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Ruta 53.- Ventas de Muniesa, cabecera del  Barranco del Mortero.

 

El 7 de marzo de 2009 llego a las Ventas de Muniesa, con un marcador total de 2527 kilómetros.

 

Las Ventas de Muniesa era una de las paradas o apeaderos del antiguo y hoy desaparecido tren de Utrillas, hasta aquí venia mi bisabuelo Ángel, cartero de Plenas, a por el correo, también era utilizado por los vecinos de Moneva, Moyuela y Plenas, en sus desplazamientos a Zaragoza, Belchite, Montalbán etc. Como los desplazamientos hasta el apeadero se hacían a pie o a lomos de caballerías, no era raro que tuvieran que pernoctar en la venta de la estación. En  las Ventas de Muniesa tomo la carretera TE-V-1101, desde el comienzo, la carretera discurre en ascenso. En el kilómetro 4´85 hay una pequeña balsa a la derecha.

En el kilómetro  6´200 comienzo a descender

En el kilómetro  8 dejolas Cuencas Mineras para entrar en la Comarca de Andorra Sierra de Arcos.

En el kilómetro 9´18 a una paridera con una balsa que hay a la izquierda junto a la carretera.

Un poco más adelante  en el kilómetro 9´79 llego al aparcamiento del Barranco del Mortero.

El Barranco del Mortero  se abre sobre una planicie de unos 800 metros de altura. Se formó por el encajamiento de aguas superficiales sobre materiales calizos del Jurásico, creando cornisas y laderas cubiertas. Se trata de un espectacular cañón abierto en la planicie conocida como Partida del Borón. Esta planicie es rota por una brecha abismal que, prácticamente no es percibida hasta encontrarnos en ella. Un abrupto acantilado cierra la cabecera del barranco, localizándose una balsa en los pies del acantilado por el que se despeña el agua en época de lluvias.

Desde uno de los miradores contemplo asombrado la belleza de los cortados calizos, con una profundidad media de unos 30 metros, y una longitud aproximada de unos 3´5 kilómetros.

Desciendo por unas escaleras de piedra que aprovechan una vaguada. Al término de éstas se encuentra empotrada en  la pared la máscara del rostro de Don Antonio Beltrán Martínez y debajo una placa de agradecimiento del pueblo de Alacón. A continuación se encuentra el primer abrigo con pinturas levantinas, el Covacho  Ahumado, a continuación están el de los Trepadores y el de los Borriquitos, todos ellos están  protegidos en su perímetro por una cerca alambrada, para evitar el vandalismo, a esta  distancia es muy difícil atisbar las pinturas, por lo que os recomiendo unos prismáticos. Los covachos referidos anteriormente se sitúan en la margen derecha del barranco.

Los temas representados en estos covachos son singulares. Es muy extraño encontrar en el arte rupestre representaciones de vegetales, pero en el abrigo de los Trepadores es significativa la representación de árboles y escalas con hombres ataviados con bolsa al hombro trepando por ellos, posiblemente recolectando sus frutos. También encontramos, en los otros abrigos hombres agachados con palo cavador (recolectores), escenas de agricultura inicial, y otros montados sobre équidos que nos postulan, cómo los cazadores recolectores fueron incorporando, con el paso del tiempo, la acción de los cambios que condujeron al amasamiento y domesticación de los animales, contemplando el inicio de aldeas neolíticas para llegar a la revolución metalúrgica que se plasmará también con nuevas ideas religioso funerarias, a través de enterramientos en covachos de poca profundidad. Significativa es la Cueva  del Hipólito, localizada en la Cabecera del Mortero, que es un claro exponente de inhumaciones colectivas. El ajuar funerario lo componía un hacha de piedra pulimentada, dos puntas de flecha de silex y un punzón de hueso fragmentado.

 

La cabecera del barranco forma un circo rocoso, de paredes casi verticales, con una balsa a sus pies que recoge el agua en época de lluvias. El lugar debió ser un extraordinario cazadero para el hombre prehistórico, que acecharía a sus presas oculto, o agazapado en los abrigos o  los en recovecos rocosos, que se localizan en el entorno de la balsa, grácil abrevadero para los animales y trampa natural para los que allí se acercasen a saciar su sed, pues sin salida alguna, salvo barranco abajo, serían presa fácil. Tampoco resuelta difícil imaginar a los rebaños de burros, Bóvidos o cabras, azuzados por los cazadores por la planicie del Borón y dirigidos hasta los cortados del barranco, tratando de despeñarlos. Desciendo hasta el fondo del barranco, que como ya he dicho anteriormente esta ocupado por una balsa que alimentan las lluvias, especialmente atractiva cuando se forma un salto de agua. Decido seguir por el sendero señalizado por estacas y que discurre por el lecho del barranco, algo más abrupto en este primer tramo. Pronto se avistan los primeros nidos y atalayas de buitres y alimoches. La vegetación de los cantiles y laderas se compone de sabinas y té de roca, mientras en el fondo la vegetación se compone de rosales silvestres, encinas, espinos negros, y almeces, conforme se avanza por la umbría.

Los cantiles del Barranco del Mortero constituyen un hábitat propicio para numerosas aves rapaces y rupícolas. Las primeras aprovechan la roca para anidar, como el buitre leonado y el alimoche, y también como atalaya para la caza, como ocurre con el veloz halcón peregrino o los imponentes búhos y águilas reales. Los agujeros de las paredes ofrecen cobijo también a la chova piquiroja, al vencejo, al avión roquero, el gorrión chillón o las palomas. La senda se pierde cuando el barranco se abre y comienza a recibir ramblas secundarias. Hay que seguir por el lecho principal, sin pérdida, entre antiguos bancales, que van dando paso a algunos campos de olivos, hasta conectar con un ancho camino en buen estado. Pronto aparecen las señales que indican la subida al Cerro Felio, a la izquierda cuya ringlera rocosa vuelve a acoger covachos de pintura levantina y esquemática, algunos aprovechados como apriscos para el ganado. Son La Covacha Ahumada, el abrigo de la Tía Mona, la cueva de la Eudoviges, (en donde un grupo de Neandertales dio buena cuenta de un rinoceronte y alguna que otra pieza de caza mayor hace 50.000 años), el Covacho Esquemático, el Frontón de los Capridos, el abrigo de los Arqueros Negros, el abrigo  de los Encebros y la cueva del Garroso (donde está representado el famoso arquero de Alacón). Estas pinturas, casi en la desembocadura del barranco, marcan el límite del santuario y su emplazamiento ofrece una magnífica vista de Alacón, su val y las primeras estribaciones del Sistema Ibérico, al fondo. (Debido al mal tiempo no llegué al Cerro Felio, ni a Alacón como era mi intención) Regreso a la Cabecera del Barranco donde dejé escondida la bicicleta. Regreso hacia las ventas con el viento en contra y unas rachas de viento increíbles.

 

En el kilómetro  11´58 salgo de la Comarca de Andorra Sierra de Arcos, para entrar en las Cuencas Mineras.

 

Regreso a las Ventas de Muniesa con tan sólo19´52 kilómetros de recorrido parcial total.

 

 

Las fotografías aparecen por orden de ruta.

 

Serafín Martín.

 

Fuentes propias y:

 

Colección Rutas CAI - Nº 32 Andorra - Sierra de Arcos Edita CAI – PRAMES.

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