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Ruta 081.- Hoz de Barbastro, Salinas de Hoz, Naval, Abizanda.
El 15 de Octubre de 2011, llego a Hoz de Barbastro con un total de 6432 kilómetros.
Los datos de Hoz de Barbastro los expongo en la ruta, 056.
En el kilómetro 2´13 salgo a la carretera A-2208 que se dirige a Salinas de Hoz.
En el kilómetro 6´54 llego a Salinas de Hoz.
Salinas de Hoz
es una Población perteneciente al municipio de Hoz y Costeán municipio de la
provincia de Huesca,
Comarca: Somontano
de Barbastro.
Situado a una altitud de 797 metros. Su población era de 39
habitantes en 1980; de 12 habitantes en 1991; y de 27 habitantes en el
año 2010. Su nombre procede de la elaboración
de sal que es tradición en el lugar.
Celebra fiestas el 25 de abril.
Las calles, estrechas y empinadas, conducen a
la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, una bonita muestra
del barroco rural del siglo XVIII. Se construyó en estilo barroco
reaprovechando, en parte, la estructura de u templo anterior; el muro de
los pies, orientado al Este y de planta poligonal, pudo ser la antigua
cabecera. Pese a sus pequeñas dimensiones, a la modestia de los materiales
usados en su construcción y al carácter popular de la decoración que
recibió, constituye una bonita muestra del barroco rural del siglo XVIII. Al
igual que en otras localidades de pie de sierra, donde predomina la
composición rocosa de los suelos, las construcciones fueron levantadas
utilizando preferentemente el mampuesto.
Las fiestas se celebran en honor de San Marcos, en torno al 25 de abril.
Terminada mi visita salgo de Salinas de Hoz con 7,05 kilómetros, en dirección a Naval.
En el kilómetro 12 llego a Naval, al que fotografío en la lejanía, sin entrar a visitarlo, prefiero visitar sus famosas salinas, para lo que tomo el desvío a las salinas, (Salinar de de Rolda) por una pista en buen estado, llegando a esta con 12,60 kilómetros.
Naval es una Villa de la provincia de Huesca. Situada al sur de las sierras exteriores pirenaicas, junto al barranco del Guibano, afluente del Cinca medio, a 637 metros de altitud. Su población en 1998, era de 302 habitantes.; en 1978, 303 habitantes.; en 1950, 634 habitantes.; en 1900, 1.214 habitantes. Gentilicio Navalés. Naval es un Municipio al que se le asocian además las localidades de Mipanas, La Muela, Paú, Rosico, La Sosa en la comarca del Somontano de Barbastro.
En 1081, Raimundo Dalmacio , obispo de Roda, concedía, cuando se conquistase, la iglesia de Naval con todos sus derechos al monasterio de San Juan de la Peña y tras la conquista de Monzón , Sancho Ramírez dio el castillo y la villa con sus aldeas al mismo monasterio. La posición de Naval pasó frecuentemente de unas manos a otras; así en 1092 pertenecía a los cristianos, siendo su tenente Fortún Galíndez, pero no mucho después debió de perderse, pues en 1095 se producía la reconquista definitiva por Pedro I quien dividió sus diezmos entre el monasterio de San Victorián y el abad de Alquézar . La entrega de esta población debió de ser mediante pacto, pues cuatro años más tarde, este mismo rey concedía a sus vecinos un privilegio de ingenuidad y franqueza de parias y azofras a cambio de la novena parte de frutos y el quinto de la sal, privilegio que concedió por haber recibido el castillo y la villa, y por otros servicios. La población musulmana siguió disfrutando su mezquita quedando obligada a ser neutral. Entre sus tenentes destaca Peregrino de Castillazuelo, quien ocupó esta honor desde 1134 a 1193. En 1275 su castillo era disfrutado por Fernán Sánchez, hijo bastardo de Jaime I, y a fines del siglo XIV por Pedro de Torrellas que instaló allí su señorío. El caserío se extiende en la ladera de un cerro que en tiempos estuvo coronado por un castillo, que se llamó de Napal o Nabal y cuya misión consistía en defender el acceso a la ciudad musulmana de Barbastro. De este castillo en la actualidad tan solo queda un cubo redondeado provisto de saeteras.
En un plano inferior al castillo se alza la iglesia parroquial, de estilo gótico-renacentista del siglo XVI. Declarada Monumento Histórico-Artístico en 1983. Se construyó sobre los restos de una antigua mezquita en la segunda mitad del siglo XVI en estilo gótico aragonés sufriendo varias remodelaciones en los siglos XVII y XVIII añadiéndose nuevas capillas barrocas, de entre las que destacan la del Obispo Alamán y la del Sepulcro.
El conjunto de las casas es de los mejor conservados del Somontano y merece la pena su visita, llamando la atención cómo se adaptan a las pendientes y los desniveles de tres y cuatro alturas. El barrio del Cotón es el más característico de la población con sus pasadizos y con sus calles estrechas y quebradas. En la Calle Obradores el visitante podrá ser testigo de cómo pervive un oficio tradicional desde principios de siglo, la alfarería. Varios son los talleres que se encuentran en esta calle mostrando las peculiaridades de este trabajo.
Además de por su artesanía, Naval es famosa por sus salinas. Existe un sendero marcado para acercarse al Salinar de la Rolda, donde hay un espacio con paneles interpretativos donde se explica cómo vivían los navaleses de la explotación de este producto. Se pueden ver las balsas, pozas y las montañas de sal.
La temporada de baños en el Salinar de Rolda comienza el 15 de junio y permanece abierta hasta el 15 de septiembre. Durante todo el verano se espera una buena afluencia de público, muchos ya conocedores de las cualidades tonificantes de esta sal extraída durante centurias de la roca del barranco del río Llastre. La sal mineral fue la principal fuente de riqueza de esta población desde la Edad Media hasta prácticamente el siglo XX. Pero los cambios producidos por la modernidad y el progreso hicieron que la artesanal extracción salinera fuera gravosa para las arcas municipales por lo que con el cambio de siglo, se abandonó la explotación en los salinares de Naval.
Un interesante proyecto empresarial que aunaba la recuperación y puesta en valor del patrimonio, la creación de un activo turístico en una de las zonas más bellas del Somontano y la creación de mano de obra, llevó a la reconversión del Salinar de Rolda en un espacio lúdico terapéutico, gracias a los efectos medicinales que producen las piscinas de Naval, cuya concentración de sal es superior a la del Mar Muerto. El proyecto cambio de manos y desde hace tres años un grupo promotor de Zaragoza se encarga de su gestión con el objetivo de convertir el Salinar de Rolda en “el primer balneario al aire libre de Europa”. Pero este es un proyecto a largo plazo, dividido en varias fases, ya que se contempla crear restaurantes, hoteles, espacios para el baño medicinal y otras zonas de servicios. Pero de momento esta iniciativa deberá esperar a una mejor coyuntura económica ya que los promotores, consultados por este medio pretenden ir “paso a paso” y primero consolidar Naval como una zona de baños tonificantes, dirigida a todas las edades, única en Aragón y quizás en España.
El siguiente paso de este proyecto llegó en el invierno de 2010 con la construcción de los cerramientos y aclimatación del restaurante y de las piscinas de mayor tamaño para que las salinas puedan abrir todos los fines de semana del año. La conclusión de estos trabajos irá ligada con la puesta en servicio de la autovía Huesca - Lérida lo que permitirá acercar al turismo potencial de Zaragoza y Cataluña.
El “boca a boca” de la gente que acude
hace años a Naval ha cuajado y son muchos los que verano tras verano
contemplan al Salinar como una opción para pasar uno o varios días
disfrutando de sus baños salinos, del solarium o del restaurante con comida
casera, practicar senderismo, así como de todos los atractivos que ofrece
esta villa alfarera y sus alrededores. El precio por pasar una jornada en
el Salinar de Rolda es de 5 euros que dan derecho a bañarse en las cinco
piscinas habilitadas, más una para los más pequeños, y conocer cómo se
extraía la sal de forma tradicional.
Este grupo de promotores también está trabajando en la comercialización de
Naval como destino turístico. Para ello ya ha contactado con varias agencias
de viajes para que incluyan a este rincón del Somontano dentro de sus rutas
o escapadas que incluyen lugares tan cercanos como Sobrarbe o Guara. En ese
sentido, reclaman de las autoridades un mayor impulso al proyecto para la
creación de la carretera que uniría los municipios de Naval y Bárcabo, a
través de Suelves. Este eje carretero, una demanda del Ayuntamiento de Naval
y de los empresarios del sector, supondría unir polos de gran potencial
turístico como Sobrarbe, Guara y Alquézar y Torreciudad.
Los baños en las salinas de Naval ofrecen varios beneficios. Quizás el más inmediato es la sensación de bienestar, relajación y eliminación del mal del siglo XXI, el estrés. Asimismo a Naval acuden personas con reuma, problemas en la piel como la soriasis o el acne juvenil o en los huesos, etc.
En Naval se explotaron en el pasado al menos 5 salinares. Esta actividad llegaría a ser junto a la alfarería, uno de los pilares sobre los que se sostuvo la economía de los habitantes de la villa. Recientemente se ha puesto en marcha un proyecto que no sólo ha recuperado las instalaciones y la actividad artesanal casi en su forma original, sino que también ha dado lugar a un conjunto de actividades paralelas turísticas, culturales y de ocio. El manantial de Naval tiene una concentración de sal muy superior a la del Mar Muerto.
Holanda contaba con una poderosa industria de salazones de carne y pescado y consumía enormes cantidades de sal en la elaboración de manteca y quesos. Como carecía de sal la compraba en Portugal, hasta que en 1598 Felipe II le prohibió acceder a los territorios portugueses. Obligados a buscar sal en América los Holandeses llegaron al caribe, atraídos además por la idea de asaltar las flotas y los puertos españoles y de organizar una buena red de contrabando.
En Francia el impuesto de la sal llamado “Gabela” era una servidumbre fiscal que afectaba a todos, incluidos los niños; la consumiera o no, cada ciudadano debía comprar una cantidad de sal al año y no emplearla sino en su olla de cada día; si quería usarla para salar un cerdo, tenía que comprar una sal diferente. La sal se compraba solo en las salinas del Estado y a su precio, diez veces superior a su valor real, de modo que este impuesto llegó a ser uno de los principales ingresos de las arcas reales. A finales del siglo XVIII, cada año más de 3000 hombres, mujeres y niños condenados a prisión por delitos contra la gabela. Este gravamen se convirtió en el símbolo de todas las injusticias del gobierno y fue uno de los desencadenantes de la revolución..
Las historias del hombre y de la sal han estado tan íntimamente unidas que por ella se han levantado pueblos, provocado revoluciones, desatado guerras e invadido países. Con sus ingresos se han financiado ejércitos, imperios y obras de ingeniería. Ha servido como moneda en varias épocas y lugares. Poseerla es un privilegio; carecer de ella, un peligro para la supervivencia.
La Sal Gema. En muchos lugares del mundo existen yacimientos de sal gema, grandes depósitos subterráneos que son verdaderas minas de sal cristalizada. ¿Cómo se formaron? Se cree que hace muchos millones de años el agua del mar o de lagos salados se estanco en esas zonas que ahora son tierra. Al evaporarse el agua se depositaron sus sales disueltas formando lechos de sal que, en muchos casos, fueron enterrados y cubiertos por otros materiales sedimentarios. Esta sal es la única roca comestible y que cristaliza en pequeños cubos de color blanco, verdoso o pardo se llama halita; su nombre procede de una palabra griega que significa sal. Es un mineral de los llamados evaporizas porque se formó en mares antiguos y lagos de sal a medida que se evaporaba el agua y conforme se precipitaban las sales disueltas en ella, hace millones de años.
Durante la época medieval los reyes vieron en la sal un medio claro y seguro para financiar campañas militares y para cubrir otros gastos de la monarquía. El interés por controlar su comercio hizo que la Corona, de manera progresiva, incorporara a su propiedad todas las salinas, pozos y manantiales de agua salada. En verano la sal se guardaba en las casetas del salinar; en invierno se transportaba al alfolí, una construcción excepcional. Su humilde aspecto externo oculta un amplio espacio interior donde sorprende la robustez de las columnas que lo articulan en dos naves. La construcción se remonta al siglo XIII (1274) cuando Jaime I concedió a Naval el monopolio para la venta de su sal en una gran zona de Aragón
El estanco de la sal: Para evitar la corrupción de los administradores y las luchas por el control de las rentas de la sal, ya en el siglo XVII Felipe IV creó el Estanco de la Sal, controlando su venta de forma similar a otros productos, como el tabaco. Este durará hasta 1870, año en el que la tremenda presión pública forzó al gobierno a liberalizar su fabricación y venta.
Producto básico dentro de la economía medieval y moderna, no sólo por su uso como condimento alimenticio, sino por su utilización en la industria de salazones, en el curtido de cueros, consumo para los ganados, etc. Fue tradicionalmente su explotación una de las regalías de la Corona, aunque por privilegio real se concedían donaciones a monasterios u otras instituciones o existiesen algunas salinas particulares de municipios que tenían regulada la venta de sal para el consumo interno. Su compra se establecía mediante un cupo, ya por persona física o fuego. En 1300, Jaime II estableció que todos los cabezas de familia, tanto para sí como para sus hijos mayores de siete años, hubiesen de comprar en los alfolíes reales sendas pesas o arrobas de sal a 12 dineros cada una. Sin embargo, sobre los derechos reales pesaba una serie de asignaciones a personalidades, nobles o entidades. A fines del siglo XIV, el Justicia de Aragón recibía 2.000 sueldos, por razón de su salario; el procurador fiscal del rey, 500; el merino de Zaragoza, 1.000; el monasterio de Veruela , 800 cahíces de sal, que podía vender en Alagón, etc. Las más importantes salinas aragonesas en la Edad Media, muchas de las cuales perduraban hasta bien entrado el siglo XVIII, son: Abanto, Aguinalíu, Alcalá de la Selva, Alfambra, Aliaga, Arcos (de donde las aldeas de Teruel estaban obligadas a comprar 100 cahíces anuales para uso propio, prohibiendo Jaime I en 1263 comprasen los vecinos de Teruel o sus aldeas sal de Castellar; ese mismo año las arrienda al judío Zalem de Daroca por una deuda de 3.850 morabatinos alfonsinos nuevos), Bujaraloz (de donde Jaime I otorga al monasterio de Sijena 100 cahíces libres de tributo para el consumo propio), Calatayud, Castellar (de las más antiguas e importantes, Pedro II concedió al monasterio de Sijena, en 1211, una renta anual de 5.000 sueldos sobre estas salinas, las de Pola y Tauste), Daroca, Híjar, Jusseu, Monterde (ofrecidas al monasterio de Piedra , en 1219, junto con las de Abanto, a cambio del castillo de Villafeliche), Naval, Peñalba, Pina, Pola (de donde se remitían 150 cahíces al monasterio de Veruela por orden de Jaime I en 1259), Remolinos, Sarrión, Segura de Baños (salinas otorgadas por Jaime I a su hijo Pedro Fernández con facultad para vender la sal a los de Montalbán, Aliaga, Villarroya, Fortanete, Castellote, Huesa y Albalate), Tauste, Villel y Almudín, en Zaragoza. En la modernidad surgirán algunas más. En 1585, Cock nos dejó una descripción de cómo era el trabajo en las minas de Castellar. Trabajaban unos 25 hombres y por cada quintal de sal cortada se les pagaba un real. Se sacaba de la mina con mulas hasta un barracón en el Ebro, donde se embarcaba hacia Zaragoza, para su comercialización. Las rentas reales son alquiladas cada año en 6.000 ducados y se vende a 16 dineros la arroba. En 1631 se comisiona a Juan de Murto para que haga la información de lo que rendían las salinas de algunas universidades, puesto que había mucho contrabando y no se acudía a buscar la provisión de sal a los alfolíes reales. Así, las salinas de Armillas eran arrendadas en 10.000 escudos por 5 años, Manzanera en 130 libras, Villel rentaba 600 ó 700 fanegas a 7 sueldos; Valtablo, 2.000 fanegas a 4 sueldos, y Arcos, 1.500 libras.
Las Cortes Aragonesas de 1686 aprobaron un impuesto sobre la arroba de sal. Hubo voces que se levantaron contra el impuesto, argumentando el grave perjuicio que ocasionaría en el lucrativo tráfico de la sal con Francia y Cataluña, a donde se llevaban «más de 4.000 cahíces cada año de las salinas de Peralta, Calasanz, Juseu y Aguinalíu, computándose a real y 6 dineros la fanega». En 1787 rentaron las salinas 2 millones de reales de vellón. En 1814 la (producción en fanegas era: Arcos, 9.252; Armillas, 3.521; Baltablado, 3.600; Castellar, 12.228; Naval, 21.463; Ojos Negros, 3.173; Peralta, 16.318; Remolinos, 25.587; Sástago, 6.910; el número de empleados era 40, los sueldos y gastos ascendían a 248.123 reales y el coste de cada fanega era de 2,15 reales.
Las salinas cerradas y sin labrar (también según la misma fuente) son: Agualín, Abato, Alpiñas, Bujaraloz, Calasanz, Chiprana, Clamosa, Escalate, Estadilla, Fuente Santa, Gallocanta, Gallel, Grado, Gratal, Juseu, Manzanera, Noguera, Orihuela, Palo, Puebla de Castro, Requela, Trillo y Undués de Lerda.
En el Islam, la sal se utilizaba para cerrar un trato por su inmutabilidad, ya que incluso disuelta en un líquido, puede evaporarse y volver a cristalizar, como si de una resurrección se tratara. En los países balcánicos eslavos y orientales era costumbre tradicional, colocar sal ante los extranjeros, como señal de amistad, bienvenida y buena voluntad. Para los judíos simboliza el carácter eterno de la alianza de Dios con Israel. En Escocia el salero es el primer objeto que se renueva, cuando una pareja se casa. En Roma el salero se heredaba de padres a hijos. Se ponía sal en la boca de los recién nacidos para que tuvieran sabiduría. También lo hacen los cristianos durante el bautismo, ya que como la sal evita la corrupción simboliza la protección contra el mal. En Haití se utilizaba como el único método para devolver la vida a un zombi. Judíos y musulmanes creían que protegía del mal de ojo.
Terminada mi visita regreso a la carretera con 13,26 kilómetros.
En el kilómetro 13´70 cruzo el barranco, y llegando al cruce con la carretera A-2210, que se dirige por la derecha hacia El Grado que dista 11 kilómetros desde aquí. Yo me dirijo por la izquierda hacia Aínsa, que dista desde aquí 39 kilómetros. A partir de aquí la carretera que está en muy mal estado, enseguida comienza un ascenso interminable hasta el Alto del Pino de 857 metros de altitud.
En el kilómetro 18´29 a la salida de una curva y a la sombra de unos chopos hay una fuente, que calma mi sed.
¡Y por fin en el kilómetro 19 llego al Alto del Pino, de 857 metros de altitud!, han sido 5´30 kilómetros de ascenso brutal. En el alto del Pino, salgo de la Comarca del Somontano y entro en la Comarca del Sobrarbe. Además un cartel me informa que entro en el Parque Geológico de los Pirineos, donde 550 millones de años me dan la bienvenida. Desde aquí tengo una vista panorámica maravillosa de los montes y Embalse de El Grado.
En el kilómetro 23.30 paro, en pleno descenso, paro a visitar la Ermita del Salvador, o lo que queda de ella. Esta ermita está a unos pocos cientos de metros de la carretera y desde ella se tiene una vista maravillosa de Abizanda .Esta ermita es del Siglo XVIII, y el dia de la ascensión los vecinos de Abizanda venían en romería a bendecir los términos.
En el kilómetro 25´29, tomo el desvío hacia Abizanda, al que llego con 26 kilómetros.
Abizanda Bonito municipio oscense, situado en el Prepirineo, en el valle del Cinca a 636 metros de altitud, al sur de la comarca del Sobrarbe y junto al Embalse de El Grado. Comprende las entidades de población de Escanilla, Lamata y Ligüerre de Cinca. Su población en 1998, era de 140 habitantes.; en 1978, 148 habitantes.; en 1950, 374 habitantes.; en 1900, 504 habitantes. Gentilicio: Abizandinos. En la actualidad es un núcleo urbano en franca regresión, situado en las inmediaciones de la carretera que lleva a Aínsa, sin que parezca probable su recuperación. Las escuelas, aunque de nueva construcción, están cerradas desde hace tiempo. Su nombre es de origen musulmán (de) Abin Salma, integrado a principios del siglo XI, como plaza fuerte en la vanguardia musulmana junto con las poblaciones de Laguarres, Capella y Perarrúa.
El perfil de Abizanda es inconfundible. Su torre elevada sobre un peón calizo, en el desfiladero del barranco El Río, es uno de los monumentos más emblemáticos del Alto Aragón. A su espalda, el caserío se acomoda al abrigo de la sierra homónima. Quedan unas cuantas casas aisladas, varias de ellas al otro lado del barranco, frente al pueblo, formando la aldea de Solanilla. Su origen es medieval y parece haber acuerdo acerca de la raigambre árabe del nombre de la localidad, aunque no todos los especialistas coinciden en identificarla con la fortaleza musulmana de Abinuyas. La primera mención escrita de Abizanda es de época de Ramiro I de Aragón, cuando se cita al tenente Ato Galíndez. En el Siglo XIV, pasó a ser feudo del Conde de Urgel. Tras la derrota del último conde y aspirante al trono, Jaime de Aragón, frente al monarca elegido en el Compromiso de Caspe, Fernando I, Abizanda paso a pertenecer al obispo Diego Gómez de Fuensalida y, poco después, a Domingo de la Noya o de la Maza en el siglo XV. De hecho, la que hoy se conoce como Casa Carlos perteneció al linaje de los Maza de Lizana. Esta casa es otro de los abundantes ejemplos de casas fuertes que hay en Sobrarbe, junto a un barranco que se salva gracias a un puente. La construcción es posterior, de finales del siglo XVI y realizada en Mampostería , sillarejo y sillares en las cantoneras. La portada es un gran arco de medio punto con un perfecto despiece de dóvelas adornadas con molduras. El escudo superior es reciente y sustituye al original, que muy deteriorado, se conserva en el interior.El torreón cuadrado sobresale ligeramente en la esquina derecha de la fachada. Tiene cuatro plantas con accesos desde los pisos respectivos y tejado a una vertiente. Aspilleras en forma de gota, típicas del siglo XVI, se distribuyen estratégicamente para proteger la fachada y el acceso. Señalamos la función defensiva que también tienen los pasajes como el de la Casa Román, sin duda unas medidas más que necesarias en el fructífero pero agitado siglo XVI, cargado de bandoleros y agitación social.
El crucero de la plaza indica su condición de espacio de encuentro y despedida que busca la protección de la divinidad. Un punto de interés es el aventador de Casa de Lueza, uno de los varios existentes en el pueblo. En origen, son construcciones abiertas por los dos frentes principales para crear una corriente de aire utilizada para separar el grano de la paja. Desde la plaza, tembien vemos algunas de las casas de Abizanda. Además de Casa Carlos y Casa Lueza, tenemos cerca Casa Pedrasanz. Tampoco podemos dejar de admirar el impresionante chopo junto a Casa Benito. Otras antiguas casonas ocupan la parte alta del pueblo, como Casa Salamero, debajo del castillo y junto a unas eras, o Casa Maza con un bastión circular. En esa parte alta,, hay buenas muestras de construcciones de labor, como corrales, pajares, y almacenes diversos que transmiten todo el sabor de la arquitectura popular. Una de las calles que nos llevan hasta el castillo es una quebrada escalinata que asciende entre casas y otras construcciones tradicionales. La encontramos si seguimos la calle que hay enfrente de la plaza. Frente a esa escalinata está Casa Trallero, también con entrada en arco de medio punto. Si afinamos la mirada, encontramos huellas de otra época, como son las piezas semiocultas de de un pequeño molino.
Importante enclave geográfico medieval, tal y como marcan los espléndidos restos de la fortaleza que dominaba la localidad. Además de eso, el pueblo nos invita a realizar un sugerente recorrido por su bello entramado urbano plagado de interesantes muestras de arquitectura tradicional. Cabe destacar algunos puntos de interés como la Plaza Domingo Muniente, espacio medieval donde se encuentra la entrada a la enorme Cueva que se ve desde la carretera bajo la peña del castillo. Allí se encuentra “Casa Luesa”, el Ayuntamiento y una cruz rematada por un ave, que sustituye a la antigua de San Juan.
Este importante conjunto se completa con la Iglesia parroquial levantada en el siglo XVI. Nos encontramos ante un excelente ejemplo de transición del gótico al renacimiento, con una sola nave culminada en ábside poligonal, presentando un buen trabajo de cantería.
Al alzar la vista me quedo asombrado ante los potentes volúmenes de la conocida Abizanda. Se construyó aprovechando el mogote calcáreo que se encuentra sobre el abrupto acantilado del barranco El Río, lo que le proporcionaba una defensa natural en su lado norte. Es un monumento de gran relieve en el contexto aragonés. Su porte y calidad arquitectónica se deben en gran medida a los maestros procedentes de Lombardía (Italia) que lo construyeron a comienzos del siglo XI, hacia 1203, en época de Sancho III el Mayor de Navarra. Forma parte del sistema defensivo de castillos y torres, que este rey mandó construir iniciada la Reconquista. Su labor era controlar la entrada hacia los valles pirenaicos, siendo el punto defensivo más meridional para la defensa de la cuenca del Cinca, y a su vez sustituían la antigua fortificación musulmana de Abinyuyas que había sido destruida. Su pertenencia al exclusivo grupo de edificios románico lombardos la convierte en el modelo de otras torres que la monarquía aragonesa erigirá en fechas posteriores. Ese castillo alojó una primera iglesia románica que más tarde fue reemplazada por la actual dedicada a la Asunción, edificada extramuros en el siglo XVI siguiendo la moda gótico renacentista del momento.
La Torre es de planta cuadrangular y tiene una altura de 24 metros, sus muros son de piedra. El interior está dividido en cinco pisos, el primero hacía las funciones de almacén, en el segundo se encontraba la puerta de acceso, situada a mayor altura por motivos defensivos, a la cual se accedía por unas escaleras de madera. Los dos pisos superiores cumplían las funciones de vivienda, y en ellos encontramos tres ventanas geminadas que amplían la vista del entorno. El último piso, el cual ha sido rehabilitado en su totalidad, era propiamente defensivo. El cadalso defensivo que coronaba la torre y la división de las plantas, estaban íntegramente construidos en madera. En el muro este, se encuentra la capilla, la cual todavía conserva restos de pinturas murales y junto a ella, hay abierto un estrecho cuarto donde se ubicaría el retrete. Rodeando a la torre, se conservan restos de las murallas del recinto fortificado.
El tercer edificio de ese conjunto es la popular Casa Abadía, que ha sido reconvertida en Museo de Creencias y Religiosidad. Con una magnífica puesta en escena, las salas van mostrando variadas piezas e información acerca de los elementos simbólicos utilizados desde tiempos inmemoriales para proteger la casa altoaragonesa, a sus moradores y al resto del patrimonio de su propiedad. Esta casa parroquial, o abadía, fue construida en el siglo XVII. Consta de tres plantas y está dedicado a las creencias de la sociedad tradicional pirenaica. En la planta baja están la recepción y la sección dedicada a la protección de la casa. En la primera se hallan otras dos salas, dedicadas a la protección del individuo y a las creencias de la comunidad. El sótano alberga la sección dedicada a diezmos y primicias y una curiosa sala de audiovisuales. En el Museo se exponen piezas datadas desde el primer milenio antes de Cristo hasta la primera mitad del siglo XX. El aislamiento de estas montañas favoreció la pervivencia de las creencias autóctonas, que se fundieron con las doctrinas cristianas. En la mezcla de ambas, el hombre buscaba la protección que necesitaba para defenderse de la naturaleza, de los poderes maléficos de otras personas y como no de los muertos. Propiciando además la fertilidad del ganado y las personas. Esos ritos de protección - propiciación se conseguían a través de los objetos más variados, que tienen cabida en el museo y que se centran sobre todo en la protección de la casa y del individuo. De la casa se protegían sobre todo las partes por las que podían penetrar influencias malignas, como ventanas, puertas y chimenea, en la que se colocaba el espantabrujas, curioso remate con forma antropomorfa que en la mayor parte de los casos tenía forma antropomorfa. En el interior los puntos más importantes eran el hogar y el dormitorio en el que se colocaban numerosos elementos protectores, como imágenes de santos, benditeras, crucifijos, rosarios y relicarios. El Museo cuenta además con varios servicios, como son las audioguías en varios idiomas, un banco de imágenes (consultable en el ordenador de la recepción) y una pequeña tienda en la que además de libros se venden algunas reproducciones de los objetos allí expuestos.
Celebra sus fiestas anuales el 12 de enero, 8 de mayo y el 15 de agosto, la Asunción de la Virgen. Apenas quedan unos pocos vecinos en la parte baja del pueblo. Terminada mi visita a esta maravillosa localidad inicio el camino de regreso a Hoz de Barbastro, principio y final de esta etapa, al que llego con 48´90 kilómetros.
Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
http://www.enciclopedia-aragonesa.com
Colección Rutas CAI - Nº 43 Sobrarbe Edita CAI – PRAMES.
Colección Rutas CAI - Nº 14 Somontano de Barbastro Edita CAI – PRAMES.
http://www.huesca.com/salinas-de-hoz/
http://www.rondasomontano.com/revista/4567
© Cheluy -Sera 2012