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Ruta 090.-
El 8 de Julio de 2012 aparco el coche en la explanada de San Nicolás de Bujaruelo, donde llevo recorridos un total de 7451 kilómetros.
La ruta de hoy es muy corta, porque la pista no daba para más, pero debo advertir que es muy dificultosa por los desniveles de sus rampas, en algunos tramos. Pero debo decir que ha sido de las más maravillosas vistas de las que he disfrutado, todo un lujo para los que amamos la naturaleza.
El valle se denomina de Bujaruelo por ser San Nicolás de Bujaruelo el único núcleo habitado de toda su extensión, que pertenece al término municipal de Torla. El valle de Bujaruelo comprende la parte superior del río Ara desde su nacimiento (junto al Puerto de los Mulos) hasta el llamado "Puente de los Navarros". Este solitario extremo del Valle de Broto es de los rincones más agrestes y menos conocidos de los Pirineos, a pesar de estar junto al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
El Puerto de Bujaruelo es un Alto collado abierto en las rocas paleozoicas, a 2.267 metros de altitud, en la cresta que separa el valle de Bujaruelo del circo de Gavarnié; utilizado por el camino que desde Bujaruelo pasa a Francia, fue un paso muy frecuentado por el contrabando pirenaico, y actualmente se está acondicionando con la construcción de una carretera.
Está separado del Valle de Tena por un espolón que lo une a la Sierra de Tendeñera destacando alturas (de Sur a Norte) tales como: los picos de Tendeñera (2.853), Baldairán (2.702), Brazato (2.760), Batanes (2.905) y Bramatuero (2.906). Se comunica con dicho valle por los collados de Tendeñera (2.545), Brazato (2.574) y del Letrero (2.637); al Este, queda el sombrío y elevado macizo de Vignemale y su estribación meridional, la Sierra de Sanderuelo y el Tallón, que separa al Valle de Bujaruelo de su vecino de Ossouè. Al Sur lo cierran las estribaciones orientales de Tendeñera, entre las que sobresalen Pico Otal o Arañonera (2.705) y Mondarruego que sirve de gozne con el vecino valle de Ordesa. Al valle se llega por el mismo Puente de los Navarros; de allí, arranca una pista de unos 7 Kms que conduce a San Nicolás de Bujaruelo.
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Nada más pasar las peñas de Ciancias, se abre el Valle formándose un pequeño circo oval que enmarca un prado de no grandes proporciones, donde se asienta el minúsculo caserío de San Nicolás de Bujaruelo (`Boucharo' para los franceses) a 1.338 metros de altura. El nombre parece que hace referencia a la abundancia de boj en esos parajes.
Y es aquí donde hoy doy comienzo la ruta, en la explanada de San Nicolás de Bujaruelo, donde se encuentra, el Refugio de Bujaruelo, Antiguo Hospital de peregrinos construido en el Siglo XII, con ermita y puente románico, construido por la orden de Los hospitalarios de San Juan.
Este complejo, fundado en el último tercio del siglo XII por la Orden de Monjes Caballeros llamada "Los Hospitalarios de San Juan", que provenían del vecino valle francés de Gavarnie, probablemente, con función de acogida a los comerciantes con Francia y a los peregrinos a Santiago que eligieran esta ruta. El complejo hostelero está adaptado como refugio de montaña, y punto estratégico para muchas actividades deportivas en un extraordinario enclave entre los valles de Ordesa, Gavarnie y Panticosa. Punto obligado de paso GR 11, lugar perfecto para campamentos de verano y de actividades para escolares. Preparados para atender a los grupos de montañeros que quieren realizar actividades en este entorno. Cuenta con restaurante, cafetería, y guías de montaña. El mesón tiene una recia construcción pirenaica, con su gran chimenea de campana; le llaman `Casa Víu' y se respetan los antiguos los Estatutos de la Mancomunidad del Valle que ..."es destinado a transeuntes que van y vienen de Francia; de los vecinos ganaderos y pastores que durante los meses de Verano, tienen sus ganados pastando en las montañas contiguas que se extienden hasta los límites de Gavarnie (Francia), Casterets (Francia) y Panticosa; y a refugio hospitalario, durante los meses de Invierno y Primavera; de cuantos transeuntes franquean los horrorosos ventisqueros de la cordillera pirenáica por el Puerto de Gavarnie"... Del arrendatario del mismo, dicen "...deber tener en buenas condiciones de aseo y comodidad algunas habitaciones con camas y demás enseres precisos para hospedar a los transeuntes que lo deseen; provisiones de boca para satisfacer las necesidades de aquellos y paja y cebada para las caballerías."
Así, a lo largo de 9 siglos, este Mesón ha dado albergue y comida a caminantes, peregrinos, viajeros que cruzaban la frontera o pastores de la zona. Son muchas las historias que os podemos contar de este lugar. En los estatutos de la Mancomunidad del Valle todavía en la actualidad se dice que el mesón de Bujaruelo (antiguo hospital de peregrinos fundado en el siglo XII y donde también se encuentra un puente y una ermita derruida) debe mantenerse como "refugio hospitalario durante los meses de invierno y primavera" por estar aproximadamente a medio camino de Torla y Francia y por lo "escarpado de los horrorosos ventisqueros de la cordillera pirenaica por el puerto de Gavarnie", y para "evitar las desgracias de cada invierno", lo cual da clara idea de que siempre existió tránsito por este paso.
En Aragón existen varios testimonios de peregrinaciones, la principal de las cuales, el Camino de Santiago , se encuentra en la actualidad descuidado y completamente desprotegido. Por ello no es de extrañar que otras vías secundarias de antigua peregrinación estén tan lejos de ser valoradas y mucho menos protegidas. Tal es el caso de la vía que discurría por el valle del río Ara. Este valle acogió antaño una de las vías de comunicación con Francia que aportaba un caudal más o menos constante de peregrinos no sólo a Compostela, sino a otros lugares de devoción. Estos caminos fueron dejando su huella sobre todo en la toponimia y la arquitectura.
Tras pasar, por sentencia papal de 1205, a manos del obispado de Huesca, debió existir un priorato con una pequeña comunidad de la cual nos han llegado algunos nombres, como Sancho de Bujaruelo, fraile del Hospital en 1219, o el prior Pedro Solana y el comendador Johan Pascual, confirmantes de un contrato para un retablo en 1494; la pista del priorato se pierde el siglo pasado. El lugar, por su posición fronteriza, fue además testigo de luchas, como las disputas de los vecinos del valle de Broto y los valles franceses en siglo XVI, y de negociaciones para acuerdos, la última aún en este siglo (1909). La importancia del entorno se debía, sobre todo, a la ganadería, en forma de pastos, (cuyo declive arrastrara al conjunto) que desde 1323, por privilegio de Jaime II, controla la mancomunidad del valle de Broto, que es por otro lado encargada del mantenimiento del conjunto, como está registrado sus estatutos.
El enclave de San Nicolás de Bujaruelo es el más espectacular resto arquitectónico medieval (aunque pronto puede ser arqueológico) que queda en Aragón en relación con los pasos fronterizos y las peregrinaciones. Ningún otro paso ha conservado un puente, la iglesia del complejo y, lo más importante, el Hospital de peregrinos, hoy convertido en mesón y refugio de pastores y montañeros. Hoy el enclave se encuentra en un estado de reconstrucción, con una intervención en el mesón sin precedentes, aunque no llega para la ermita, y el puente sigue absolutamente ignorado.
La ruina de la iglesia es de estilo románico (S XIII), con ábside de tambor y bóveda de cascarón; está cubierta la nave con una bóveda de cañón reforzado con arcos fajones. Tuvo un retablo gótico pintado en 1494 por Alfonso Pérez. Durante mucho tiempo acudió un sacerdote de Broto a celebrar misa, pero el estado del templo, se fue haciendo ruinoso. Próximo al caserío, un puentecillo románico de un solo ojo, deja cruzar el Ara para iniciar la ascensión al Puerto de Bujaruelo o de Gavarnie (2.257) al que se llega en una hora y media aproximadamente. Este camino estuvo destinado a unir el Parc National des Pyrenèes con el Parque Nacional de Ordesa.
Como tantas otras iglesias de Aragón, esta de San Nicolás tuvo sus reliquias que fueron expoliadas o simplemente extraviadas. Sabemos que en 1494 se contrató un retablo que debió estar terminado en los dos años siguientes, y, aunque desconocemos cómo pudo afectarle los incidentes del siglo XVI, cuando los franceses sitiaron Torla, sí sabemos que fue quemado, junto a otros retablos, en la plaza de Torla durante la reciente guerra civil. En estos mismos momentos, sería quemado también un retablo del siglo XVIII, que contendría un interesante San Miguel, y la iglesia sería parcialmente incendiada. Durante estos sucesos fue robado un cáliz, probablemente del siglo XVI, al que se pierde la pista en un anticuario de Barcelona. Más anecdótico, pero no menos significativo, es la desaparición de la pila bautismal, que, aún entera, cumple funciones agrícolas en un corral de la zona.
La relación que existe entre la actividad turística de la zona y el estado de este edificio es muy desequilibrada. No es de recibo que, en lugares como Torla o Broto, a las puertas del Parque Nacional de Ordesa, visitado por casi setecientas mil personas cada año, con todos los ingresos turísticos que ello acarrea, nadie se haya querido encargar de la consolidación de este edificio antes de que se derrumbase. La política de la administración, favoreciendo sin medida otras facetas del turismo, desprecia a conciencia un complejo de gran interés, a solo unos kilómetros del Parque Nacional, que con una breve excavación y una adecuada restauración, aportaría una visión más completa sobre estas hospederías fronterizas en la edad media. Sigue existiendo la senda de herradura que conduce desde las ruinas de San Nicolás hasta el lt puerto. Este camino fue muy utilizado durante la Edad Media por los peregrinos de Compostela, como lo prueban las capillas románicasde San Nicolás de Bujaruelo y de Gavarnie, dedicada esta última a la Virgen del Buen Puerto. Napoleón, en 1800, con vistas al paso de sus ejércitos hacia España, construyó un nuevo camino, del que todavía se conservan vestigios.
Incluso los ganaderos del valle de Broto y el de Bareges tienen al menos desde el siglo XIV pactos que atañen a los derechos sobre los pastos de ambos lados de la imaginaria frontera, que tienen además el beneplácito real en la concesión de Jaime II. El Camino, pues, bien dejaba su huella en este rico valle cuyos recursos culturales requieren una mejor protección y admiten una divulgación y explotación que en nada envidia a la de valles con más renombre.
En la actualidad, sin embargo, los caminos de peregrinación son un lejano fantasma por estos pagos, y el patrimonio que esta vía dejó durante siglos se encuentra hoy abandonado. La ermita románica se encuentra prácticamente en ruinas aunque se intenta reconstruir.
Una vez disfrutado de San Nicolás de Bujaruelo y su entorno, a continuación cruzo el puente medieval de Bujaruelo que salva el cauce del Río Ara, para continuar por la senda GR-
Cuando apenas llevo recorridos 0,22 kilómetros llego al Bunker de la Guerra Civil Española, que controlaba este camino, y que puede ser en caso de necesidad, un refugio perfecto. Durante la posguerra, el gobierno de Franco consideró primordial organizar un plan de defensa en la Cordillera Pirenaica con el fin de impermeabilizar la frontera y frenar una hipotética penetración de tropas armadas por nuestros valles. Así a partir de 1944, se comenzaron a construir miles de búnkeres o asentamientos fortificados a lo largo de todo el pirineo, dando lugar a la llamad Línea P (Línea Pirineos). Este bunker es uno de esos miles que formaban la Línea P.
La GR-
En el kilómetro 1,33, paso por las praderas de Laña Larga. Desde aquí la ruta me acercará de nuevo al rio discurriendo sobre praderas húmedas de hierba fresca, con grandes bojes, tejos y serbales.
Tras una suave subida por prados y rodales arbóreos, en el kilómetro 1,78 conecto con la pista que viene del puente de Oncis. Tomo la derecha para dirigirme hacia la cabecera del Río Ara, Ordiso, Vignemale y Baños de Panticosa. Esta pista seguirá paralela a "La Garganta del Ara".
En el kilómetro 2,52, cruzo una puerta ganadera y a mi izquierda en la lejanía fotografío una catarata que desciende hacia el Ara. Más adelante el camino discurre guarecido por unas viseras de piedra, que me recuerdan a la ruta del Río Cares, aunque este camino es más impresionante.
En el kilómetro 3,72, hago un alto en el camino, junto a una gran piedra, situada en el lateral que baja hacia el rio, detrás de esta piedra se puede apreciar si nos fijamos bien, que se inicia un pequeño camino que desciende hacia la espesura del bosque, conforme voy descendiendo oigo el ruido de las cascadas del rio Ara, la espesura del bosque hace que ande con precaución. Mi sorpresa es mayúscula. ¡Un puente colgante! El sitio es único, el balanceo del puente, sumado al ruido de las cascadas y la vista del precipicio, es una experiencia única. Es el Puente colgante de Burguil.
En el kilómetro 3,96, paro para contemplar El Salto del Barranco Pix.
En el kilómetro 4,75, cruzo la otra puerta ganadera.
En el kilómetro 5,14, llego al refugio del Bado, aquí la pista se convierte en una senda estrecha, que desciende al puente de Ordiso , que está a unos doscientos metros escasos, al cual no desciendo, limitándome a fotografiarlo desde el refugio, iniciando el regreso.
En el kilómetro 8,46 llego al Puente de Oncis.
En el kilómetro 8,64 llego al cruce con la pista que se dirige al Valle de Otal.
En este cruce se encuentra La Fuente de la Femalla, en este punto estoy a 1370 metros de altitud. Al lado de la Fuente de la Femalla, en pleno piso montano húmedo, he dejado en la otra orilla del rio, los prados, con esplendidas formaciones de bojes y tejos, pinos y serbales, por los que he circulado con mi bici en la ida.
En el kilómetro 10,53 llego a la pradera de San Nicolás de Bujaruelo, principio y final de esta maravillosa ruta.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
http://www.enciclopedia-
http://www.mesondebujaruelo.com/