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Ruta 13. Pina de Ebro-Gelsa-Velilla de Ebro-Quinto.
Toda la zona de La Comarca de La Ribera Baja del Ebro la componen diez municipios, que se asientan en los márgenes del Río Ebro, eje vertebrador de esta comarca, con una extensión de 1.000 Km2, representa el 2’26% de la superficie total de Aragón, ha sido un territorio poblado desde antiguo por: Iberos, Romanos, Árabes y Cristianos; de hay su diversidad de estilos arquitectónicos. Esta zona tuvo una gran importancia estratégica durante las Guerras Carlistas del Siglo XIX. Su economía está muy diversificada entre agricultura, industria y servicios, cuenta con un recurso natural muy apreciado como es El Alabastro, el Ebro presenta en esta comarca un caprichoso trazado , que da lugar a mejanas, meandros y galachos ,conformando un paisaje característico y muy bonito para disfrutarlo subido en una bicicleta, la Comarca presenta una alta dependencia de Zaragoza. En todo el recorrido que comienzo hoy viajaremos por “La Ruta Jacobea” pero a la inversa, también hay una “red de miradores” muy bien situados, donde admirar el discurrir del Ebro.
El 15 de Enero de 2006 salgo de
Pina de Ebro, esta localidad está a una distancia de 38 Km. de Zaragoza y a
una altitud de 161 m. Situada en la llanura de la margen izquierda del Ebro,
al pie de los Monegros zaragozanos.
En el año 1900 contaba con 2.404 habitantes, en 1991eran 2.219
habitantes y en 1996 tenía una población de derecho de 2.187 habitantes
.Pertenece a la comarca de
RIBERA BAJA DEL EBRO
Pina de Ebro ejerce desde antiguo su influencia como cabeza de partido.
Su casco urbano es amplio e interesante. La plaza principal, rectangular, con su quiosco de música, reúne la iglesia parroquial dedicada a Santa María, se inició en el Siglo XVI en estilo Gótico –Mudéjar, terminándose de estilo barroco (S.XVII) y el convento franciscano, de ladrillo mudéjar del S. XVI.-XVII.
Pina de Ebro Conserva el dance más antiguo de la provincia de Zaragoza, del S. XVI que se danza en honor a San Blas.
La villa fue reconquistada por Alfonso I. Las órdenes militares mantuvieron fuertes intereses en ella, nombrando comendadores que los atendían. Desde 1134 hasta 1198 se conocen los nombres de seis tenientes: Jordán, García Ortiz, Gostio, Ortiz Ortíz, Jordán de Pina y Martín Pérez de Villel. Las órdenes militares tuvieron importantes intereses en esta localidad, así la de San Juan de Jerusalén instaló en ella una encomienda cuyo primer comendador fue Domingo de Ricla, siendo su primera mención del año 1184. También la orden del Temple tuvo numerosas posesiones. El linaje de los Pina, familia infanzona afincada también en Huesca y Zaragoza, está ligado a esta ciudad, con individuos documentados desde el S. XIII. Pina de Ebro forma parte del Camino Jacobeo del Ebro
Desde Pina me dirijo por un camino asfaltado a Gelsa, este camino forma parte de la Ruta jacobea del Ebro y discurre por la fértil vega del Ebro y sale a La Ermita de Nuestra Señora del Buen Suceso, esta ermita cuenta con un pequeño jardín bonito y muy buen cuidado. Gelsa pertenece a La Comarca Ribera Baja del Ebro, con 1289 Habitantes Situada en la depresión del Ebro, en la orilla izquierda del río, a 45 Km. de Zaragoza. Gelsa presenta un conjunto urbano bastante disperso, en el que destacan la torre de la Iglesia y de la ermita de Nuestra Señora de Buen Suceso.
El nombre de la localidad proviene de la colonia romana Lépida Celsa, cuyo núcleo se encuentra en la actual Velilla de Ebro. La ciudad de Gelsa fue fundada probablemente por los árabes, en su invasión del siglo VIII. Algunas construcciones son muestra esta época, como el barrio Morisco, aquí se asentaron los Bereberes, por donde paseo por las calles de los Cubiertos y Ocho Esquinas, el Pilón de las Levatas y el Pilón de la Atalaya (ya desaparecido). La huella árabe está también presente en los sistemas de riego: azud, norias y acequias, aunque parte de estas obras pudieran ser anteriores (romanos) o posteriores (señores medievales). La población musulmana continuó ocupando estas tierras incluso tras la ocupación de la zona por Alfonso I a comienzos del siglo XII.
En
1210, Pedro II cedió Gelsa en señorío, junto con otros lugares de la baronía
de Quinto, a los Torrellas Ortiz, que las vendieron al conde Lope de Luna en
1358. En 1383, se concedieron una serie de privilegios que quedaron anulados
en 1431 cuando el señorío pasó a Juan de Funes. El octavo señor de esta casa,
Antonio de Funes, mandó construir el palacio de la plaza Mayor. En 1609 se
produjo la expulsión de los moriscos, por lo que fue necesario repoblar la
villa. Para ello, en 1626, se ratificaron los viejos privilegios y en 1628
Juan de Funes y Villalpando otorgó una Carta Puebla, que, entre otras cosas,
incluía la cesión (a cambio de los censos correspondientes) de la barca, las
norias y el acampo de la Dula y de la Carne (llamado así porque en él pastaba
la “dula” o ganado perteneciente a todos los vecinos pastoreado por un
“dulero” o “dulera”).
María Francisco Climente, primera esposa de Juan, aportó la reliquia de la
“Santa Espina” que quedó en el Monasterio de la Purísima Concepción y la Santa
Espina. Por otra parte, José Pedro Funes de Villalpando, conde de Atarés,
introdujo la devoción de la Virgen del Buen Suceso. La Iglesia Parroquial,
dedicada a San Pedro, fue construida en el último tercio del siglo XVII y
reformada a mediados de la centuria siguiente y en 1863. La torre es
probablemente de 1826 y el reloj público con campanas fue instalado en 1899.
En el siglo XVIII se edificó la ermita de la Virgen del Buen Suceso y en 1821
se trasladó el cementerio de las proximidades de la Iglesia a su ubicación
actual.
En 1728 se levantó una fábrica de tejidos de lana dirigida por el ingeniero
nacido en la villa José Genzor y López de Perea. Los graneros del conde, hoy
Centro Cultural, fueron construidos antes de 1779. Junto a ellos se encontraba
una factoría de hiladores de seda, que en 1845 llegó a producir 5.000 libras
aragonesas. El Archivo Histórico Nacional en Madrid guarda los legajos del
archivo de Gelsa.
Desde Gelsa me dirijo a Velilla de Ebro, también de La Comarca Ribera Baja del Ebro, con 290 habitantes y Situada en la margen izquierda del Ebro, al pie del monte Purburell, sobre la antigua Iulia Celsa romana, que fue residencia de prefectos y triunviros. El pueblo actual es herencia árabe. Paseando por sus calles llego hasta su Iglesia dedicada a San Nicolás, que es de estilo mudéjar. Desde aquí me dirijo a la Atalaya de velilla donde se sitúa la ermita de San Nicolás de Bari, de estilo Barroco construida (dice la tradición) sobre el templo pagano posiblemente de origen romano dedicado a Diana. Conserva el ábside semicircular y el ventanal, es el resto más antiguo que se conserva y es de estilo románico, está edificado en sillarejo en la parte inferior en forma de aspillera, corresponde a la cripta; la superior, abocinada y en arco de medio punto presenta motivos decorativos propios del románico jaqués; el resto corresponde a los años 1679 y 1713, construido en ladrillo y mampostería. Corona el edificio una espadaña con campanas, en la que se ubicó su "campana del Milagro" anunciaba al tañir los grandes desastres y buenas nuevas de la patria. La campana llego al pueblo flotando sobre las aguas del Ebro. El interior consta de de tres naves, la central más alta que las laterales, separadas por pilares cruciformes. La nave central se cubre con bóvedas de lunetos, las laterales, con bóvedas de arista. Coro a los pies, que se corresponde con el pórtico de entrada. Bajo el presbiterio existe una cripta cubierta con bóveda de cañón. Esta ermita tenía una joya renacentista que fue destruido, en la guerra Civil Española, de 1936 a 1939.
Realizado en 1532, por Damián Forment, y dedicado a San Nicolás de Bari, estaba hecho en alabastro de la zona policromado, solo se conservan de este retablo algunos restos dispersos. Desde el mirador de San Nicolás donde se sitúa esta ermita podemos contemplar una dilatada panorámica del valle medio del Ebro. Este paisaje se caracteriza por el contraste entre la fertilidad de las riberas de secano y el secano de los montes circundantes, en los que se localizan importantes yacimientos de alabastro. Desde aquí se puede apreciar con toda claridad Quinto, Gelsa, Velilla, y La Zaida. Camino de regreso (por no poder llegar hasta Alforque) me dirigí al Río Ebro a su paso por Velilla para contemplar su noria medieval, posiblemente de origen árabe y crucé por un puente hasta un meján. Las mejanas son islas en el río formadas por suelos de aluvión y sotos, bosques con vegetación y fauna propias de las riberas. Desde el mirador de San Nicolás cojo un sendero que me lleva al yacimiento arqueológico de “Celsa” situado en lo que eran las eras del pueblo de velilla y muy cerca de la carretera que va a Alforque. Primero os recomiendo que visitéis el Museo Arqueológico de Velilla perteneciente al Museo Provincial de Zaragoza y que guarda los restos encontrados en el yacimiento, así como maquetas que recrean lo que fue esta Colonia Romana.
Esta maravilla fue Colonia Romana Victrix Iulia Lépida y más tarde Colonia Victrix Iulia Celsa. Fundada en las proximidades de un asentamiento ibérico, en el territorio ilergete (según Ptolomeo). Pudo recibir la latinitas de manos de César en el 48 a.C., tras su victoria sobre los pompeyanos en la batalla de Ilerda. Poco después, en el año 44 a. C., fue transformada en colonia por Lépido. En el 36 a. C. (tras el destierro de Lépido a Circei) cambió su nombre por el de Colonia Victrix Iulia Celsa, latinizando el nombre indígena. Se abandonó progresivamente en época neroniana ante el avance estratégico que supone la fundación de Caesar Augusta, de gran importancia geoestratégica., en la vía que comunica Tarraco con Valle del Ebro y lugar de apoyo a Ilerda a través de la Vía Augusta.. Era uno de los tres puntos donde era posible atravesar el Ebro mediante un puente (los estribos de éste han sido encontrados). Cauce fluvial navegable. Su ubicación favoreció que se convirtiera en un importante punto de comercio. Aquí llegaban salazones béticas, vino tarraconense, cerámica de Tarso y del norte de África, mármoles tunecinos, turcos e italianos, etc. Población estimada: 3500 personas. Compuesta de emigrantes itálicos, clientes de César y Pompeyo, y aristocracias indígenas. Abundancia de cognomina griegos (libertos).
Con una extensión de 44 has. El espacio organizado ex novo. Los ejes principales de la ciudad paralelos y perpendiculares al Ebro. Las calles estaban empedradas y con aceras. Se estudió sus desniveles para favorecer la evacuación de aguas por superficie. No se han encontrado cloacas. Las esquinas y tramos rectos de las calles están protegidos por metae, piedras hincadas fuertemente en el suelo, que se aprecian claramente en las fotografías, que impiden que el tráfico rodado invada las aceras. Los romanos se adelantaron 2000 años a los problemas de tráfico en las urbes modernas. El foro se situó en la parte central de la ciudad, que es la más llana. El teatro estaba junto a la actual iglesia de San Nicolás. Contaba con importantes termas. No había ni muralla exterior ni puertas. Pero si un foso exterior de protección. Si tenía un acueducto y sus correspondientes depósitos reguladores. Además de un Puente sobre el Ebro. Tenía Necrópolis junto a una de las salidas hacia Ilerda. Se encontraron enterramientos de algunos recién nacidos bajo los suelos de algunas viviendas y establecimientos en el interior de la ciudad (tradición indígena atestiguada en otos yacimientos). En la "ínsula de las ánforas" encontramos, junto a unidades domésticas, tabernae, un pequeño mercado, restaurante (popina), panadería (pistrinum) y un área de almacenamiento.
La construcción de sus edificios son, a base de hiladas de alabastro únicas en toda la anchura del muro; opus quadratum más opus uittatum; opus uittatum; adobes o tapial. Los pavimentos de opus signinum abundantes entre la época de Augusto y la de Tiberio. Paulatinamente se fueron sustituyendo por el de mortero blanco. El opus tesselatum aparece tempranamente, entre el 10 y el 15 d.C. único yacimiento del Vallle del Ebro donde ha aparecido opus scutulatum. Modelos de habitación de influencia centroitálica. La tipología de las casas se adapta a las posibilidades económicas de sus habitantes, existiendo gran variedad de tamaños y tipos. Casas de patio abierto, de patio cubierto, y de atrio toscano. La pintura que las decoran corresponde al segundo estilo (ilusionismo arquitectónico) y tercer estilo pompeyano (formas arquitectónicas cerradas y academicistas). En la llamada "casa de Hércules" se reproducen pinturas del segundo estilo que aluden al ciclo de este héroe. Entre las casas destaca la "domus de los Delfines", llamada así por la decoración de un mosaico con dicho motivo decorativo. Articulada en torno a dos espacios: uno corresponde al área de carácter público y privado de los señores y otro a estancias de los esclavos. Pavimentada con numerosos mosaicos de opus signinum y de mortero blanco. Gran oecus triclinar con techo abovedado y pintado (pinturas del tercer estilo). En 1435 se producen los primeros hallazgos (mosaicos y mármoles). Posteriormente apareció en los escritos de P. Risco, Zurita, C. Bermúdez y Labaña. 1919 excavación por parte de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luís (Zaragoza). 1972 nuevos hallazgos por remodelación urbanística en la zona. Declaración del yacimiento "Bien de Interés Cultural". Excavado desde 1975 hasta 1986 por M. Beltrán.
Después de disfrutar de Celsa Lépida pretendo llegar a Alforque por la Ribera del Ebro pero es imposible, por lo que decido cruzarlo por Gelsa y dirigirme a Quinto de Ebro.
Este pueblo de
la Comarca Ribera Baja del Ebro está
situado en la llanura de la margen derecha del
Ebro, en la ruta hacia el Bajo Aragón que siguen la carretera N-232 y la línea
del ferrocarril. Conserva vestigios moriscos en sus edificios y el trazado de
sus calles, especialmente su torre, con ornamentación geométrica en ladrillo.
La iglesia antigua, de estilo mudéjar, sufrió los efectos de la guerra civil,
por lo que hubo necesidad de levantar otra. Sobre la primitiva hubo, al
parecer, un castillo árabe. La ermita de Santa Ana, de estilo gótico, se
encuentra dentro del casco urbano. Fuera de él se encuentran las de la Virgen
de Matamala y la de Bonastre.
El origen de la villa es romano,
aunque es posible que existiera algún asentamiento anterior, se cree
fundada por los Edetones, muchos años antes de la era cristiana.
Pudiendo proceder de algún antiguo establecimiento de
esa época, o bien de la quinta parte de una división agrícola o del quinto
miliario. Esto último es la distancia que correspondería desde la colonia
romana de Celsa, (Velilla de Ebro), hasta nuestro pueblo, es decir 5 millas.
Jerónimo Zurita
sitúa en 1118 la reconquista de Quinto, Gelsa y Velilla por Alfonso I, el
Batallador.
En 1223 el lugar era de Atorella,
que legó a su hija Elfa en éste mismo año y el 19 de Octubre de 1283 pasó a
Guillen de Alcalá. Volvió a la familia Atorella posteriormente y en 1334 se
hallaba en manos de Urraca Sánchez.
Este pueblo, con otros muchos de Aragón, perteneció desde principios
del siglo XIV a la antiquísima casa de los Ferrench de Luna, los cuales
descendían de los reyes de Navarra. Lo poseía en 1348 el conde D Lope de Luna,
de quien pasó a su hija Doña María de Luna, casada después con el infante D
Martín, que posteriormente fue rey de Aragón. Más adelante lo poseyó D
Federico o Fadrique de Luna, hijo bastardo de D Martín, Rey de Sicilia. Le fue
confiscado por su rebelión en 1429, y en 1431.
Con fecha 1 de Febrero de 1430, Fue incorporada a la Corona de Aragón por Alfonso V, que había pertenecido a Federico de Luna (Don Fadrique) aunque se vendió poco después el día 21 de Marzo de 1431, por 17000 florines de oro a su vicecanciller Juan de Funes, en remuneración de servicios y de cantidades, por cuyos descendientes vino con los otros pueblos que forman la baronía de su nombre, a poder de los condes de Montijo. Un año más tarde, el 8 de Mayo de 1432, concedió franquicias a los habitantes mientras fue posesión de Juan de Villalpando, señor de la Baronía de Quinto. Esta baronía estaba formada por Quinto, Gelsa, Velilla, Matamala y Alforque.
Esta familia mantuvo el señorío durante más de un siglo, hasta 1684 en el que al morir sin hijos varones, lo heredó un descendiente de ellos, el III Barón de Osera pasando luego a los Atares que lo mantuvieron hasta 1812, año en que fueron suprimidos los señoríos. Quinto ganó el título de “Lealísima Villa” en 1705 a consecuencia de haberse pronunciado por don Felipe de Borbón contra don Carlos, archiduque de Austria, en la guerra de sucesión, pese a que la mayoría de los aragoneses se pronunciaron a favor del archiduque. En la explanada de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción me encuentro con una réplica de la placa que hubo en tiempos y que reza así. “El día quinto, del mes quinto, del año quinto entró en Quinto, Felipe V.”.
Durante la guerra carlista se produjeron en la villa episodios de escasa importancia. Formó su propio ayuntamiento en 1834, junto con los despoblados de Matamala y los de Cerdán, La Torre y Quintillo.
En la
Guerra Civil de 1936 hubo una particular incidencia en toda la zona, siendo
frente de guerra desde los Monegros a Belchite; hasta hace pocos años el
estado de la antigua iglesia mudéjar nos hablaba de la terrible batalla
entablada. Fue primero nacional, luego republicana durante siete meses y de
nuevo de los nacionales. Terminó la guerra y comenzó la posguerra, que si dura
fue para todos más lo fue para Quinto ya que había sido campo de batalla. Los
vecinos tenían que continuar su vida, encontrándose en algunos casos sin
vivienda, los campos yermos y encharcados, casi sin medios económicos , ya que
la guerra había hecho perder casi todo, pero la pérdida más terrible e
irreparable eran los 158 muertos, dando un total de 70 huérfanos y un recuerdo
imborrable a los supervivientes.
En los años1937 y 1938 la Guerra Civil Española
tenía en el Ebro su campo de operaciones. Quinto fue frente y testigo de este
triste acontecimiento de nuestra historia y en sus calles se libraron
sangrientos combates. En las batallas se enfrentaron las Brigadas
Internacionales con el Ejercito Franquista.
En Quinto me llama la atención sus arcos que son tres. San Roque, (En la calle de su nombre, en la salida al Bajo Aragón). Y que es el que fotografío. El de San Antón y San Miguel. Son construcciones elevadas sobre las calles, a modo de capillas. Son testimonio de devociones populares, y de construcción humilde y poco pretenciosa. Se mantienen gracias a gente buena del entorno como Juan Carlos Abenia o su madre Margarita en San Miguel. Pero peligra su futuro porque no se les quiere lo suficiente y no se valora su singularidad. Así para ensanchar el paso de la calle se van comiendo aristas y pilares por abajo, y para ganar espacio se van construyendo aleros y balcones por arriba y nadie dice nada. Los edificios colindantes se meten en los arcos y les quitan perspectiva y belleza y nadie dice nada. Las palomillas y los cables eléctricos crucifican sus muros y nadie dice nada. Es preciso querer, amar los Arcos, como garantía para defenderlos. San Roque nació a finales del siglo XIII en la ciudad francesa de Montpellier donde su padre era gobernador. Por ser fuerte y tener unas marcas cruzadas en el pecho se le puso el nombre Roca de la Cruz, luego ya Roque. Aceptó de joven la regla de la Venerable Orden Tercera de San Francisco y se lanzó a una lucha personal contra la peste que invadía lo que hoy llamaríamos Europa. Hizo de médico, de enfermero, de herbolario y de sepulturero hasta que en Roma resultó también apestado. Un perro le traía pan cada mañana y le lamía la llaga de la pierna. Así esta representado en Quinto.
Desde Quinto me dirijo a la Ermita de Nuestra Señora de Bonastre. Según la tradición, cuidaba un pastor de sus ovejas en un monte, distante de aquella villa una legua. Donde le favoreció la Virgen. con una imagen suya con el Niño Jesús en su regazo, ambos de semblante apacible y risueño, es de madera y alta de tres palmos; gozoso de haber hallado tal prenda, avisó a la villa de Pina, que esta como enfrente de la ribera del río Ebro, de donde era el dueño de los rebaños, que pastoreaba para que sus moradores fuesen testigos de aquel milagro; los cuales la pusieron en la Iglesia Parroquial de S. Salvador; pero como la Virgen quería ser venerada en el lugar de su aparición al día siguiente, falto de la iglesia y volviendo a conducir el ganado por aquel monte, hallo la Imagen en el mismo pueblo, y reconociendo el milagro, y la voluntad de la Virgen, avisó a la villa de Quinto, la cual agradecida, le edificó una Ermita, acudiendo a ella en sus mayores necesidades, y principalmente todos los años el día tercero de Pascua de resurrección. Aunque se ignora el tiempo en que apareció esta imagen, el mismo nombre publica su antigüedad: buena Estrella tuvo el pastorcillo, con el favor de la Virgen, y por ello se puede conjeturar, haberla llamado en voz antigua aragonesa: Nuestra señora de Buen-Astre, que es como si dijéramos en lenguaje aragonés moderno Nuestra Señora del Buen-Astro.
Desde aquí me dirijo a Pina de Ebro, principio y final de esta maravillosa etapa, para lo que de nuevo debo cruzar el Ebro.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín
© Cheluy -Sera 2006