Arcos”, situado en la partida del mismo nombre. Monumental
obra de ingeniería hidráulica, construida en piedra sillar y definida por cinco
grandes arcos de medio punto sobre los que discurre el canal.
Calanda forma parte de la donación territorial que Alfonso II hace a la Orden de Calatrava tras la reconquista cristiana, la cual otorga a la villa Carta Puebla en 1360. En este tiempo, el casco antiguo se erige alrededor del castillo medieval, prácticamente destruido tras la primera Guerra Carlista, en 1839. Se conserva parte de la muralla, algunos muros, la rampa de acceso y un aljibe.
En 1640 aconteció el “Milagro de Calanda”, obrado por la
Virgen del Pilar en la persona de Miguel Pellicer, quien recuperó la pierna que
le había sido amputada dos años antes. Como consecuencia se construye el Templo
del Pilar, en origen pequeña ermita, convertida en espléndida iglesia
barroca de mampostería, culminada en 1722. Junto a ella se encuentra la
Casa-Museo de Miguel Pellicer.
Interesante es el resto de patrimonio eclesiástico que Calanda nos ofrece. Es el
caso de la Iglesia
Parroquial de Nuestra Señora de la Esperanza o la “Ruta de las
Ermitas”, que nos permite pasear por la calles de Calanda descubriendo la capilla
de San Roque, la ermita
de Santa Bárbara y San Marcos, la del Humilladero, la de la Virgen
del Campo, la de Santa Águeda, y finalmente la de San Blas, en lo alto de la
villa. Asimismo, no podemos olvidar el convento de las carmelitas descalzas del
Desierto de Calanda, situado fuera de la población.
Pero en cuanto a su patrimonio religioso, el elemento más representativo de Calanda es su Semana Santa. La localidad pertenece a la “Ruta del Tambor y del Bombo” y anualmente congrega a multitud de personas que acuden a ver sus Pasos, cofradías y la tradicional “Rompida de la Hora”, a las doce de la mañana del Viernes Santo.
Todavía con el sonido de los tambores resonando en nuestros oídos, y de fama internacional gracias al cineasta Luis Buñuel, podemos visitar la casa de este ilustre calandino, obra del arquitecto Ricardo Magdalena, y el Centro Buñuel de Calanda, donde se muestra la rica y extensa obra del cineasta. Entre la arquitectura civil de Calanda destacan la Casa Allanegui, con la típica galería de arquillos aragonesa, la Casa Consistorial, la Casa de Cultura, situada en el antiguo convento urbano de las carmelitas, o la Nevera Crespo, perteneciente a la “Ruta de las Bóvedas del Frío”, al igual que la nevera conservada en el convento del Desierto de Calanda. La nevera cuenta con dos ramificaciones laterales, que fueron añadidos al original posteriormente, que se han empleado para mostrar contenidos expositivos.
Salgo de Calanda con 37 kilómetro, por la carretera N-211, en dirección Alcañiz.
En el kilómetro 45,70 me desvío por la A-1470 a Castelserás al que llego con 52,69 kilómetros, principio y final de esta ruta.
En el kilómetro 52,69 estoy de regreso en Castelserás, principio y final de esta ruta.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
http://visitbajoaragon.com/es/municipios/